_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bomba iraní

Irán ha dado un paso adelante y otro atrás. El director del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), El Baradei, logró ayer que Teherán acepte la llegada, la semana próxima, de un equipo de expertos para discutir la posible ampliación de los controles sobre su programa nuclear civil y garantizar que no deriven hacia la fabricación del arma atómica. Pero el ministro de Defensa ratificó la decisión de seguir adelante con las pruebas de misiles Shahab-3, de 1.300 kilómetros de alcance, que preocupan a Israel y a EE UU.

El Gobierno iraní, que niega estar embarcado en un programa nuclear militar, pide "medidas de confianza mutua" antes de abrir sus centros nucleares a unas inspecciones más estrictas, pese a la creciente presión de EE UU para evitar que Irán, situado por Bush en su eje del mal, consiga fabricar el arma atómica. Los europeos también han desarrollado una estrategia, aunque menos dramática, al comprender que, para garantizar mejor la no nuclearización de Irán, hay que asegurar su existencia y tranquilizarle. Resulta además incongruente que EE UU presione sobre Irán, pero no sobre Pakistán, al que, por la conveniencia de la lucha contra Al Qaeda, ha levantado las sanciones impuestas en su día por haberse dotado de armas nucleares.

Los servicios de espionaje de EE UU calculan que Irán podría disponer del arma atómica en una década, y el senador Brownback piensa que le bastan dos años. Pero, tras las mentiras sobre el supuesto programa nuclear de Irak, estos servicios han perdido credibilidad. La han ganado, en cambio, la OIEA y El Baradei, que en plena crisis con Irak afirmó no haber descubierto indicios de tal programa. Una instancia internacional tiene más posibilidades de lograr ese "máximo de transparencia" que ayer pidió El Baradei en su visita a Teherán que las amenazas de Bush.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Éstas pueden estar sirviendo a los conservadores del régimen islamista para reforzarse frente a los reformistas. Precisamente El Baradei llegó ayer a Teherán en un clima de alta tensión política correspondiente al aniversario de la revuelta estudiantil de 1999, que registró enfrentamientos entre estudiantes, policías y milicias islamistas. Y es que, hoy por hoy, la bomba iraní no es atómica; es social y política.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_