Los dos incendios de Barcelona se unen en un solo frente que avanza descontrolado
El viento que empezó a soplar por la tarde avivó el fuego cuando ya parecía dominado
Las peores previsiones se hicieron realidad ayer por la tarde y los dos incendios que ardían desde el fin de semana en la zona de Sant Llorenç Savall (Barcelona) se unieron en uno solo hasta formar una lengua de fuego de más de 10 kilómetros. Lo que a primera hora de la mañana parecía un incendio en fase de control, pasó a convertirse por la tarde en una inmensa masa de fuego que mantenía desbordados a los bomberos, aunque hacia la noche se mostraban algo más optimistas. Decenas de masías fueron desalojadas para evitar sumar más víctimas a los cinco fallecidos del pasado domingo.
Un calor abrasador, una humedad prácticamente inexistente y el viento que comenzó a soplar a media tarde dieron al traste con las previsiones que habían realizado por la mañana los equipos de emergencia, que confiaban en controlar el fuego durante el día de ayer. A falta de una evaluación exhaustiva, las hectáreas quemadas por los incendios que afectan el norte del área metropolitana de Barcelona ya superan las 5.000, y a última hora de ayer nadie se atrevía a pronosticar qué depararía la noche.
A los 1.000 vecinos desalojados en los últimos tres días se les sumaron ayer varias decenas en los núcleos de Monistrol de Calders, Gallifa y Granera, que el fuego atravesó a toda velocidad alentado por el viento del sur. Justo en el peor momento, los bomberos tuvieron dificultades adicionales: se declararon otros tres incendios de pequeñas dimensiones en Barcelona, Girona y Lleida, a los que se tuvieron que destinar algunos de los efectivos que trabajaban inicialmente en el gran frente de Sant Llorenç Savall. "Es algo que podía pasar y, efectivamente, está pasando", afirmó un compungido conseller en cap, Artur Mas.
El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol; el presidente del PSC, Pasqual Maragall, y el de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), Joan Saura, interrumpieron sus vacaciones y se desplazaron a Sant Llorenç Savall para conocer la situación de primera mano. El número de hectáreas quemadas en Cataluña está aún muy lejos de las del negro verano de 1994 (76.000), pero la situación se vive con especial angustia tras la muerte de cinco personas y la sensación de que por ahora el fuego avanza sin control.
Los bomberos no dan abasto. Desde el monte, los voluntarios que llegaban ennegrecidos y casi asfixiados por el humo y el calor hablaban de escenas de pavor, con lenguas de fuego "saltando de árbol en árbol", atravesando caminos e incluso saltando por encima de los vehículos de los bomberos. "Es un infierno, los bomberos no saben qué hacer", aseguraba Roberto Rembado, un voluntario que ayer estuvo en la primera línea del fuego mientras ayudaba a los bomberos profesionales.
La lucha contra el fuego se vivió de una forma especial en los pueblos donde las llamas volvieron a amenazar el mismo casco urbano. Fue el caso de Sant Llorenç Savall, donde a primera hora de la mañana la Guardia Civil volvió a desalojar a los vecinos de la parte más elevada del pueblo ante el intenso humo que se estaba acercando. Algo similar, aunque con tintes aún más dramáticos, lo vivieron los habitantes de la urbanización Can Solà, de Monistrol de Calders, donde las llamas amenazaban con llegar a última hora de la tarde. Otras zonas que por la mañana parecían a salvo también fueron desalojadas a media tarde, cuando el viento volvió a destrozar las previsiones y el fuego rompió el perímetro de seguridad.
Críticas del PP
Con el incendio aún avanzando sin control, el PP criticó con dureza la gestión sobre el parque natural de Sant Llorenç del Munt por parte de la Diputación de Barcelona, presidida por el socialista José Montilla. Ningún alto dirigente del PP se acercó ayer a la zona afectada, pero el partido se hizo eco del malestar de algunos vecinos con la Diputación, a la que acusan de desatender la limpieza del bosque y de impedir algunos proyectos por exceso de celo proteccionista. Todos los demás partidos coincidieron en que ahora la única prioridad es apagar el fuego.
La investigación aún no ha dilucidado las causas del incendio, que empezó alrededor de las 16.45 horas del domingo junto a la masía Els Rossinyols, en el Valle de Horta. Joaquim Herrero y su hija Elena dormían la siesta cuando escucharon el crepitar de los primeros árboles ardiendo, al lado del camino. Ambos subrayaron ayer que el camino estuvo cerrado todo el día y que no oyeron pasar ningún coche ni persona alguna.
La tragedia de una familia
Se celebrará hoy en Sabadell el entierro de los cinco miembros de la misma familia que fallecieron el pasado domingo al inicio del fuego, cuando intentaban huir. Los fallecidos son Felip Fernández Closas, de 66 años; su hermana Elena, septuagenaria; su esposa, Amàlia Marquès, de 60 años; su hija Ester, de 34, y su suegra, Francesca Carbonell, octogenaria. Murieron juntos, asfixiados, mientras intentaban huir de la Cabana del Felip, donde acababan de almorzar en familia, como tantos domingos de verano.
Sus cuerpos no se encontraron hasta 10 horas después de la muerte y los vecinos no daban crédito: Felip Fernández era un cazador experimentado y gran conocedor de la zona, y construyó allí su casa hacía más de 20 años. Conocía todos sus secretos, pero el domingo, ante el rápido avance del fuego no supo qué camino tomar: trataron de huir sin saber que la Cabana era el refugio más seguro puesto que el fuego acabó pasando de largo, calcinó los árboles, pero dejó la casa prácticamente intacta.
En las últimas elecciones, Felip Fernández se integró en las listas socialistas. En los años sesenta era un militante de base del Front Obrer de Catalunya (FOC), donde coincidió con Pasqual Maragall. Se le conocía como el obrero del FOC, que, paradójicamente, significa fuego en catalán.
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