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Argentina recupera la confianza

Los pronósticos apuntan un crecimiento del 5% del PIB, pero el consumo y las exportaciones siguen sin despertar

Alejandro Rebossio

Néstor Kirchner era un desconocido para la mayoría de los argentinos hasta hace un año, cuando su país comenzaba a salir del pozo en el que se había metido. Lleva casi dos meses como presidente de la tercera economía latinoamericana y ya ha cobrado popularidad entre el 75% de sus compatriotas. En su reciente visita a Europa, incluido Madrid, intentó sumar confianza de gobiernos y empresas al explicar cómo hará para que el crecimiento, posterior a cuatro años de crisis, no se desacelere y se consolide.

La debilidad del dólar apreció el peso, lo que restó estímulo a las exportaciones y a la sustitución de unas importaciones abaratadas
Los empresarios argentinos se mantienen optimistas. El 55% considera que la economía mejorará en los próximos meses

La mayoría de los pronósticos de economistas, sean del Gobierno, el Fondo Monetario Internacional (FMI) o privados, indica que Argentina crecerá este año entre el 5% y el 6%. El PIB aumentó el 5,1% en el primer trimestre, en relación al mismo periodo del año pasado, cuando el país se hundía en el descontrol entre el corralito financiero, la suspensión de pagos y la devaluación del peso. Sin embargo, se mantuvo 11 puntos por debajo de los primeros tres meses de 2001, tiempos en que la economía iban mal, pero no tanto como en el estado en que acabó. El pasado abril, el PIB creció el 5,8% de año a año, pero sólo el 0,3% en relación a marzo, lo que comienza a indicar un menor ritmo de expansión.

Los empresarios argentinos, no obstante, se mantienen optimistas. El 55% considera que la economía mejorará en los próximos meses, según una encuesta de D'Alessio IROL. A su vez, el 36% opina que el crecimiento se acelerará; el 54%, que se sostendrá, y sólo uno de cada diez vaticina una ralentización. Esa esperanza se basa en la expectativa de un aumento de la demanda interna, que será satisfecho con la capacidad productiva aún ociosa y no con nuevas inversiones, según el sondeo.

"La reactivación da pelea, pero el crecimiento todavía no aparece", advirtió un ex viceministro de Economía del Gobierno neoliberal de Carlos Menem (1989-1999), Juan José Llach. "Aún no podemos hablar de consolidación de la desaceleración", remarcó Dante Sica, ex secretario de Industria del Gobierno heterodoxo de Eduardo Duhalde (2002-2003). Al igual que su antecesor, Kirchner pretende seguir un camino de equilibrio entre la economía de mercado y una mayor intervención del Estado. Su ministro de Economía, Roberto Lavagna, el mismo de Duhalde, se enfadó cuando el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Alberto Álvarez Gaiani, opinó que el "veranito económico" había terminado, pero reaccionó hace dos semanas con un aumento de salarios privados y pensiones para reactivar el consumo aún alicaído.

La industria ha sido uno de los motores de la recuperación, después de que algunas ramas padecieran en la década pasada la apertura económica y la apreciación del peso que, por su atadura con el dólar, elevaba los costes. En los primeros cinco meses del año, la actividad creció el 17,6% por la sustitución de importaciones, pero la tendencia de expansión ha comenzado a declinar. En abril, el mes de las últimas elecciones presidenciales, se produjo el 1% menos que en marzo, y en mayo, cuando Kirchner asumió el poder, el 1,1% por debajo del mes anterior.

TN&Platex es la hilandería más grande Argentina y pertenece a una familia de origen armenio, los Karagozian. Sus cuatro fábricas volvieron a ponerse en marcha el año pasado, después de que la devaluación abaratara sus precios y borrara del mercado a la encarecida importación. En abril último llegaron a producir al máximo de su capacidad. Tanto es así que comenzaron a estudiar la posibilidad de invertir. Pero Brasil ha entrado en recesión y sus productos textiles han reaparecido en Argentina, de modo que TN&Platex aminoró levemente su ritmo de producción y congeló la decisión de invertir para un mercado interno que se agota.

Crecen las exportaciones

El crecimiento de la economía también se viene produciendo de la mano de la exportación, que subió el 13% en los primeros cinco meses. Subieron las ventas externas de productos primarios, energéticos y manufacturas de origen rural por el alza de la cotización de las materias primas, la mejora de la rentabilidad que generó la devaluación en la agricultura y la segunda cosecha histórica consecutiva. Todo esto, en un país con niños desnutridos.

El resto de la industria exportó menos porque está concentrada en reemplazar productos importados y su principal cliente, Brasil, compra menos. Un informe de la Fundación Mediterránea enumera otros motivos estructurales: la falta de nuevos acuerdos comerciales con otros países, la escasa promoción de las exportaciones por parte del Estado, problemas de competitividad ligados a la actualización tecnológica, la calidad y la logística, la existencia de un impuesto a las ventas externas -creado el año pasado, cuando se agotaban las fuentes de recursos- y la crisis del sistema financiero local.

