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Israel amenaza con invadir Gaza si Abu Mazen no actúa contra los radicales

Más de 100.000 palestinos claman venganza durante el funeral del líder de Hamás Abu Shanab

Israel ultima sus preparativos para reocupar las localidades del norte de la franja de Gaza y efectuar incursiones en las del sur, mientras continúa la invasión de Yenín y Nablús, donde ayer tres activistas buscados murieron en enfrentamientos. En el caso de que la Autoridad Palestina no acabe con el lanzamiento de cohetes y morteros por parte de las organizaciones extremistas, Ariel Sharon parece decidido a poner en marcha una nueva campaña militar contra ellas. Por su parte, el primer ministro palestino, Abu Mazen, se resiste a intervenir policialmente después del asesinato el jueves de uno de los principales dirigentes de Hamás, cuya comitiva fúnebre se convirtió ayer en la más grande desde que comenzó la Intifada.

El Ejército israelí ha empezado ya a acumular efectivos militares en los diferentes accesos desde los que podría penetrar durante las próximas horas en la franja de Gaza, si las fuerzas de seguridad palestinas no frenan el lanzamiento de cohetes y morteros.

Durante la jornada de ayer, las milicias dispararon cinco proyectiles Qassam contra la localidad de Sderot y una veintena de morteros de fabricación artesanal contra los asentamientos de Neve Dekalim y del bloque de Gush Katif. Aunque no provocaron más que pequeños daños materiales, los lanzamientos alcanzaron un nivel inaceptable para el Gobierno de Ariel Sharon, máxime tras el atentado suicida perpetrado el pasado martes en Jerusalén, que causó 20 muertos y más un centenar de heridos.

Después de dividir ayer la franja en tres partes estancas, el Ejército pretende reocupar las localidades de Beit Hanun y Beit Lehia, de las que se retiró hace un mes y medio, al llegar a un acuerdo con la Autoridad Palestina para que se hiciera con el control de la zona, que ahora considera incumplido.

Además, podría lanzar operaciones de castigo contra las localidades de Rafá y Jan Yunis, e incluso contra los barrios periféricos de la ciudad de Gaza. Fuentes militares israelíes aseguraron ayer que se centrarán exclusivamente en objetivos vinculados a las organizaciones extremistas palestinas, responsables del último atentado y de los lanzamientos. No obstante, los precedentes demuestran que el riesgo de que se produzcan víctimas entre la población civil resulta altísimo, en un territorio cuyos campos de refugiados presentan la mayor densidad de población del mundo.

Powell llamó a Arafat

Por este motivo, la diplomacia internacional redobló ayer sus esfuerzos para intentar salvar una coyuntura cada vez más adversa, que amenaza con retrotraer los índices de violencia a niveles similares a los de hace un año, y con acabar con el plan de paz impulsado por la comunidad internacional conocido como Hoja de Ruta. A la inesperada llamada (pues lleva más de un año boicoteándole) del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, al presidente palestino, Yasir Arafat, a quien pidió que coopere con el primer ministro Abu Mazen, se unió la visita a la zona del emisario egipcio, Osama el Baz.

Después de reunirse con Arafat, al que transmitió una petición similar en nombre de Hosni Mubarak, El Baz hizo lo propio con el ministro israelí de Asuntos Exteriores, Silvan Shalom, al que solicitó un margen de tiempo que permita a las fuerzas de seguridad palestinas actuar contra los extremistas.

Pero Shalom no se mostró muy receptivo ante la petición de Egipto, aduciendo haber perdido ya la paciencia, y dando así a entender que las operaciones militares podrían ser inminentes. El mismo argumento fue expuesto por el titular de Industria y Comercio, Ehud Olmert, quien declaró: "No podemos creer que de repente vayan a hacer en 24 o 48 horas lo que llevan meses prometiendo que harían".

Unos 100.000 palestinos, muchos de ellos militantes y simpatizantes del movimiento islamista Hamás, abarrotaron ayer las calles de la ciudad de Gaza por las que discurrió el cortejo fúnebre de uno de sus fundadores, Ismael Abu Shanab. Amortajado en una bandera verde de Hamás, el féretro de Abu Shanab -asesinado el día anterior junto a dos de sus guardaespaldas por misiles disparados desde un helicóptero de combate israelí- fue conducido al cementerio entre ráfagas de disparos al aire y gritos de venganza.

Otro de sus líderes políticos, Abdel Asís Rantisi, que hace dos meses fue objeto de un intento fallido de asesinato, llamó a sus activistas a "seguir luchando hasta alcanzar el martirio", en lo que podría ser el prólogo de una nueva serie de atentados que terminen por acabar con el plan de paz del Cuarteto (Estados Unidos, UE, Rusia y la ONU). Rantisi, que representa al ala dura del movimiento -en contraposición al dirigente asesinado, que representaba al ala moderada-, aseguró, desafiante, que, aunque Israel acabe con la actual dirección de Hamás, "surgirán nuevos líderes que continuarán con la lucha hasta alcanzar la victoria".

Quienes también clamaron venganza fueron las milicias del Tanzim y las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, ambas vinculadas al movimiento Al Fatah, después de que una unidad del Ejército matara ayer por la tarde a tres de sus activistas en la ciudad de Nablús.

Según la oficina del portavoz militar, los tres fallecieron al ser abatidos después de resistir una orden de arresto y parapetarse en el tejado del hospital de Rafidia, desde donde entablaron un tiroteo con los soldados.

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