El desencanto perjudica a los dos grandes partidos de México
La abstención puede superar el 50% en las elecciones del domingo
"Nuestra arma secreta para ganar las elecciones se llama Vicente Fox", ironizan los propagandistas del PRI. La oposición confía en que el desencanto reflejado en las encuestas sobre los dos años y medio de la presidencia se traduzca en su victoria en las legislativas que el domingo renuevan la Cámara de Diputados. La abstención puede superar el 50% porque el desencanto existe, pero también con la oposición. El cambio no ha llegado.
No obstante, una lacra comienza a disminuir en México y se llama secuestros. El endurecimiento del Código Penal del Distrito Federal, que alberga a más de 20 millones de personas, parece haber sido importante: un 26% menos, según las fuentes consultadas. El llamado secuestro express, las horas necesarias para desvalijar y vaciar tarjetas de crédito, era delito menor. Ahora es grave y con penas de hasta 12 años de prisión.
Pero la reforma del Estado no preocupa a la mayoría de los cien millones de mexicanos, el 51,1% en la pobreza, porque la perciben compleja, y la fiscal, laboral y energética, que analiza el Congreso, tampoco les resulta familiar. La persistencia de la miseria, pese a las aseveraciones oficiales de que se han rescatado de sus filas a 3,4 millones de personas, la delincuencia y la pérdida de más de 300.000 empleos formales en las cadenas de montaje de la frontera preocupan. Fox, investido en diciembre de 2000, había prometido un millón de trabajos nuevos. Los conseguidos se localizan en los negocios familiares, la informalidad y el tenderete, todos sin Seguridad Social: 1.426.101, según datos oficiales. El PIB apenas crecerá este año dos puntos.
El abstencionismo no debe ser interpretado como indiferencia, según algunos analistas, sino como el arma del desencanto, del castigo al Gobierno y a los partidos. Fernando Mejía, columnista de la revista Milenio, enumera entre sus causas el abuso de poder, el despilfarro de los recursos económicos, con fondos públicos, utilizados en la propaganda partidista, a los actos de corrupción en su empleo y a campañas paupérrimas en propuestas. "Son lastres que el país aún padece", dice. "Se fortalece la idea entre la población de que los partidos son, ante todo, negocios". El Estado destinó 500 millones de dólares para sufragar gastos de los partidos.
Paralelamente, la actual Administración nació gafada, según Jonathan Heath, ejecutivo de una firma de estudios financieros. "Lo peor ha sido la mala suerte que ha tenido el Gobierno. Fox asumió cuando empezaba la recesión, que duró 30 meses, y un contexto internacional adverso. Lo bueno, que no han deteriorado la macroeconomía". El Gobierno aprobó este año subsidios récord para el sector agrícola y sus programas sociales han merecido los elogios de instituciones internacionales, pero son considerados parches por la oposición.
Las reformas estructurales reclamadas, que según sus promotores multiplicarían los ingresos y la modernización política, sólo podrán ser aprobadas con cambio decisivo en la correlación de fuerzas de la Cámara de Diputados, en la que ningún partido tiene mayoría absoluta y previsiblemente no la tendrá tampoco después del domingo.
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