Sueño
En días pasados, el programa Informe Semanal de TVE emitía un reportaje científico en el que una jovencísima ingeniera, española por más señas, explicaba con total desenvoltura y entusiasmo los detalles de su apasionante trabajo en un laboratorio aeroespacial francés, consistente, según pude entender y grosso modo en el diseño y ensamblaje de las piezas que componen el "traspondedor", elemento clave en los satélites espaciales para telecomunicaciones.
Simultáneamente, en una cadena privada, la maltrecha y sufrida identidad femenina quedaba, una vez más, reducida a su ficticia condición de burdo objeto de deseo sexual, mediante la celebración del milenario y, aparentemente, lucrativo rito de exhibición de cuerpos de mujeres jóvenes en competición para solaz y esparcimiento de exaltados machos desocupados. Me refiero a la retransmisión de la gala de elección de Miss España.
Agotada por la esquizofrenia que me ocasiona la permanente confrontación entre el modelo ancestral de mujer imposible, fabulado por el ideario masculino, y ese otro, consistente, pujante, potente y digno que, como en el caso de la joven ingeniera, abrumadoramente nos muestra la realidad cotidiana, y convencida de que todo este absurdo no va a cambiar a corto plazo, soñé con el día en que, tal vez, todas nosotras, capaces de diseñar nuestros propios "traspondedores" emigráramos a remotas galaxias, a salvo de tanto hostigamiento machista, anacrónico, vejatorio e inspirador de cualquier violencia de género. Y donde el dilema de la perpetuación en solitario de una estirpe de mujeres dignas, libres y autosuficientes tan sólo supusiera un reto menor a nuestro intelecto, históricamente entrenado para la supervivencia.
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