_
_
_
_

El Festival de Cine donostiarra recorre el Magreb a través de 30 películas

Maribel Marín Yarza

En Europa apenas se conoce el cine que se realiza en Argelia, Marruecos y Túnez, a pesar de que son países vecinos y de que algunos de sus más destacados realizadores del momento se han curtido en el continente. El Festival Internacional de Cine de San Sebastián aportará, entre el 18 y el 27 de septiembre, su grano de arena para cubrir este vacío: proyectará una selección de 30 de las películas más significativas producidas en el Magreb.

El ciclo, titulado Amigos y Vecinos, supone una nueva invitación que lanza el certamen al público para que descubra producciones cinematográficas que difícilmente pueden verse en las salas comerciales. Su propuesta abarca décadas de creación, desde los clásicos de la zona, como Mohamed Lakhdar-Hamina, con su El viento de los Aurés (1966), hasta las películas de jóvenes realizadores, muy comprometidos con su realidad social.

El certamen realiza con este ciclo un recorrido de tres paradas. Primero se detiene en Argelia y en sus novedades cinematográficas con la proyección de títulos como El sol asesinado (2003), una película de Abdelkrim Bahloul sobre las peripecias de un escritor homosexual que profundiza en las consecuencias de la independencia y el intento de arabización del país.

La cinta, que se presentará en el próximo Festival de Venecia, compartirá protagonismo con otros títulos clave del cine argelino más reciente: Rachida (2002), de Yamina Bachir, una película sobre el drama del terrorismo; Vivir en el paraíso (1998), de Bourlem Guerdjou, acerca de la emigración laboral a Francia, o Mujeres que esperan (2001), agria denuncia de Naguel Belouad sobre la tradicional opresión femenina.

Realidad social

La preocupaciones plasmadas en las producciones argelinas, se repiten en la cinematografía marroquí. El festival donostiarra pasará Fronteras (2001), una reflexión de Mostefa Djadjam sobre la emigración en pateras; Una puerta en el cielo (1988), película en la que la cineasta Farida Benlyazid habla de la modernización de su país o Un minuto de sol de menos (2002), de Nabil Ayouch, un título sobre la corrupción aún prohibido en el país por sus explícitas secuencias de sexo. También se podrá ver Mil meses, el primer largometraje del actor Faouzi Bensaidi, exhibido en la última edición del Festival de Cannes.

En esta revisión del cine magrebi el certamen no podía dejar de lado las aportaciones de los realizadores tunecinos. Entre otras, figurarán las propuestas de Férid Boughedir, que obtuvo un sonado éxito internacional con su largometraje Halfaouine y ahora presenta el documental Cámara Árabe. Junto a esta cinta se proyectará el clásico Los balizadores del desierto, de Nacer Khemir y otras cintas comprometidas con la situación actual de la mujer, como Aziza, de Abdellatif Ben Ammar (1980), o Satén rojo, de Raja Amari (2002).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_