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Entrevista:GERHARD SCHRÖDER | CANCILLER FEDERAL DE ALEMANIA Y LÍDER DEL PARTIDO SOCIALDEMÓCRATA ALEMÁN | ENTREVISTA

"Este país tiene una fuerza enorme"

El canciller federal, Gerhard Schröder, habla de la reducción de impuestos prevista, de sus expectativas respecto a la oposición y de cómo concibe el Estado el SPD.

Pregunta. Nos gustaría que nos describiera el momento en que tuvo lugar lo que podríamos denominar su conversión respecto a una cuestión clave de la política interior alemana: ¿cómo pasó de ser el Saúl fiscal, que se resistió durante tanto tiempo al adelanto de la tercera fase de la reforma, a ser el Pablo fiscal, y, por consiguiente, destacado defensor de esa misma medida? Y todo ello bajo unas condiciones que en su mayor parte han permanecido invariables.

Respuesta. Ante todo hay que decir que su pregunta contiene una afirmación que no es cierta. Las condiciones ya no son las mismas. Al contrario de lo que hacían esperar las previsiones anteriores, nos encontramos en el tercer año de una fase de estancamiento. Y las probabilidades de que en 2003 lleguemos a sobrepasar el listón que nos habíamos fijado originariamente serían prácticamente nulas sin las medidas que hemos adoptado.

"Si logramos un crecimiento del 0,75% habremos alcanzado el objetivo previsto. Otros indicios revelan tendencias hacia un crecimiento coyuntural"
"Resulta superfluo debatir la cuestión fiscal cuando uno ya sabe qué es lo que va a hacer. Y la cháchara puramente teórica da inseguridad a los ciudadanos"
"Considero que dentro del SPD empieza a desarrollarse una orientación que tiende hacia un reequilibrio entre los conceptos de libertad e igualdad"
"He ofrecido la oportunidad de entablar conversaciones con la oposición. Pero la única respuesta hasta ahora ha sido una mezcla de no, ni sí ni no y sí"
"Algunos economistas cuentan con un crecimiento del 1% tan sólo como consecuencia de la reducción de impuestos. Otros son más cautos"
"La fase sostenida de depresión pertenece al pasado. Mis amigos, gente típica de clase media, ya no mantienen el discurso pesimista de hace tres meses"

P. El Instituto Alemán de Investigación Económica registra ya una reducción del déficit.

R. Si logramos un crecimiento del 0,75% habremos alcanzado el objetivo previsto. Por otro lado, también contábamos -y contamos- con indicios interesantes procedentes de organismos científicos y estadísticos que revelan la existencia de tendencias que nos impulsan hacia un periodo de crecimiento coyuntural...

P. ¿Y que daría alas a la resolución de cambiar radicalmente la política fiscal?

R. Lo cierto es que una situación como ésta plantea necesariamente la cuestión de si se refuerzan o no las tendencias positivas. Finalmente, hemos decidido actuar en tres frentes a la vez. Primero, hay que poner en práctica la Agenda 2010, y segundo, hay que presentar un presupuesto para 2004 acorde con ella, que no sea contraproducente, y que, por supuesto, contemple la reducción de las subvenciones. Una vez hecho esto, resulta conveniente pasar a la tercera medida, que consiste en respaldar las tendencias de crecimiento adelantando las etapas siguientes de la reforma fiscal.

P. ¿Cómo es posible que esta nueva forma de entender la situación se imponga en tan sólo unos cuantos días?

R. Estas nuevas tendencias se hicieron visibles en mayo de este año y se acrecentaron en junio. Por eso se tomaron medidas. Resulta superfluo debatir la cuestión fiscal cuando uno ya sabe qué es lo que va a hacer. Y la cháchara puramente teórica da inseguridad a los ciudadanos.

P. A muchos alemanes les cuesta entender que el verano pasado fuera necesario aplazar la segunda fase de la reforma, supuestamente debido a las inundaciones, y que ahora haya que adelantar la tercera, al parecer porque en este momento serviría de estímulo para la economía. Esto no es precisamente un indicio de continuidad.

R. No entiendo su manera de presentar los acontecimientos. Si no recuerdo mal, ustedes mismos han defendido siempre que era razonable reducir los impuestos.

P. Y lo hacemos. Pero, visto de forma retrospectiva, creemos que se podría haber hecho de manera más sencilla, ¿no?

R. Nosotros hemos tomado las decisiones cuando ha llegado el momento oportuno.

P. Tenemos mucho interés en saber en qué han quedado sus reparos iniciales. Usted he sermoneado una y otra vez acerca de que no podíamos permitirnos adelantar las fases de la reforma fiscal teniendo en cuenta la crítica situación presupuestaria, ya que supondría una decisión "irresponsable".

