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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un solo pensamiento

El filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860) es, con seguridad, uno de los pensadores más populares entre el público lector en general, mientras que los profesionales de la filosofía suelen despreciarlo por diletante y por "demasiado escritor". Por su parte, Schopenhauer siempre aborreció a estos últimos, al menos con la misma intensidad con la que durante toda su vida anheló la fama, de la que, efectivamente, disfrutó sobremanera durante la última década de su existencia rodeado de admiradores en su soledad de eremita sabio y solterón.

Y es que si algún filósofo de su época podía denominarse con propiedad legítimo continuador de Platón, Espinosa o Kant, éste era Schopenhauer: al fin y al cabo, a sus treinta años había concluido todo un "sistema de pensamiento" con el que explicaba cabalmente la esencia del mundo; pero también, el sentido de la existencia o los fundamentos de la ética y de la estética, del amor y del sufrimiento, del porqué de la muerte.

EL MUNDO COMO VOLUNTAD Y REPRESENTACIÓN (COMPLEMENTOS)

Arthur Schopenhauer

Traducción de Pilar López de Santa María

Trotta. Madrid, 2003

709 páginas. 32 euros

La obra en la que Schopenhauer exponía sus geniales teorías se titulaba El mundo como voluntad y representación. Vio la luz en 1818 y, contra todas las expectativas de su autor, quien pensó que el libro arrasaría tanto en el mundo académico como entre los lectores aficionados a la filosofía, aquella maravilla especulativa pasó completamente inadvertida. El prólogo que abría aquel grueso volumen de 725 páginas era un alarde de vanidad intelectual. Aquel autor novato exigía a sus lectores que antes de leerlo a él conocieran bien las doctrinas de Platón y los Vedas de la India, además de las obras de Kant; y, por si fuera poco, deberían haber leído también la tesis doctoral del propio Schopenhauer: Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente. En todo aquel libro -añadía- únicamente se exponía un solo pensamiento indivisible, si bien para exponerlo con propiedad había sido necesario escribir todas aquellas páginas. Eso sí, quien leyese la obra -y había que leerla dos veces para entenderla- hallaría la solución definitiva a todos los enigmas del mundo. Ese pensamiento unitario es fácil de formular: el mundo es, por una parte, "representación y sólo representación", y por otra, "voluntad y sólo voluntad". Así de claro.

Algo más de dos decenios después de la publicación de El mundo

..., Schopenhauer propuso a su escéptico editor, el célebre Brockhaus, una segunda edición revisada y ampliada de la obra; éste accedió a regañadientes, pues la mitad de los ejemplares de la primera edición había tenido que ser destruida para maculatura; Schopenhauer lo convenció definitivamente al renunciar a cualquier honorario. Así, en el año 1844 apareció otra vez El mundo..., pero con la salvedad de que al volumen original, que se mantenía sin apenas retoques, se le añadía otro tomo con más de setecientas páginas: se trataba de los Complementos, esto es, los comentarios que Schopenhauer había creído conveniente añadir a cada uno de los capítulos que constituían el primer libro. Ambos volúmenes (conocidos como Mundo I y Mundo II) formaban una unidad y el lector tenía que conocer bien el primero si quería sacarle el mejor partido al segundo. Los Complementos contenía cosas nuevas, como el célebre ensayo Metafísica del amor sexual -tantas veces editado por separado y desgajado de su contexto en el mundo hispánico- o la impagable reflexión final Epifilosofía; por lo demás, profundizaba en la teoría estética del genio, en la necesidad metafísica del ser humano o en la renuncia a la voluntad de vivir, en el dolor y el sufrimiento inherente a todo deseo.

Pero tampoco esta vez alcan-

zaría la fama Schopenhauer; ello sucedería sólo en 1851, con la publicación de Parerga y paralipomena, otros dos gruesos volúmenes de ensayos que, esta vez sí, "popularizaban" de verdad tanto la filosofía teórica como la sabiduría mundana de un autor que había envejecido rodeado de libros y mascullando requiebros pesimistas. Entre dichos ensayos se encuentran, por ejemplo, sus célebres Aforismos sobre el arte de saber vivir o sus Lecciones de historia de la filosofía. Por fin, ya a sus sesenta años, el vanidoso autor se hizo tan famoso que, alborozado, exclamaba: "¡Ahora me lee hasta mi tendero!". Entonces fue cuando el público reparó en la obra capital, que enseguida se convirtió en el mayor éxito de ventas filosófico del siglo XIX.

En España contábamos hasta ahora con dos traducciones en castellano de El mundo

...: la de A. Zozaya y E. González Blanco (La España Moderna, 1896-1900) y la de Ovejero y Maury (Aguilar, 1926), en dos tomos. Hoy sólo se encuentra en librerías la versión de Ovejero de El mundo I (Porrúa) e incompleto, al faltar el apéndice dedicado a la crítica de la filosofía de Kant. En quioscos se ha distribuido ocasionalmente la antigua traducción de Zozaya (Orbis), también parcial, defectuosa e incompleta. Con todo, y a pesar de estas dos malas versiones de la obra principal, Schopenhauer es uno de esos autores que "vende mucho" entre el público hispanohablante, debido a que es un filósofo cuyo pensamiento suele ingerirse muy bien en "píldoras". Sus recopilaciones de escritos sobre temas tan seductores como el amor, las mujeres y la muerte -mezcolanza de capítulos y ensayos sueltos extraídos de Parerga y de El mundo...- o, últimamente, sus obras menores y sus esbozos entresacados de los cuadernos de trabajo llegan efectivamente a un público amplio. Pero ya era hora de que, después de más de cincuenta años, contásemos en España con una traducción fiable de su obra señera. Quien se adentre en las páginas de El mundo... advertirá de inmediato que el autor alemán es algo más que el filósofo de los ensayos ocurrentes, que se trata de un pensador sistemático cuya plena comprensión entraña esfuerzo y considerable dificultad.

Pilar López de Santa María es ya una veterana traductora de Schopenhauer; a ella le debemos también las correctas versiones de Los dos problemas fundamentales de la ética (Siglo XXI) y de Crítica de la filosofía kantiana (Trotta). La traducción que ahora presenta es sobria y fiel, reproduce la edición original más reputada de las obras completas del filósofo, preparada por quien en su día fuera el sumo sacerdote de los círculos schopenhauerianos en Alemania: Arthur Hübscher. Podría haberse adoptado otro criterio igualmente loable, como basarse en la edición de "última mano", de Haffmans, o en la monumental de Paul Deussen, pero esto es secundario para el lector común. La edición es harto solvente y digna. Parece discutible, sin embargo, el criterio seguido por el editor de publicar el tomo de Complementos antes que el primer volumen de la obra, al que, precisamente, este segundo tomo complementa. Esto despistará a los lectores que desconozcan las traducciones de El mundo como voluntad y representación I con las que contamos en castellano, que corren el riesgo de quedarse sin apreciar en todo lo que vale la genial unidad de este "solo pensamiento" cuyo artífice expuso con tanto detalle.

LOREDANO

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