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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El caso corso

El fracaso del referéndum en Córcega no es una buena noticia para los defensores de la Europa de las regiones. Una corta mayoría de corsos quiere continuar en una República fuertemente centralizada. El palmetazo afecta al proyecto entero de "descentralización" de Francia conducido por el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, partidario de organizar su país en grandes regiones y liquidar instituciones atomizadas en beneficio de otras más sólidas.

Pero defender la centralización de Córcega, para descentralizar mejor a Francia, era una concepción demasiado rebuscada. Emile Zuccarelli, portaestandarte del "no", agitó la bandera de un sometimiento de su ciudad (Bastia) frente a la capital (Ajaccio) como argumento esencial para oponerse. Que esta idea tenga éxito en una isla económicamente retrasada, tres veces más grande que Mallorca pero con menos población estable, muestra el peso del conservadurismo local y apunta a una cierta lucha subterránea para controlar el desarrollo económico.

Córcega significa cientos de kilómetros de costa prácticamente virgen en pleno mar Mediterráneo. Todas las fuerzas en presencia aspiran a controlar su desarrollo y el sector más violento lo subraya con bombas. El Gobierno de París prefirió consultar sobre una abstrusa pregunta institucional en vez de preguntar sobre un estatuto que fijara claramente el reparto de competencias, y este error deja intactos los problemas mafiosos y de violencia política.

Parte de los corsos han tenido miedo y han prestado oídos a líderes locales que atribuían a París el proyecto de dejarles en manos de los nacionalistas. La reciente detención de Yvan Colonna, el presunto terrorista más buscado de Francia, al que se atribuye el asesinato del prefecto de Córcega en 1998, no les ha convencido como golpe de autoridad. El fracaso afecta también a los nacionalistas corsos, que ven escaparse la oportunidad de integrar sus propuestas en el proceso político. La isla se encuentra partida por la mitad y en vísperas de un recrudecimiento de la represión policial y, quizá, de la violencia separatista. El Gobierno de Raffarin parece haber querido demostrar con este referéndum que le sobra todo el fuelle que le faltaba a su antecesor de la izquierda plural, dirigido por Lionel Jospin, y esta caída de la bicicleta le devuelve a la realidad de un país complejo que se resiste a ser reformado.

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