R. Intente comprender qué es lo que realmente importa ahora: es necesario que en Alemania se entienda de una vez por todas que tenemos la oportunidad de salir de este bache, pero sólo podremos aprovechar esta oportunidad si contamos con la cooperación de todos los actores sociales en lugar de seguir buscando cualquier posible elemento que dé pie a la crítica.

P. ¿Sus titubeos iniciales no son más que una falsa impresión?

R. Ésa es una pregunta mal planteada. Para nosotros, lo primero era lograr sacar adelante la Agenda 2010 en medio de un difícil proceso de discusión; luego hemos confeccionado un presupuesto apropiado. En ese momento estaba claro que el Gobierno federal podía llevar a cabo su reforma estructural con mayoría propia en el marco de la coalición. Eso justificaba la medida de adelantar las fases de la reforma fiscal de 2005 a 2004. De lo contrario, no habría sido posible responsabilizarse del proceso planteado en esos términos.

P. ¿Existía ya este plan cuando elaboró la Agenda 2010?

R. Cuando realicé mi declaración gubernamental programática del 14 de marzo todavía no existía; surgió tras los dos congresos de los partidos que forman la coalición y su afirmación de su compromiso con la reforma estructural. Lo repito una vez más porque esa estrecha interrelación existe.

P. Ahora ya sólo hace falta saber cómo es posible hacer frente a la masiva bajada de impuestos anunciada. Refinanciación, ¿sí o no? O sólo un poco, porque es prácticamente imposible meter en el bolsillo derecho lo que se vuelve a sacar por el izquierdo.

R. Eso del bolsillo derecho e izquierdo es algo que no debe llegar a ocurrir. Por otro lado, el aumento del impuesto sobre el valor añadido, del que también se ha hablado en ocasiones, tendría como resultado la supresión de los muy ansiados efectos positivos. En mi opinión, cabría pensar en una combinación de reducción adicional de las subvenciones -que nosotros planteamos de manera muy ambiciosa-, una movilización de los ingresos derivados de las privatizaciones y una financiación mediante créditos.

P. Todos ellos son elementos que reactivan la economía para los que necesita contar con la oposición.

R. Así es.

P. ¿Qué opina usted de la escuela teórica, hasta hace poco descalificada por neoliberal, que defiende que la reducción de los impuestos se financia a sí misma a largo plazo porque pone en marcha el motor económico y hace que todo rinda al máximo, incluso el pago de los impuestos?

R. Ésa es una postura que Edmund Stoiber defendió con ahínco a lo largo de la campaña de las elecciones parlamentarias. Nosotros siempre hemos relativizado este punto de vista, pero no cabe duda de que existe un cierto efecto de autofinanciación. Por eso se podría decir que el presidente de la CSU [Unión Social Cristiana] también está a favor de este conjunto de medidas, a tenor de sus últimas declaraciones.

P. ¿Quién es para usted la personalidad decisiva de la oposición?

R. He ofrecido la oportunidad de entablar conversaciones con Angela Merkel y Stoiber, primero los tres juntos, para comprobar cuáles son las posibilidades reales con que contamos. Pero la única respuesta que he recibido hasta ahora ha sido una mezcla de no, ni sí ni no, y sí pero con condiciones.

P. Con lo cual, los jefes de la CDU [Unión Cristiana Democrática] y de la CSU se contradicen en parte a sí mismos, y a menudo con unos días de margen.

R. No quiero contribuir a exacerbar el debate público porque deseo que la operación sea un éxito. Creo que es algo que tiene una importancia histórica para Alemania.

P. ¿Le ha sorprendido la rápida reacción, que incluso ha sido ratificada por escrito, de Merkel y Stoiber?

R. La carta me ha asombrado, pero la he recibido con agrado y yo mismo he redactado la respuesta. No ha sido tan difícil como parecía. Porque lo cierto es que han manifestado la disposición a colaborar, aunque, eso sí, haciendo un cálculo un tanto equivocado y polémico.

P. ¿No se debería hacer también la misma oferta al presidente del land de Hesse, Ronald Koch, que ha respondido con un "no, pero..."? Es decir, ¿no habría que organizar un encuentro a cuatro bandas?

R. Si la directiva de la Unión decide que también debe estar presente Roland Koch, yo no tengo nada que objetar.

P. Ahora la incógnita que queda por resolver es qué ocurrirá con la actitud claramente restrictiva de los alemanes ante el consumo. ¿Realmente espera que una reducción masiva de los impuestos sea capaz de cambiar la psicología de la gente?

