Pastas y arroces con genuino sabor oriental

De no ser porque en muchas grandes urbes occidentales el porcentaje de restaurantes asiáticos todavía es bastante más elevado que en Madrid o Barcelona, se podría aventurar que la apabullante expansión de las cocinas orientales acaricia su fin por puro desbordamiento. Sin embargo, se siguen inaugurando nuevos locales que, con independencia de su nivel gastronómico, conocen el éxito desde el principio.

En contra de lo habitual, este reciente Tai Pan madrileño irrumpe legitimado por una larga trayectoria. Bajo los dictados de una solvente franquicia londinense, en el año 1982 abría sus puertas Tiger Lee, restaurante chino que se asentó en el hotel Puente Romano de Marbella. Fue el primer chino de lujo de España, que precedió en más de una década al conocido Tse Yang emplazado en el hotel Villamagna de Madrid. Empezó sirviendo una cocina bastante seria hasta que en 1984 se reconvertiría en el genuino Tai Pan, lugar muy acreditado en Marbella que con el tiempo se desdoblaría en dos buenos tailandeses, Sukothay (1996) y Thay Galery (1999), ambos en la ciudad malagueña.

Alternancia de platos

Ahora, una rama de la misma familia acaba de abrir en Madrid un local de diseño, obra de la prestigiosa decoradora marbellí Graciela Lanza. Nada de dragones, farolillos ni adornos de cartón piedra. Al revés, luces matizadas y mobiliario de vanguardia para acompañar una cocina en la que alternan lo chino y lo tailandés a partes iguales. Y como si el salto geográfico no significase nada, mantiene las mismas características de la casa madre: cocina de calidad, precios elevados y un servicio joven, desorientado y carente de formación.

Pollo al 'curry' verde

Para comer, cosas bastante buenas dentro de un clasicismo que no asume riesgos. Merecen la pena sus deliciosas trizas de ternera crujiente, las costillas Tai Pan, el magnífico pollo al curry verde, la lubina al vapor con jengibre, y el surtido de dim sum (bolitas al vapor rellenas). No bajan la guardia la pasta tailandesa salteada con gambas (pat thai) ni el arroz salteado con cangrejo y langostinos. En cambio, aburren las empanadillas a la plancha y decepcionan los fritos: los rollitos vietnamitas y los wantons fritos, que denotan el tufillo de aceites fatigados por una reutilización excesiva.