Economistas de distintos pensamientos difieren a la hora de explicar la desaceleración del crecimiento, pero ni los más liberales se atreven a decir que la expansión tocó su techo. Ya se equivocaron cuando el año pasado vaticinaron que la economía se destrozaría con una hiperinflación y el dólar se catapultaría de un peso a 20. Hoy cotiza a 2,80, después de rozar los cuatro hace doce meses.

La debilidad del dólar en los mercados mundiales apreció el peso, lo que restó estímulo a las exportaciones y a la sustitución de unas importaciones abaratadas. Las compras externas se elevaron el 32% en los primeros cinco meses. Sobre todo crecieron las compras a Brasil, que vierte sus excedentes en sus socios de Mercosur.

El consumo privado creció sólo el 1,3% en el primer trimestre del año y el público, el 0,5%. El poder adquisitivo de los consumidores ha sido perforado por cuatro años de crisis y, por lo tanto, el tamaño del mercado impone un límite al crecimiento por sustitución de importaciones. Tampoco se toman préstamos. Los bancos, con sus patrimonios aún heridos por la pesificación de los créditos en dólares, ofrecen pocas y caras líneas de financiación. Las tarjetas de crédito cobran tipos de interés de hasta el 65%. Los ciudadanos se acobardan con esos costes y con la falta de un horizonte despejado sobre el rumbo económico. La confianza de los consumidores se encuentra en el nivel más alto de los últimos cinco años, pero después de tanta crisis resulta difícil atreverse a endeudarse. Lo mismo le sucede a los empresarios que quieren invertir.

El poco afecto de Kirchner por el establishment constituye un motivo que explica el enfriamiento de la economía, según los analistas más ortodoxos. Este abogado proveniente de la izquierda peronista de los años setenta anticipó antes de asumir el gobierno que no iba a "ser presa de las corporaciones". Evitó las reuniones con los hombres de negocios durante la campaña electoral y hasta cumplidos los primeros 45 días de gobierno. Los criticó por despreocuparse de la pobreza, pero se declaró a favor de una economía de mercado. El periódico local Ámbito Financiero tranquilizó a sus lectores esta semana al destacar, en una entrevista con Kirchner, que el presidente "no es marxista". The Wall Street Journal también destacó que su heterodoxia no derribará las reformas neoliberales de los noventa.

El ex presidente del banco central argentino, Javier González Fraga, economista heterodoxo e industrial del dulce de leche, señaló que los empresarios "son fríos y calculan según las ventas del mes anterior". La inversión subió el 8,7% en el primer trimestre del año, respecto al mismo periodo del paupérrimo 2002.

Los inversores extranjeros, no obstante, ponen más atención en la agenda del Gobierno, como la nueva negociación de Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para renovar por tres años el acuerdo que finaliza el mes próximo, el diálogo con los acreedores externos para volver a pagar la deuda, la recomposición de los contratos de privatizaciones y concesiones y el saneamiento de la banca. Hasta los economistas más cercanos al pensamiento de Kirchner reconocen que los empresarios están esperando más definiciones de un Gobierno que apenas se inicia.

Néstor Kirchner, presidente de Argentina, con José María Aznar.
Néstor Kirchner, presidente de Argentina, con José María Aznar.ULY MARTIN

Señales hacia España

Dos temas preocupan a las grandes empresas españolas en Argentina: la congelación de las tarifas de servicios públicos en los últimos 19 meses, pese a que la inflación ascendió al 43,9% en ese lapso, y el desequilibrio patrimonial de los bancos. El Gobierno de Néstor Kirchner anunció hace tres semanas la apertura de un nuevo proceso de negociación de los contratos de privatizaciones y concesiones, en el que se juegan los intereses de Repsol YPF, Endesa, Gas Natural, Agbar, Telefónica, Acesa y Dragados. Para disgusto de los inversores, se fijó un plazo hasta finales de 2004 para sellar nuevos convenios. El ministro de Planificación Federal y mano derecha de Kirchner, Julio de Vido, fue ambiguo al explicar que "no necesariamente" haya subidas de tarifas durante esa extensa negociación de precios y parámetros de inversiones y calidad de las prestaciones.

El Senado está estudiando un proyecto de ley del Gobierno para compensar a los bancos -incluidas las filiales de BBVA y SCH- por la pesificación de los créditos en dólares, pero carece de urgencia para aprobarlo. Incluso la necesidad de resarcimiento puede resultar mayor: como el Ejecutivo dispuso un alza de salarios, subió automáticamente el 14% el índice de actualización de créditos y alquileres pesificados, y ahora pretende modificar este mecanismo para evitar un impacto en una población que en los próximos meses debe votar a gobernadores de provincia y legisladores. Los bancos, mientras tanto, pierden dinero porque toman depósitos a tipos todavía altos y prácticamente no prestan.

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