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San Petersburgo recuerda el arte ruso en el París de 1910

Una muestra reúne 350 obras de artistas como Chagall, Kandinski y Delaunay

El París ruso es el título de la exposición que reúne en San Petersburgo a los artistas de origen ruso que, por propia voluntad o presionados por la situación histórica del momento, eligieron a Francia y, concretamente París, como su segunda patria en los primeros años del siglo XX. Realmente única en su género, la muestra rescata a una serie de artistas que durante decenios estuvieron prohibidos en este país, ya que las autoridades soviéticas los calificaban de "traidores".

Más de 350 de obras, provenientes principalmente de museos franceses, pero también de alemanes y de galerías estadounidenses y colecciones privadas, forman la muestra en el Museo Ruso de San Petersburgo, donde además se pueden ver documentales sobre algunos de los 61 artistas expuestos, entre los que destacan Chagall, Kandinski, Delaunay, Sutine, Arkhipenko y muchos más.

Los artistas expuestos participaron en las vanguardias de principios del siglo XX -el periodo que abarca la muestra va de 1910 a 1960-, aunque no llegaron al arte no figurativo absoluto de Malévich. Mientras Chagall, Kikoïn, Kremègne o Soutine encuentran el camino a la expresividad más pura en la tranformación poética de la realidad, Sonia Delaunay, Alexandra Exter, Kandinski y Survage experimentan en los campos de la geometrización de las formas y la dinamización del colorido.

Pero, junto a estos famosos nombres, hay otros muchos menos conocidos, sobre todo en Rusia, que ahora están siendo redescubiertos. Por ejemplo, María Marevna (1892-1984), de la que se muestran nueve óleos, todos de coleccionistas privados, entre los que destaca un retrato de Picasso; o María Vassilieff (1884-1957), que adquirió fama como organizadora de un academia en Montparnasse, donde trasncurrían comidas y discusiones en las que participaban Picasso, Cocteau o Modigliani; o de Nicholas Tarkhov (1871-1930), que también está representado exclusivamente con obras de coleccionistas que han preferido guardar el anonimato.

Entre los rusos protagonistas de la vanguardia de París hay algunos artistas de los expuestos a quienes la I Guerra Mundial hizo huir de Francia y pasar a España, como Sonia Delaunay (Sara Stern antes de casarse), que tuvo una muestra individual en Bilbao en 1919, o Jacques Lipchitz. El París ruso expone ocho magníficas obras de Sonia Delaunay y tres esculturas y un óleo sobre madera de Lipchitz.

En París comenzaron a hablar del arte ruso y a conocerlo a través de los encuentros organizados por Serguéi Diághilev, con el que colaboraron pintores como Picasso, Matisse, Braque y los rusos Naúm Gabo, Natalia Gontcharova, Mijaíl Lariónov o Antón Pevsner, entre otros. Gracias a Diághilev, como apuntó un crítico francés, "la Rusia provinciana salió a la arena del arte internacional".

Pero la revolución bolchevique de 1917 interrumpió el desarrollo de las relaciones artísticas de Rusia con el extranjero. La gran mayoría de los artistas rusos se vieron obligados a abandonar el país -de los protagonistas importantes del primer cuarto del siglo XX sólo permaneció un puñado: Malévich, Filónov, Tatlin, Ródchenko y El Lisitski- en varias oleadas.

Los proyectos artísticos de los pintores emigrados continuaron en el extranjero, principalmente en París, pero permanecieron ingnorados en Rusia, donde el realismo socialista era lo único reconocido. Esto es especialmente válido para aquel grupo que continuó la tradición abstraccionista, prohibida en la URSS, después de los años cuarenta, como de Staël o Lanskoy. La exposición muestra que los artistas de origen ruso siguieron profundizando en las transformaciones de su arte conjugando, a veces paradójicamente, la tradición cultural de su patria con la de la cultura francesa.

<i>Retrato de Pablo Picasso con una máscara</i> (1956), de María Marevna.
Retrato de Pablo Picasso con una máscara (1956), de María Marevna.
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