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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Puede hacerse más

La trágica muerte de una familia de cinco miembros en el incendio de un bosque en la población barcelonesa de Sant Llorenç Savall, que continúa, ha conmocionado a la ciudadanía. Pero el mejor homenaja a las víctimas sería convertir la emoción en reflexiones que ayuden a evitar nuevas tragedias.

Aunque pueda combatirse a través de la lucha globalizada contra la contaminación, el calentamiento de la Tierra es un dato con el que se debe contar. Ello significa que el peligro de incendios forestales aumentará. Para enfrentarse a ellos existen tres recetas: la persecución de los pirómanos, la alerta temprana y la lucha contra el fuego recién declarado, y la prevención de fondo.

Muchos incendios son intencionados: más de un tercio de las 565 detenciones registradas el año pasado por delito ambiental se practicaron sobre pirómanos. Pese a que es habitual sugerir en estos casos reformas legales, la persecución de los incendiarios no está mal tipificada desde 1995. El Código Penal establece penas de hasta 20 años por esas conductas, aunque por definición sea difícil detener a sus causantes.

Los mecanismos de alerta temprana y lucha contra el fuego -vigilancia, bomberos, voluntarios- han funcionado esta vez con bastante corrección. El de Sant Llorenç es uno de los 3.000 incendios declarados este verano en Cataluña. A diferencia de los anteriores, el viento complicó las cosas. Sería abusivo buscar en la Administración o en la política lenitivo al pesar general. El grueso de los dirigentes catalanes, encabezados por la Generalitat, ha cumplido. Como no siempre fue así, es justo destacarlo.

Pero el cambio climático implica que todo ello no basta. Se precisan estrategias preventivas de mayor calado: replantear el conservacionismo a ultranza de los parques naturales (uno de ellos, afectado por este incendio), acotando el sotobosque y abriendo mejores accesos a los servicios de socorro; efectuar auditorías de ubicación de determinadas casas de campo para protegerlas de una naturaleza a veces invasiva; distribuir manuales de conducta frente a incendios; estrechar la cooperación entre instituciones de ámbito local, comarcal, provincial y autonómico... Aún se puede, por tanto, hacer más.

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