Liberalismo de salón
Los Gobiernos del PP han hecho del mensaje liberal el soporte teórico de su actuación política. La reducción del impuesto sobre la renta, la obsesión por el déficit cero y la insistencia en las privatizaciones como el instrumento decisivo para ampliar los mercados forman parte de la retórica económica de los últimos siete años, convertida en recetas cuya eficacia general es más bien discutible. Por eso no deja de resultar chocante que el Fraser Institute, una institución canadiense de corte inequívocamente neoliberal (su promotor es el Nobel Milton Friedman), haya degradado la calidad de la libertad económica en España desde el puesto 21º al 35º de su clasificación mundial.
Cierto es que los analistas canadienses pueden ser sospechosos de algún grado de arbitrariedad, como lo demuestra el hecho de que países como Francia se encuentren por debajo de España en la relación de méritos liberales, pero también conviene recordar que instituciones de prestigio, como el World Economic Forum, ya habían denunciado recientemente la precariedad de las instituciones españolas que velan por la transparencia y la seguridad de los mercados, como la justicia, por poner un ejemplo genérico.
De hacer caso al informe, España habría empeorado en tres de los cinco grandes indicadores que miden la calidad del mercado. Habría mejorado notablemente el impulso para reducir el tamaño del sector público, pero registraría graves descensos cualitativos en el sistema judicial -fundamental para defender la propiedad económica e intelectual-, la libertad de intercambio económico con otros países y en la regulación de los mercados empresariales o de crédito. La evaluación de la institución canadiense coincide también con las advertencias de numerosos economistas españoles que vienen denunciando los retrocesos que se aprecian en la transparencia y competencia de los mercados y en la creciente e indisimulada colusión de intereses públicos y privados que parece fomentarse desde la Administración pública.
La contradicción entre el mensaje liberal y las prácticas contrarias a la libertad económica refleja una deficiente concepción del liberalismo. A la postre, para los responsables económicos del Ejecutivo, la práctica liberal se limita a la voluntad de reducir poco a poco, pero con cierta saña, el tamaño y las funciones de la Administración pública. El Fraser Institute ha venido a confirmar la sospecha de que los Gobiernos de Aznar han sido abiertamente intervencionistas, y un Gobierno es lo que hace, no lo que dice.
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