"En casa somos cuatro y cuatro riñones"
Los donantes vivos de órganos se unen en una asociación para defender sus derechos
"En casa somos cuatro personas y cuatro riñones". Lo explicó ayer entre divertido y emocionado, Joaquim Arasa, un padre de dos hijos a los que se les tuvo que trasplantar un riñón hace unos meses. "Yo le di uno a mi hija y mi mujer se lo dio al niño", explicó con el convencimiento de un padre que ha hecho lo que debía.
Joaquim es uno de los impulsores de la recién nacida Asociación Española de Donantes Intervivos de Órganos, que busca acabar con los problemas sociales y laborales a los que todavía se enfrentan estos donantes. Cuatrocientos españoles viven hoy gracias a un trasplante de riñón o de lóbulo hepático donado por una persona viva, una cifra que no para de aumentar.
En España se empezaron a hacer trasplantes de lóbulo hepático de donantes vivos en 1993, y hasta ahora se han hecho 93, casi todos en niños. Estos trasplantes son posibles gracias a que el hígado, a diferencia de otros órganos, tiene la capacidad de regenerarse en pocos meses cuando se le extirpa una parte. Los trasplantes renales entre vivos se iniciaron a mediados de los años sesenta y, según los registros más antiguos, que datan de 1989, se han hecho más de 300 intervenciones.
"La legislación laboral equipara la donación de un órgano a una operación de estética"
Los expertos aseguran que los órganos trasplantados entre vivos tienen una mejor supervivencia, casi el doble de la que se obtiene con donante de cadáver, y especialmente en niños, ya que el órgano no se deteriora durante el tiempo que transcurre entre la extracción y la donación. Además, la cirugía no es de urgencia, y se puede hacer antes de que se agravé la situación del paciente.
Pero los donantes de lóbulo hepático y de riñón no lo tienen fácil en España. Según una encuesta realizada por el hospital Clínic de Barcelona a sus donantes hepáticos, el 35% de ellos han tenido problemas económicos tras la intervención a causa de problemas en el trabajo. Y es que, pese a necesitar reposo absoluto durante varias semanas y tener un delicado posoperatorio, el donante de órganos vivo no es reconocido como un enfermo en España. Y, por tanto, puede no tener derecho a una baja laboral.
"La legislación laboral equipara el donante de órganos con las personas que se someten a una operación de cirugía estética", explicó Blanca Miranda, coordinadora de la Organización Nacional de Trasplantes. Y hay otros problemas, como el de las empresas recelosas de contratar a personas que han decidido donar uno de sus riñones. "Creen, erróneamente, que no estarán sanas", explicó la responsable de la Unidad de Coordinación de Trasplante del Clínic, Catiana Cabrer, quien recordó que, "si una persona puede ser donante, es precisamente porque está muy bien de salud".
Los donantes de órganos vivos reclaman que su situación se equipare a la de las mujeres de baja por maternidad, quienes durante este periodo perciben el mismo salario y tienen garantizado el retorno a su puesto de trabajo. Desde la nueva asociación también se impulsarán negociaciones con las compañías aseguradoras, que todavía son reticentes a vender pólizas a personas que han donado alguno de sus órganos.
La nueva asociación, de la que ayer se constituyó la junta directiva, velará para adaptar el marco legal a las necesidades de los donantes de órganos y luchará para que éstos no sean discriminados. La entidad, que tiene su sede en el hospital Clínic, está formada por donantes y representantes de los hospitales Clínic, del Mar, Fundació Puigvert de Barcelona y los centros Jiménez Díaz, Ramón y Cajal y La Paz de Madrid.
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