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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El ecuador de Chávez

El presidente venezolano, Hugo Chávez, ha llegado, sin otra idea aparente que la de durar, a la mitad de su mandato. El día 20 se cumplieron tres años de su segunda victoria electoral, tras un golpe de Estado -11 de abril de 2002- que triunfó durante unas horas hasta que el Ejército le devolvió al poder, y tres huelgas generales. La nueva tentativa de mandarlo a casa cobra la forma de un referéndum que, en principio, hay que juzgar perfectamente constitucional.

El jueves pasado la oposición, representada por los dirigentes de Coordinación Democrática, hizo entrega de 3.236.320 firmas -casi un millón por encima del 20% del censo, como exige la Constitución- para celebrar un referéndum revocatorio, con el que poner fin a la República Bolivariana de un presidente al que llamar populista sería quedarse muy corto, si nos atenemos a la retórica ambiente.

Así, en breve debería empezar a contar un plazo de 90 días en los que, en teoría, habría de celebrarse la consulta; en teoría porque, aunque el año pasado cuando el apoyo militar vacilaba, Chávez aceptaba de buen grado que su continuidad se decidiera en referéndum, hoy está por ver. El presidente tiene que nombrar próximamente a un nuevo Consejo Nacional Electoral, que es el que deberá validar lo que ya se llama en Caracas el firmazo. Y, aunque la Coordinadora calcula que cerca de cuatro millones de venezolanos votarían por la revocatoria, superando así otro listón constitucional -superar la última votación ganada por Chávez, que fueron los 3,7 millones de las presidenciales de 2000- todo sugiere que el ex militar, por poco que pueda, cederá a la tentación de bloquear legalmente el referéndum. Sus partidarios ya hablan para ello de firmas conseguidas fuera de plazo, y de la dudosa legitimidad de muchas de ellas.

Pero está claro que el líder bolivariano haría muy mal en recusar la vía prevista por la Constitución. Chávez llegó democráticamente a las urnas en 1998 y revalidó su victoria hace tres años. Sobre todo en su segundo mandato, ha venido sufriendo el fortísimo cerco de todos los que rechazan el giro social que -hasta ahora sin gran éxito- propugna, pero también se ha puesto en contra a muchos que están muy lejos de ser la derecha de siempre. Si el pueblo sigue con él, como pretende, debería aceptar el referéndum para acallar a sus adversarios en las urnas, no en las calles a gritos y disparos. Si no, habría que creer a la oposición; que con este ecuador ya basta.

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