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La Casa Blanca admite que utilizó una acusación falsa contra Sadam Husein

Justo cuando el Air Force One despegaba con destino a África, la Casa Blanca difundió en la madrugada del lunes al martes un comunicado en el que aceptaba la falsedad de una de las acusaciones con las que justificó la guerra contra Irak. Por encargo directo del presidente, George W. Bush, un diplomático investigó la supuesta compra de uranio por parte del régimen de Sadam Husein. Un documento desvelaba que esa acusación era falsa, pero la Casa Blanca lo ignoró para poder amparar su acusación sobre las supuestas aspiraciones nucleares del antiguo régimen iraquí.

A finales de enero, en el discurso sobre el estado de la Unión, George W. Bush engrandeció la supuesta maldad del régimen de Bagdad con una afirmación que movía las acusaciones al terreno nuclear: "El Gobierno británico ha sabido que recientemente Sadam Husein ha intentado comprar cantidades significativas de uranio en África. Nuestros servicios de inteligencia saben que ha intentado comprar tubos de aluminio endurecido que sirven para la fabricación de armas nucleares", dijo Bush ante el Senado y la Cámara de Representantes.

El pasado fin de semana, un prestigioso diplomático estadounidense, Joseph Wilson, antiguo embajador en Gabón, reveló que en febrero de 2002 recibió un encargo directo de la Casa Blanca: investigar si Irak estaba tratando de comprar uranio en Níger, la misma teoría que publicó luego el informe británico.

Wilson viajó a la zona y llegó a la conclusión de que era prácticamente imposible que semejante transacción pudiera haber ocurrido o pudiera llevarse a cabo en el futuro. Wilson confirmó que las dos minas de uranio existentes en el territorio de Níger, administradas por empresas francesas, españolas, japonesas, alemanas y nigerianas, estaban sometidas a controles férreos.

"Si el Gobierno quisiera obtener uranio para venderlo, tendría que notificarlo al consorcio, que además estaba supervisado de cerca por el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA)", explica Wilson, convencido de que había un enorme número de controles sobre una industria diminuta, demasiados como para que pudiera haberse realizado una operación secreta con Irak.

Wilson comunicó el resultado de su investigación a la Casa Blanca y supo que los resultados de su informe llegaron a los más altos cargos del Gobierno, incluido el presidente Bush.

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Casi un año después, el Gobierno de Estados Unidos seguía utilizando las acusaciones contra Irak sobre la supuesta compra de uranio y el presidente lo incluyó en su discurso. Nunca aceptaron que la acusación era falsa, ni siquiera cuando el presidente del OIEA, un organismo dependiente de Naciones Unidas, afirmó ante el Consejo de Seguridad de la ONU que la acusación se basaba en documentos manipulados.

Meses después, Wilson ha decidido hablar para lamentar que, "si la información se ignoró porque no encajaba entre las acusaciones preconcebidas contra Irak, se puede entonces argumentar que fuimos a la guerra bajo acusaciones falsas".

Dos días después de la publicación del artículo de Wilson en la página editorial de The New York Times, la Casa Blanca difundió el siguiente comunicado: "Sabiendo todo lo que ahora sabemos, la referencia a los intentos de Irak por comprar uranio en África no debería haberse incluido en el discurso sobre el estado de la Unión."

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