Por ahí fuera
La vida se basa en algunos sobreentendidos sencillos: el sol sale por las mañanas, en el Un, dos, tres... siempre hay un coche escondido, el abuelito nos quiere, etcétera. Gracias a estas certezas existen delitos como el secuestro. Unos tipos raptan a un jovenzuelo, nieto de un magnate del petróleo y, cuando piden el rescate... el magnate se niega a pagar un centavo de rescate por su nieto. ¡Qué pesadilla! Que te secuestren y la familia diga: muchas gracias, pueden quedárselo. Los ricos son así de extravagantes, y se dice que Jean-Paul Getty es el tipo más rico del planeta.
Por ahí fuera todo son desórdenes y moral disoluta. A Salvador Allende le han asesinado al jefe de la casa militar y le colocan bombas todos los días; los periódicos de EE UU publican documentos confidenciales sobre los planes de la CIA para un golpe de Estado en Chile. Desde luego, no se puede decir que a Allende le vayan con indirectas. En EE UU, los periódicos lo publican todo. Como en España. Aquí también se publica todo lo de EE UU. El Washington Post sugiere que el presidente Richard Nixon está implicado en el espionaje al Partido Demócrata.
Menudo atraso, esto de espiar a la oposición. Aquí la encarcelamos y le preguntamos lo que queremos con total tranquilidad, sin remilgos ni tecnologías. El presidente Luis Carrero Blanco tendría que darle un par de lecciones a ese Nixon. Aquí Carrero y Carlos Arias pinchan el teléfono del Príncipe y nadie dice nada.
-Oiga, Vicente, ¿con cuántos futbolistas juegan los equipos extranjeros?
Franco no hace otra cosa que ver la tele en colores y jugar a cartas con Vicente Gil, su médico y confidente. El Parkinson ha dejado la voz del Generalísimo en un hilito, y le ha limitado una miajilla su capacidad de concentración: divaga con frecuencia, se queda sopa en las audiencias y pasa horas ante la pecera sin que nadie se atreva a decirle que eso no es la tele. Nadie se atreve porque la crueldad la mantiene intacta, y si alguien se lo dice muy capaz es de mandar asfixiar al alguien y a los peces.
-Con once, Excelencia, como todos.
-¡¿Y por qué ese Cruyff lleva el catorce?! ¡¿No es tan bueno como dicen?! ¡¿Acaso es suplente?!
-Por ahí fuera los jugadores llevan los números que quieren, Excelencia, por una cosa americana que se llama marquetín o merchandeisy.
El diálogo es imaginario, pero el temor de los madridistas es bien real: el Barça negocia la incorporación de Johan Cruyff, el líder del Ajax de Amsterdam, para enfrentarlo al elegante Günther Netzer. ¡El año que viene, extranjeros en la Liga!
-Pues aquí seguirán numerados del uno al once. ¿Sabía usted, Vicente, que la loción para después del afeitado lleva alcohol? Resulta que por eso pica.
Las turistas nos trajeron el biquini, y a saber lo que nos traen los futbolistas extranjeros. Se dice que al otro lado de la frontera proyectan una película en la que se untan con mantequilla unos a otros y a continuación tacatá, por detrás. Toma del frasco. Estos extranjeros... El que no es liberal, es comunista o maricón. Hasta de la mujer hacen mal uso. Se ve que por ahí fuera están saturados de sexo y necesitan experiencias nuevas. Aquí todavía estamos con Popeye en el Cine Exín, y no sentimos esa necesidad.
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