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SALUD

Oftalmólogos de Valladolid pasan consulta a 7.000 kilómetros de distancia

La universidad castellana y el Instituto Oftalmológico Nacional de Angola colaboran desde hace dos años en el telediagnóstico de pacientes en tiempo real y con tecnología de última generación

María tiene poco más de 40 años y ha ido al hospital porque ha perdido la visión del ojo derecho. Se ha tenido que desplazar desde la periferia de Luanda, la capital de Angola, para llegar a primera hora del día al mejor "hospital de ojos" del país. Su ojo será diagnosticado a 7.000 kilómetros de distancia.

Ese centro, de carácter semi-gratuito, es el Instituto Oftalmológico Nacional de Angola (IONA), en el que España ha invertido tres millones de euros.

La doctora Luisa Paiva, angoleña como la paciente, ha optado por llevarla a la sala del angiógrafo, una sofisticada máquina que permite fotografiar el fondo de ojo inyectando una solución fluorescente de contraste, sin la cual sería imposible diagnosticar.

El aparato, enviado por España unas semanas antes, ha digitalizado y comprimido las imágenes, que se mandan por Internet desde Angola al Instituto de Oftalmobiología Aplicada (IOBA) de la Universidad de Valladolid, cuyos especialistas tutelan el proyecto y colaboran con los médicos angoleños, muchos de ellos formados en la capital del Pisuerga.

Las imágenes del fondo de ojo de María enviadas por la Red ocupan en pocos segundos la pantalla de uno de los ordenadores del IOBA de Valladolid, frente al cual un equipo de oftalmólogos se dispone a analizarlas y a emitir una opinión médica que ayude a sus colegas.

Las fotos del angiógrafo son de excelente calidad y entran a borbotones en el ordenador de Valladolid, cuyos médicos piden a sus colegas de Angola un resumen de la historia clínica de la paciente. Llega rápidamente por e-mail. Tras estudiar los síntomas, los datos de Angola y las fotos, el diagnóstico es preciso: vasculitis.

José Carlos Pastor, director del IOBA, explica que la enfermedad de María "es una inflamación de los vasos producida por un germen" y que ha sido posible diagnosticarla gracias al angiógrafo y al envío urgente de las imágenes.

En poco más de media hora ha sido posible conocer, estudiar y tratar una enfermedad que de otra manera hubiera sido casi imposible diagnosticar. En Luanda y en Valladolid los médicos están convencidos de que la telemedicina va a ayudar a muchas personas.

Esto ocurrió en septiembre de 2001. Ahora estamos en julio de 2003, en pleno invierno angoleño, con temperaturas que nunca bajan de 23 grados. Mandume, un luandés de 20 años, ha ido al IONA aquejado de una rara y grave enfermedad que los médicos de ambos países han podido diagnosticar siguiendo los mismos pasos que hace dos años, aunque mucho más deprisa gracias a la mejora de las líneas de transmisión de datos.

El director del hospital oftalmológico de Luanda, H. da Costa David, sonríe al recordar que para mandar las primeras imágenes, en 2001, dependían de un satélite geoestacionario hacia el que había que orientar una antena que no siempre daba resultados.

Hoy el hospital está conectado a la Red por una línea terrestre de alta velocidad, que permite la conexión instantánea y de manera totalmente fiable. "Aquello nos parece ahora muy primitivo", recuerda el doctor Da Costa, "pero inauguró para nosotros una etapa clave en el desarrollo de un sistema de diagnóstico impensable hasta ese momento".

En el hospital angoleño nadie pone en tela de juicio la vitalidad de una Red que no sólo se utiliza para enviar imágenes a distancia, sino también para efectuar comunicaciones constantes entre los profesionales de Luanda y Valladolid, y para consultar libros, textos, historias clínicas y experiencias profesionales de cualquier lugar del mundo. "El problema ahora es saber elegir entre tantísima información", señala el director del hospital, al que acude una media de 100 pacientes por día. "Las posibilidades que ofrece la Red para enviar imágenes a distancia y para participar en sesiones clínicas que se celebran en otro país son un salto espectacular que hará cambiar naciones y conceptos en muy poco tiempo".

Un país donde nadie sabe poner lentillas

Dentro del Instituto Oftalmológico de Angola, la imagen de un ojo enfermo se dispone a atravesar África de sur a norte para llegar hasta Valladolid, donde será analizada. Fuera del Instituto Oftalmológico, miles de angoleños se buscan la vida vendiendo cosas inverosímiles o lustrando zapatos. Las batas blancas del personal del IONA contrastan con la mugre exterior.

Pero la Red y las nuevas tecnologías en general empiezan a desempeñar un papel de gran importancia en Luanda, donde cada año se multiplican los teléfonos móviles. Sin embargo, las conexiones a Internet son muy escasas y a veces dependen de factores complejos y de gestiones más complejas todavía, tal como sucedió con la conexión entre el Instituto Oftalmológico de Angola con el IOBA en Valladolid, servida por una antena que cuelga desde hace pocos días del Estadio Nacional de Luanda. Para poder colocarla, hubo que movilizar al embajador de España, a una vicemininistra de Sanidad y al mismísimo ministro de Juventud y Deportes, que gestiona el estadio y que sólo puso una condición: que la antena no tapara los focos que iluminan el campo.

La educación a distancia es la esperanza para formar profesionales de grado medio que puedan desarrollar su actividad en cualquier lugar de Angola, un país dos veces y media más grande que España y donde nadie sabe poner lentillas y pocos fabrican gafas.

Este sistema de educar a distancia interesa a las autoridades académicas angoleñas y es una propuesta de los doctores Pastor y Da Costa. El primero quiere que Angola tenga buenos profesionales "formados con los mismos medios que se utilizan para enseñar a los que viven en España y acceden a la universidad". El segundo, H. da Costa David ya está pensando en formar profesionales "que ayuden a más profesionales, no sólo de Angola, sino de otros países vecinos" donde casi nadie practica la oftalmología.

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