R. En eso nos basamos, incluso para alcanzar el crecimiento del 2% en el año 2004.

P. Algunos prestigiosos expertos en economía creen que su optimismo es exagerado.

R. El tiempo dirá si estas expectativas son razonables. Algunos economistas cuentan con un crecimiento del 1% tan sólo como consecuencia de la reducción de impuestos, otros son más cautos. Pero ninguno da por sentado que todo vaya a redundar en beneficio de la cuota de ahorro.

P. El aspecto fundamental sigue siendo el mismo: ¿puede lograr el Gobierno que se produzca un cambio en la mentalidad no sólo de los consumidores, sino también de los inversores?

R. Se vislumbra algo en este sentido. Las Bolsas, las previsiones de los institutos de investigación..., de todas partes nos llegan signos de recuperación. Asimismo creo que quienes trabajan en los medios de comunicación son cada vez más conscientes de su propia responsabilidad.

P. ¿Hemos de esperar que en las próximas semanas el canciller federal contribuya a esa deseada reorientación a través de discursos en los que insista sobre el tema?

R. No tendría una gran eficacia. Eso no lo puede hacer una única persona, ni siquiera el canciller federal. Supongo que no sólo el pueblo, sino también los sectores que tratan de política en los medios de comunicación comprenderán cuáles son los signos de los tiempos. Me parece plenamente justificado robustecer el sentimiento de confianza en uno mismo; este país tiene una fuerza enorme.

P. Así pues, la fase sostenida de depresión ¿pertenece ya al pasado?

R. Sí, pertenece al pasado. Mis amigos ya no mantienen ahora el mismo discurso que hace tres meses. Hablo, por ejemplo, de abogados o de gente típica de clase media. Mi impresión es que también en esas esferas se han dado cuenta de que vale la pena intentar algo.

P. ¿Y ya vuelve a aceptarse al canciller como el verdadero líder? Algunos columnistas de la prensa sensacionalista le han concedido la condecoración Steuern Runter. ¿La lleva usted con orgullo?

R. Yo siempre distingo entre personas y cosas. Cuando unos medios de comunicación influyentes apoyan aquello que yo considero como necesario, eso me alegra. Claro está, estas actitudes tienen que ver con el interés de cada cual, lo que no considero como algo equivocado.

P. Lo que de verdad reflejan, en primer lugar, es la opinión de sus lectores.

R. Puede ser. Por lo general, cada individuo, sin tener en cuenta, claro está, el sector en el que trabaja, se siente alentado cuando se le presta apoyo. Y sin tener en cuenta, asimismo, los motivos que deben resultar determinantes al respecto. Para mí, la pregunta se plantea realmente en los términos de si alguien está dispuesto a colaborar en el proceso de transformación de las conciencias en este país.

P. La Agenda 2010 es una cosa, y las reducciones masivas de impuestos que ahora también le parecen justas al canciller es otra. Le ha costado, pero al final ha pasado por el aro.

R. Las cosas en política son distintas a como lo son en la economía o en los medios de comunicación. Considerar que algo está bien no resulta suficiente. Hay que saber cuándo ha llegado el momento oportuno.

P. Es decir, el momento de escanciar agua y el momento de escanciar vino.

R. El momento adecuado se refiere, ante todo, a la posibilidad de poder cumplir aquello que se ha considerado como necesario. Eso es lo que ocurrió con la Agenda 2010 y, más tarde, con el debate con los sindicatos, cuyas jornadas de lucha en el mes de mayo no tuvieron el éxito que algunos esperaban.

P. ¿Valora usted como una especie de segunda victoria electoral la que logró en aquel momento respecto a la oposición, los sindicatos o el ala izquierda de su propio partido?

R. No me detengo a valorar estas abstracciones. Me inclino decididamente a creer que, mucho más allá de las fronteras ideológicas que delimitan los partidos en Alemania, se ha establecido una conciencia que presiona en pos de unos cambios. Considero que el presidente de nuestro grupo parlamentario, Franz Münterfering, va a tener razón: a fin de año nadie se opondrá ya a las reformas.

P. Lo que vivimos ahora apenas tiene algo que ver con una política tradicional clásica propia del SPD. ¿Se trata de un desplazamiento de las coordenadas fundamentales de la socialdemocracia, de un cierto alejamiento del ideal del Estado asistencial, del Estado sindical, de la administración y la burocracia?

R. Considero que dentro del SPD empieza a desarrollarse una orientación que tiende hacia un reequilibrio entre los conceptos de libertad e igualdad: el Estado debe fijar el marco correspondiente y además tender hacia una mayor justicia en la igualdad de oportunidades, para que los individuos puedan realizarse mejor.

