Recado a los tartamudos
En relación con el artículo escrito por Mario Vargas Llosa titulado Recado a los tratamudos, publicado en ese diario el pasado 20 de julio, he de manifestarle como disfémico (tartamudo) que soy, y presidente honorífico de la Asociación para la Promoción e Integración del Tartamudo (APITA), de ámbito nacional y legalizada en 1978, que acepto plenamente las excusas por el contenido de la frase pronunciada en el transcurso de una conferencia por el señor Vargas Llosa en una universidad peruana, la cual dice así: "Una humanidad sin novelas, no contaminada de literatura, se parecería mucho a una comunidad de tartamudos, y de afásicos, aquejada de tremendos problemas de comunicación debido a lo basto y rudimentario de su lenguaje".
Comprendo y entiendo perfectamente que algunas personas que padecen el calvario de la tartamudez o de la afasia se hayan sentido dolidas e insultadas por la desafortunada frase, pero a tenor de las explicaciones del señor Vargas Llosa, es evidente que no era su intención ridiculizar ni ofender a nadie, pues, como él mismo reconoce, todo ha sido debido a un estúpido error, ya que solamente pretendió ilustrar el texto con una metáfora. Simplemente se equivocó, como le puede ocurrir a cualquiera de nosotros.
Estoy convencido de que el colectivo de disfémicos y afásicos, que representa el 1,5% de la población mundial, perdonará al señor Vargas Llosa, máxime teniendo en cuenta que la conferencia objeto de las protestas fue pronunciada hace unos cuatro años.
Muy distinto fue cuando APITA tuvo que intervenir, por los años ochenta, con motivo de la emisión en TVE del programa Un, dos, tres..., dirigido por Narciso Ibáñez Serrador, en el que la actriz Beatriz Carvajal interpretaba el personaje de La Loli, una tartamuda, por el daño que se demostró que hacía a los que adolecían de este defecto, en especial a los niños. Afortunadamente, TVE entendió el problema, curando al personaje en un corto periodo de tiempo, programa a programa, hasta conseguir su rehabilitación, siendo de gran aceptación entre los disfémicos, al poner en conocimiento general de la población que la tartamudez puede ser corregida. Hoy, por suerte, se ha avanzado mucho en este campo.
Para terminar, diré que un disfémico puede llegar a hablar normalmente, ya que la tartamudez se puede llegar a corregir bastante bien en muchos casos y siempre se consigue aminorar. Naturalmente, se precisa la ayuda de los profesionales para la lucha contraesta patología; el resto de las perturbaciones que afectan a la palabra también se logran solucionar, debiendo el paciente seguir siempre los consejos de su rehabilitador.
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