Desilusión y rabia
Soy directora de un centro de enseñanza de español para extranjeros en Madrid desde hace 20 años. A nuestro centro acuden anualmente cerca de ochocientas personas de diferentes nacionalidades, interesadas en nuestra lengua y en nuestra cultura, que hacen cursos de dos hasta ocho semanas y se alojan con familias españolas, en residencias y hoteles.
Para aprender español eligen como destino Madrid, lo cual nos alegra enormemente, puesto que Madrid debe competir con destinos mucho más concurridos para este tipo de cursos como son Málaga, Salamanca o incluso Barcelona.
Claro que, previamente, todo el sector ha debido invertir millones de euros en publicidad en diferentes idiomas, viajes a ferias internacionales, firmas de convenios con instituciones, visitas a universidades y todo lo que conlleva en este país crear una empresa privada dedicada a la enseñanza de calidad.
Pues bien, una y otra vez debemos avergonzarnos de que roben, incluso con intimidación física a nuestros-as alumnos-as en plena calle (estamos justo al lado del Congreso de los Diputados, que parece un búnker cuando se trato de proteger a los-as políticos-as), en el metro, en plena Puerta del Sol, en la plaza de España, y en cualquier lugar y hora del día. Todo esto después del asesinato de una turista griega a manos de dos ladrones justo al lado, enfrente del Congreso de los Diputados.
En este mes han sido ya cinco casos entre nuestros-as alumnos-as que provocan una gran desilusión y mucha rabia a estas personas que vienen aquí a invertir su tiempo y su dinero en aprender la tan elogiada lengua española. Que no nos sirva sólo como instrumento para abrir caminos a la economía española ni tan sólo para lucir a las instituciones encargadas de promocionarla, por favor.
Y, por favor, no se quiten el muerto de encima echando las culpas a la inmigración, que trabaja en todos los servicios ya de una manera masiva y regulariza y gracias a la cual podremos cobrar la pensión de la Seguridad Social dentro de unos años, y gracias a la cual mantendremos la natalidad en un índice adecuado.
Gestionen bien la seguridad de la ciudad y déjense ya de tantos proyectos megalómanos, dedíquense a crear una ciudad segura, con policías en lugares neurálgicos y con una gestión adecuada de las penas.
Las zonas más céntricas de Madrid se están quedando sin habitantes, sólo hay oficinas debido a los precios del mercado inmobiliario, y se pueden convertir en zonas de riesgo en cuanto a seguridad.
Cuiden la ciudad y a sus habitantes, y cuiden a los turistas. Si no, y con la fama que ya tiene Madrid en países como Japón o Estados Unidos, dentro de poco no vendrá ya nadie a estudiar español ni a hacer turismo.
Y lo entenderemos perfectamente.