P. ¿Son estas transformaciones de las estructuras básicas más fáciles de lograr para un Gobierno socialdemócrata que para uno conservador? Éste, a fin de cuentas, tiene a los sindicatos y al SPD juntos en la calle.

R. Ésa es una tesis que he oído a menudo y que no quiero forzosamente contradecir. El nuevo equilibrio que necesitamos encuentra menos resistencia en la sociedad cuando se realiza dentro de ese marco.

P. ¿Estamos viviendo un cambio de situación o gobierna ahora un Gerhard Schröder que no ha cambiado de postura?

R. No sería justo actuar como si el proceso de reformas se iniciara justo ahora. Somos nosotros quienes hemos aportado una garantía de cobertura de capital a las pensiones, enfrentándonos a resistencias considerables, que no considero como muy consecuentes. Así pues, debemos hacer todavía un reajuste. O si no habrá que pensar en cerrar la tienda. Ya nadie discute que hemos derogado la ley de rebajas y el decreto regulador de las prestaciones adicionales.

P. ¿Es justo considerar que, en su partido, muchos han tenido que aceptar a regañadientes esa iniciativa; por ejemplo, Franz Münterfering o el secretario general del SPD, Olaf Scholz?

R. No la han aceptado a regañadientes, al contrario: Franz Münterfering y Olaf Scholz han sido y son para mí los socios de máxima confianza en el proceso de cumplimiento de la Agenda 2010. Claro está, tuvimos que atravesar una fase -ignoro si la hemos superado completamente ya- en la que esos cambios se presentaron más bien como algo por lo que había que pasar.

P. De pronto empieza a hablarse de libertad y de una mayor responsabilidad propia allí donde antes se soñaba con un Estado fuerte. ¿Qué papel debe desempeñar un Estado moderno a juicio del jefe de Gobierno?

R. Debe procurar que permanezcamos al nivel actual en lo que concierne a la participación del Estado en el producto interior bruto. Una participación adicional es algo que ya no funciona. En la situación existente hoy día deben desplazarse los puntos de apoyo. La misión del Estado es cambiar la relación entre los gastos de consumo y los gastos de inversión. En una sociedad sumida en un proceso de envejecimiento, esto significa que hemos de preocuparnos de la situación de los gastos referentes a los fondos de pensiones. Por supuesto, el Estado debe sentirse responsable en el futuro de los grandes problemas y riesgos de la vida, el desempleo y las enfermedades. Al mismo tiempo, necesitamos que exista una mayor responsabilidad individual, ya que no va a ser posible que reunamos por nosotros mismos todas las prestaciones que estamos dispuestos a ofrecer.

P. Creemos saber que el principal tema tratado en Neuhardenberg fue el de los seguros privados. ¿Son ésas las perspectivas del seguro de enfermedad con vistas al futuro?

R. Éste es un tema que hay que considerar con una gran perspectiva. Me opongo, sin embargo, a presentarlo ahora con carácter prioritario, porque el seguro privado constituye, una vez más, una forma de ampliación de la partida de ingresos que, a la hora de establecer los gastos, podría inducir a que no se hiciera nada. Sería un concepto interesante si creara ingresos sin que el capítulo laboral se viera lastrado durante ese proceso.

P. También se habló sobre el futuro de los fondos de pensiones. Su ministro de Hacienda ya ha hecho públicas sus previsiones, según las cuales si se dejan las cosas tal como están, las subvenciones federales para los planes de jubilación alcanzarán en un momento determinado el 80% del presupuesto anual.

R. Sí, en 2050. En otoño presentaremos una reforma de las pensiones que dé respuesta a los problemas que plantea el aumento de la esperanza de vida.

P. Se trate de la sanidad, de las jubilaciones o de los impuestos, para lograr su cambio integral del país ustedes van a necesitar el apoyo de la oposición prácticamente en todos esos ámbitos. Stoiber acaba de plantear la bonita fórmula de un "gran consenso". ¿Confía usted en alcanzar la paz?

R. Creo que tanto Merkel como Stoiber tienen interés en que esta colaboración funcione. Parecen darse cuenta de que estamos ahora en una situación en la que, o bien cogemos el toro por los cuernos, o, si no, tendremos grandes dificultades, tanto a nivel nacional como internacional. Quien se oponga a los cambios necesarios deberá enfrentarse, no me cabe duda, con el rechazo del electorado.

El canciller alemán, Gerhard Schröder.
El canciller alemán, Gerhard Schröder.REUTERS

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