Alto a la destrucción de un jardín
Les escribo realmente disgustado por lo que estoy contemplando en la explanada situada enfrente del ministerio de Economía en el paseo de la Castellana junto a la plaza de Cuzco.
Observo con asombro y perplejidad cómo un magnífico jardín cuya riqueza de colorido y variedad de plantas ha contribuido durante años a amortiguar la pesadez del hormigón, digo que observo cómo está a punto de sucumbir ante una de esas arbitrariedades que se suelen adoptar en Madrid sin que nadie se haga responsable de ellas.
La mayor parte del gran jardín ha sido devastada por zanjas que están poniendo en peligro la vida de al menos 15 olivos que deben tener por lo menos 20 años. Lo más gracioso es que el jardín está cercado con vallas en las cuales no aparece ninguna denominación con lo cual del desaguisado nadie se responsabiliza.
Pero lo más divertido es que las zanjas llevan abiertas yo calculo que seis meses con lo cual si existía una remota posibilidad de que los árboles, arbustos y flores que allí viven pervivieran, con esos plazos es prácticamente imposible que lo consigan.
Por la belleza que mostraba el jardín es fácil suponer que en su mimoso cuidado se han invertido miles de horas de trabajo que, en estos momentos, se tiran directamente a la basura de una forma arbitraria y cruel. Como ciudadano tengo derecho a preguntar qué es lo que pasa con mis impuestos y qué cuota de ellos se ha visto desperdiciada de la manera en que ahora la estoy contemplando en este páramo en el que se está convirtiendo esta parte de la Castellana.
No me canso ni me cansaré nunca de decir que las plantas nos procuran sombra, frescor y vitalidad, sin exigirnos nada a cambio. Bueno, sí, un poco de atención y algo de agua.
Pero todo lo que de ellas recibimos siempre es superior a lo que podamos darles. Si en el área de Medio Ambiente del nuevo equipo municipal hay alguien que realmente ama las plantas, le ruego que impida esta matanza vegetal que se despliega ante nosotros.
