El Ejército de Israel mata a un niño palestino en plena tregua de Yihad y Hamás
El incidente obliga a Israel a pedir disculpas y a hacer concesiones en el plan de paz
Mahmud Qabha, de cinco años, murió ayer por disparos ocasionales de soldados israelíes, que hirieron también a sus dos hermanas y a su madre, cuando viajaban en un coche por Cisjordania. El incidente causó la ira de la calle palestina y la vergüenza del Gobierno israelí, que se vio obligado de manera precipitada a hacer concesiones a la Autoridad Palestina, dentro del plan de pacificación, entre las que se incluye la retirada de las tropas de dos ciudades, el levantamiento de controles de carreteras, el aumento de cuota de presos a liberar y la entrega de 18 millones de fondos congelados.
"Las balas de los soldados israelíes han destrozado la cabeza de mi nieto", sollozaba ayer Mustafá Atrata, de 56 años de edad, mientras contemplaba al pie de la carretera de Bartaa, al norte de Cisjordania, el cuerpo sin vida del pequeño. Una ambulancia se había llevado minutos antes al hospital israelí de Hadera a sus hermanas, de seis y siete años, y a su madre, herida también por los impactos. El coche, que se encontraba en la cuneta, había recibido una ráfaga de ametralladora de un vehículo blindado israelí, apostado a unos 200 metros de distancia. En total, se contabilizaron 16 agujeros de bala en la carrocería.
El incidente provocó la conmoción de numerosos viajeros que en aquel momento transitaban por la carretera, sacudió las ciudades de Cisjordania y llegó incluso a Gaza, donde un grupo de milicianos de las organizaciones fundamentalistas lanzaba como represalia un misil artesanal Kassam 2 sobre un asentamiento judío.
El temor a que la situación se desbordara y sepultara de este modo la tregua decretada por las organizaciones radicales hace tres semanas, obligó al Gobierno israelí de Ariel Sharon a pedir disculpas públicamente, a reconocer el error de los soldados y a anunciar una investigación judicial.
El impacto de la muerte del pequeño Mahmud, justo en el momento en que el primer ministro palestino, Abu Mazen, almorzaba con el presidente estadounidense, George W. Bush, en la Casa Blanca, ante la atención de millares de periodistas y de los focos de las principales cadenas de la televisión internacional, obligó a Ariel Sharon a hacer además "dolorosas concesiones" en el camino de la paz como, por ejemplo, el desbloqueo de algunas de las medidas de confianza establecidas en la Hoja de Ruta. Así, de golpe, con un solo comunicado de la presidencia, el Gobierno de Sharon se comprometió ayer a retirarse de dos ciudades con más arraigo palestino de Cisjordania, cuyos nombres serán decididos por el ministro de Defensa israelí, Saul Mozaf, y el de Seguridad Interior, Mohamed Dahlan, en una reunión que está prevista para la próxima semana.
Sharon anunció asimismo a la Autoridad Nacional Palestina el levantamiento de los controles militares de las principales carreteras cisjordanas, en los tramos de Belén, Hebrón, Nablús y Ramala; la concesión de 8.500 nuevos permisos de trabajo en Israel -5.000 en Gaza y 3.500 en Cisjordania-; la entrega inmediata de 18 millones de dólares, procedentes de impuestos pagados por los palestinos, que se encontraban desde hace años congelados, y una actitud más "generosa" en el momento de establecer el cupo de presos a liberar, que podrá llegar a "varios cientos". Todo lo que había estado negando o escatimando en las últimas semanas.
Una tregua frágil
Las concesiones precipitadas de Ariel Sharon no pudieron, sin embargo, evitar la reacción airada de las facciones radicales palestinas, especialmente de Hamás y la Yihad Islámica, que desde Gaza amenazaban con el fin de la tregua unilateral decretada hace tres semanas en la Intifada.
El alto el fuego se tambaleaba ayer en los territorios palestinos, mientras los imames, desde las mezquitas, con ocasión de la plegaria semanal de los viernes, lanzaban un mensaje de unidad del mundo musulmán frente al ocupante israelí, como si trataran de conjurar los enfrentamientos de las facciones. Horas antes, el jueves por la noche, una de las facciones armadas había tratado de asesinar al primo segundo del presidente y responsable de la Seguridad Militar de Gaza, el encargado de hacer respetar la tregua, Musa Arafat.
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