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Reportaje:MÚSICA

El sonido de Naná Vasconcelos

Me dejaba mensajes en el contestador que yo no respondía, y entonces mandó un fax con la fecha de nacimiento de mi madre y la de su muerte. Me quedé tan preocupado que le llamé: ¿pero tú quién eres? Me explicó que en su universidad, los estudiantes conocían la vida de Bach, Coltrane o Miles Davis y que él en cambio se había interesado por aquel brasileño que tocaba con todo el mundo y había ganado varias veces la votación al mejor percusionista de la revista Down Beat. Descubrió cosas que yo no recordaba haber hecho. Y tiene una lista de más de ochocientos discos en los que he participado", cuenta de un estudiante en Estados Unidos.

Una sola pregunta lleva a Juvenal de Holanda Vasconcelos (Pernambuco, 1944) a hablar durante casi media hora. "En 1968 estaba loco por ir a un festival en Río de Janeiro. Cuando salía de casa hacia la estación de autocares, a las cuatro y media de la madrugada, mi madre me miró y dijo llorando 'tú ya no vuelves". En Río conoció a Milton Nascimento: "Era un sábado y Milton empezaba a grabar su primer disco el lunes. Alguien le pidió que cantara alguna canción. Tomó la guitarra y empezó a tocar Sentinela. Fui a la cocina, cogí unas cacerolas y unas sartenes y me puse a tocar. Él paró, y me dijo que fuera el lunes al estudio. Pero el domingo aparecí en su casa con las maletas", dice riendo a carcajadas.

Gato Barbieri, que pasó

por Río, le propuso irse con él a Argentina. "Enseguida le salió un contrato para grabar su primer disco en Estados Unidos. Querían hacer el jazz del Tercer Mundo. Aquella música causó tremendo impacto porque los norteamericanos no conocían la chacarera, el carnavalito... Al terminar una gira europea en París con el saxofonista -"estaban en la sala Bertolucci y Marlon Brando, que iban a rodar El último tango"-, decidió quedarse en la capital francesa. "Empecé a trabajar con música en una clínica psiquiátrica para niños. Aprendí mucho más de ellos que ellos de mí. Tuve que desarrollar el trabajo con el cuerpo porque tenían dificultades de coordinación motora y debía pensar cómo ayudarles".

En 1984, Naná Vasconcelos estaba en el Pat Metheny Group, tras la aventura del grupo Codona con Don Cherry y Colin Walcott, cuando decidió volver a Nueva York. "Al salir a la calle vi esa cosa del break dance que estaba comenzando. Unos muchachos me dijeron que me pasara por el Bronx, y allí fui con mis instrumentos. Llegué al local y comencé a tocar. Cuando llevaba dos o tres minutos se me acercó un pequeño de ocho años y me dijo que parara. 'No se ofenda, pero este jodido jazz no hay quien lo baile', me dijo. Y encendieron el equipo y se pusieron a bailar. Recogí mis instrumentos y me fui a casa realmente fastidiado. No dejaba de pensar cómo un niño de ocho años le podía decir eso al mejor percusionista del mundo", cuenta riendo. "Me compré la mejor batería electrónica, un amplificador, programé ritmos brasileños de maracatú, los metí en la máquina, y me fui al Bronx. Se quedaron flipados".

"Hoy siento que puedo tocar con cualquier persona. Creo un ritmo que tiene dentro maracatú y samba, pero sin ser ni una cosa ni otra. Lo gracioso es que lo que hago con el berimbau de la capoeira, como instrumento solista, viene de haber escuchado a Jimi Hendrix. Los instrumentos no tienen límites", asegura.

Ahora vive en Praia do Jan-

ga, cerca de Recife. Volver a Brasil no fue algo planeado: "Yo fui niño pobre, pero en mi época no había niños viviendo en la calle. Puse en marcha el proyecto ABC de las Artes, en Olinda. Un niño aprende a tocar, otro a fabricar, otro a pintar

... En tres años conseguí sacar de la calle a más de doscientos. Alquilamos una casa y tenían la oportunidad de comer al menos una vez al día. Y dentista, médico, ropa...".

Desde hace dos años abre el carnaval de Recife al frente de 220 percusionistas de 11 maracatús. "El maracatú es una ópera popular. Muchas cosas de África se encontraron por primera vez en Brasil porque llegaban de diferentes zonas", explica. "Para mí la percusión es una orquesta. Yo hago sonidos, no ritmos. Y toco más cuando no toco. Hacer que el silencio se convierta en música es todo un aprendizaje. El sonido del instrumento con el sonido de mi voz se transforma en una tercera cosa y se ha convertido en la marca de mi trabajo. Cuando escuchas eso sabes que es Naná. Ya toqué mucho y muy rápido. Lo difícil es tocar sencillo, que la música crezca, tenga matices, dinámica, que no sea algo vacío. Intento evitar esas grabaciones en las que sólo quieren tener mi nombre en el disco o decir que tienen un berimbau. ¿Quién va a oírlo en medio de ese lío?".

Naná Vasconcelos actuará en los Festivales de Navarra. Muralla Ciudadela de Pamplona (31 de julio).

El percusionista brasileño Naná Vasconcelos.
El percusionista brasileño Naná Vasconcelos.

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