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Crítica:APROXIMACIONES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Rayuela' a saltos

La fosforescencia del semicírculo y las casillas en la portada negra anticipaba la visión final del libro. Al volver a abrir mi primer ejemplar de Rayuela, fané y desencuadernado, daba un salto de casi cuarenta años. En la esquina superior derecha de la primera página, a lápiz, 290, el precio en pesetas elevado entonces que no lo era tanto de tener en cuenta que ese libro era efectivamente "muchos libros". Comprado en un librero madrileño de la calle de Preciados, según indica el sello en la última página, no tardaría en convertirse en uno de mis libros más preciados. Al cabo de varios meses, y alguna reclamación, tenía por fin en las manos la primera edición de esa novela publicada en Buenos Aires el 28 de junio de 1963. (Desde la adolescencia la literatura era algo prohibido que venía de Argentina). Debió de ser a mediados de octubre porque en un quiosco de la Gran Vía, llamada entonces José Antonio, se anunciaba a todo color el adiós a Piaf. (Al mismo tiempo desaparecía Cocteau, tan importante para un tal Cortázar). Tenía prisa por llegar a casa y cortar las páginas, para encontrar a la Maga, o al Mago del hago y deshago, y bajando por la calle de Alcalá ya estaba del lado de allá, al otro lado de la página apenas atisbada, imaginando la Rue de Seine, la luz ceniza y olivo de un río que, quién me lo iba a decir entonces, iba a tener mucho después a todas horas ante los ojos. En 1974, Julio Cortázar me dedicaba ese releído raído reído ejemplar, tan socorrido, que fue un salvoconducto para pasarme de la rayuela y salirme de mis Castillas.

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1. Algunos años antes, en 1970, dialogando con Octavio Paz en Londres, observaba que Rayuela le quitó el corsé a esa señora un poco pesada que era nuestra novela y la obligó a hacer ejercicio. Los años no pasan en balde y ahora, cursi e ricorsi, parece que se lleva de nuevo el corsé, el discurso decimonónico que es el canónico para tantos fabricantes emprendedores de comienzos del siglo XXI.

2. Por el humor se sabe dónde está el juego y comprobé más de una vez que el lector sin sentido del humor se quedaba enseguida fuera de juego, del hagan juego, en una novela cómica como Rayuela. Por el amor se sabe dónde está el fuego, todos los fuegos encendidos de amadores, que arden en Rayuela desde "esa ligera llama rosa" que podemos alcanzar con la lengua.

3. Ante algún perfecto desconocido, verdaderamente impenetrable, Cortázar solía dejar caer como por azar el nombre salvador de Dalí... De modo parecido, mi test reactivo es Rayuela, para tratar de saber con y de quién se trata, y ganar tiempo, porque enseguida el lector de principios echa de menos el final, un final fijo, resulta un libro algo excesivo, ¿no le parece?, momento perfecto para el final del juego y apresurar la despedida.

4. Recordaba una conversación con Julio Cortázar sobre humor negro y blanco de España, a finales de los setenta, en el hotel Palace de Madrid, que yo solía llamar Palace Ateneo, porque allí paraban tantos escritores. En ese hotel había vivido permanentemente un periodista y humorista gallego, Julio Camba, que probablemente Cortázar no había leído, aventuré, para afrenta de lector tan omnivoraz. El autor de Rayuela conocía de sobra al autor de La rana viajera, y a otros humoristas galaicos, pero la mejor explicación me la daría mucho después Carlos Fuentes: "Julio conocía a todos sus tocayos". Alguno como Julio Casares le facilitaría con su Diccionario los llamados "juegos en el cementerio" de Rayuela.

5. Una pareja que se besaba junto a las barcazas del canal Saint-Martin, en el penúltimo capítulo de la novela Monstruario, gracias a la ósmosis de la literatura y a los besos comunicantes se desdoblaba en Horacio y Lucía, para llamar por su nombre a aquellos amantes del Sena rioplatenses, que en la distancia acababan reducidos a un enrevesado anaglifo o jeroglífico glíglico.

6. Me parece que una palabra clave de Rayuela es invención, así en cursiva en la novela, la invención de cada día, al clavar el dardo en el centro de la realidad cotidiana, y transformar cualquier cosa banal en lo nunca visto, como muestra Picasso al poner su pica en Flandes y darle la vuelta al manillar de la bicicleta sobre el sillín invertido, su modo de tomar el toro por los cuernos y activar el trofeo atrofiado. La invención en Rayuela es doble: quitarle a lo extraordinario el extra y añadírselo a lo ordinario.

7. Había proyectado con el poeta y crítico Saúl Yurkievich un Libro de Rayuela, juego al que Julio Cortázar iba a prestarse, un recorrido casilla a casilla por la novela dialogando y divagando con su autor, pero la muerte -el 12 de febrero de 1984- impulsó el guijarro fuera, al limbo de los proyectos.

8. Poco antes de ponerme a saltar por esta rayuela de recuerdos, iba por el Quai de la Mégisserie con un joven escritor español, Eloy Fernández Porta, recién llegado a París para preparar un libro de conversaciones conmigo, y al pasar junto a los peces de abril, que abrían la boca desde sus bocales al sol, evoqué a los protagonistas de Rayuela allí mismo, en éxtasis ante las peceras, y pude comprobar que los rayos de Rayuela siguen iluminando y alegrando a lectores y escritores veintiañeros. Y recordé que el pez solo se entristece y entonces basta ponerle un espejo y el pez empezaba de nuevo a estar contento... Las páginas espejos de Rayuela también animan al lector axolotl solitario.

9. Participé en un homenaje a Julio Cortázar, a los cinco años de su muerte, en la sede de la Real Academia de la Lengua Española, nada menos. Cuando me llegó el turno, recuerdo que empecé así mi discurso: "Agradezco al autor de Rayuela que me haya permitido entrar en la Academia...", y se me atragantó la carcajada, no por el dislate, sino por la máscara de luna llena enharinada de la señora que trataba de irse del salón equivocado y no podía ser otra que la pianista Berthe Trépat sin duda de tournée en Madrid.

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En el Cielo o semicírculo de la portada de mi primera Rayuela está inscrito Julio Cortázar. El cielo de un autor son sus lectores -la calidad cuenta más que la cantidad- y el lector cómplice de Rayuela recorre y descorre las casillas para llegar al cielo abierto en que autor y lector (o coautor y colector) completan la figura de su propia constelación.

Existen diversas ediciones de Rayuela, de Julio Cortázar, en Alfaguara, Alianza, Cátedra, Punto de Lectura y la Colección Archivos.

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