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Columna
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Altadis

Tiene nombre de pelotazo. Lo dieron en Málaga y ahora lo pretenden en Sevilla y en Cádiz. Altadis, o sea la antigua fábrica de tabacos que fue vendida por el Gobierno de José María Aznar, se ha convertido en el santo y seña de destrucción de puestos de trabajo.

En Málaga, el alcalde Francisco de la Torre, premió la pérdida de puestos de trabajo con la recalificación de cerca de 35.000 metros en primer línea de playa. Se levantaron muchas voces en contra como la del delegado de las Junta en Málaga, Luciano Alonso, que calificó la decisión del alcalde de pelotazo urbanístico. Lamentablemente los trabajadores se quedaron sin trabajo, se le concedió una enorme plusvalía a la empresa y el Ayuntamiento recibió a cambio unos edificios. El propio Luciano Alonso recordaba que la anterior alcaldesa de Málaga, Celia Villalobos, había dado su palabra que no se especularía con los terrenos de la tabacalera. Promesas que se llevó el viento, como otras muchas. Es más, el alcalde De la Torre, en un alarde autoafirmación, publicó que el "pelotazo" lo había dado el Ayuntamiento.

El mal ejemplo de Málaga está aún vivo. Y ese es el miedo que hay en Sevilla y Cádiz. El alcalde Monteseirín, del PSOE, ha dicho que no habrá recalificación de terrenos y la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, del PP, que hará todo lo que pueda, influyendo en el gobierno central para que no se cierren las fábricas. Y Manuel Chaves, al frente del Gobierno andaluz, también ha dicho que se opondrá con todos los argumentos posibles a que eso suceda.

Me temo que nada de ello servirá. De los tres, es Teófila Martínez la que debe tener más fuerza, con hilo directo con Aznar. "Mira, Jose Mari, que con tanto privatizar se nos van a llevar hasta la bahía, dejándonos una riada más grande aún de parados".

Manuel Chaves apenas si puede abrir la boca porque enseguida Arenas le acusaría de buscar la confrontación con el ejecutivo central. Sólo queda la lucha de los trabajadores pero ya se sabe que cuando detrás está el más duro y rancio capitalismo, pelotazo urbanístico incluido, la esperanza que te queda es que te jodan lo menos posible.

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