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Reportaje:EL DEBATE SOBRE EL ESTADO DE LA NACIÓN

El último gran debate del presidente Aznar

El líder del PP insistió en su táctica de zarandear a Rodríguez Zapatero y negarle capacidad para controlar al Gobierno

"Señor presidente del Gobierno, este debate culmina un tiempo que ha sido fructífero pero duro. Mucha gente ha puesto lo peor de sí mismo para intentar destruirnos y su señoría ha sido objeto de un ataque injusto y zafio..."

En pocos minutos se había escenificado el tono agrio y excluyente que Aznar y su grupo han adoptado en el último tramo de su última legislatura. La delicada frontera entre adversarios y enemigos se hacía imprecisa, incluso en la hora de su último gran debate.

Aznar alzó el micrófono de su escaño y dijo: "Al terminar este debate, que como se ha dicho es mi último debate del estado de la nación, quiero expresamente dar las gracias a mi grupo parlamentario,el Grupo Parlamentario Popular, por el apoyo que ha manifestado en todo momento y en todas las circunstancias, en este debate y en todos los debates del estado de la nación...". Ni el más leve asomo de reconocimiento, siquiera institucional, para el resto de la Cámara.

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Aznar prometió regeneración democrática, y aseguro que haría del Parlamento el símbolo del debate libre, con comisiones de investigación cuya creación no dependiese de la voluntad del partido mayoritario, pero en los últimos meses el Grupo Popular ha cercenado la creación de comisiones sobre la catástrofe del Prestige, la muerte en accidente aéreo de 62 militares españoles o la intervención en la guerra de Irak sustentada en la existencia de armas de destrucción masiva. Las mayores dificultades para el Gobierno durante el último año.

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Ni el más leve asomo de autocrítica por la catástrofe ecológica y mucho menos por el accidente aéreo se deslizó en las intervenciones de Aznar: simples accidentes que deben atribuirse al azar.

El gran asidero durante el debate, lo que parece ser el mayor patrimonio de su testamento político es la economía. Los logros son evidentes y dificilmente rebatibles, aunque la oposición le acuse de haber desatendido servicios públicos esenciales en aras del défitic cero.

En lo puramente político, su gran pilar de apoyo es la defensa de la Constitución para denunciar que hay problemas de cohesión territorial, pero Zapatero le recordó que "este problema serio que tenemos hoy, lo tiene España gobernando usted desde hace siete años". Y no dejó de decirle que en Cataluña el PP apoya a CiU con un proyecto cercano al de Ibarretxe en el País Vasco y que los socialistas rechazan.

La táctica de Aznar durante el debate que concluyó ayer fue la misma que ha instituido desde hace tiempo: replicar trasladando responsabilidades al adversario, bien por su comportamiento anterior cuando gobernaba, bien por su actitud actual en la oposición.

Las respuestas de Aznar en las sesiones de control de los miércoles se han convertido en muchas ocasiones en un intento de transferir responsabilidades a la oposición e, incluso, en una actitud retadora para que la oposición respondiese de cuestiones que le planteaba el presidente. Una especie de oposición de la oposición que, en opinión de sus adversarios, quebraba las reglas del juego parlamentario.

Esa actitud permitió que el lunes el portavoz de CiU, Xabier Trias, le acusase de "haber cambiado en cuanto a las formas, puesto que las posiciones dialogantes de antaño [cuando necesitó pactar con CiU para formar gobierno en 1996 y al principio de la actual legislatura] se han ido sustituyendo de manera progresiva por decisiones tomadas sin ningún diálogo previo y desde posiciones cercanas a la prepotencia, lo que demuestra que su voluntad de diálogo era más debida a la necesidad de pactar con otras fuerzas políticas que al convencimiento...".

Gaspar Llamazares, líder de IU, acusó abiertamente al Gobierno de intentar "criminalizar" las posturas de la oposición. Hace dos semanas, el diputado de IU Felipe Alcaraz presentó una interpelación para denunciar que el Gobierno había roto un valor esencial de la vida democrática desde la transición: admitir la existencia del contrario, intentando vencerle políticamente sin tratar de destruirlo

El tono agresivo que la oposición viene denunciando en los comportamientos de Aznar se hizo más evidente en el último debate sobre el estado de la nación.

Aznar no se conforma con replicar, defenderse de las acusaciones o explicar sus políticas. Su terreno preferido y más frecuente es el ataque al adversario. El desprecio que muestra hacia Llamazares es casi infinito. Para Aznar, su política "es histórica y actualmente la más vieja, la más declinante, barrida por el viento de la historia". Eso después de decirle que "es difícil concebir que haya personas que tengan una mente tan malvada para cometer o imaginar las cosas que usted piensa".

Pero Llamazares, al fin y al cabo, es pieza política menor en el conjunto del hemiciclo. La vocación por destruir al adversario se pone de manifiesto en cada enfrentamiento con Rodríguez Zapatero.

La pauta para atacarle en este debate ha sido negarle su condición de líder e, incluso, advertirle de que peligra su posición y de que puede ser barrido por sus propios compañeros.

"Yo no voy a ser candidato a las próximas elecciones a la presidencia del Gobierno", le dijo al líder socialista el lunes por la tarde. "Lo que no sé es si lo va a ser usted. Lo que no sé es si lo va a ser usted, fíjese, Lo que no se es si lo va a ser usted. Es seguro que yo no lo voy a ser; lo que no sé es si lo va a ser usted". Cuatro golpes seguidos, sin tregua, machacones, hurgando sin piedad en la herida de una supuesta debilidad de Zapatero dentro de su partido.

Y luego más con idea de hacer blanco en la misma diana: "Empiece por regenerar su propio partido (...), porque si no lo hace pronto y rápido hay algunos que tienen ganas de regenerarle a usted antes de tiempo". "Empiece por poner algo de tranquilidad y de orden en su propio partido y de aclarar ideas". "Resuelva sus problemas, ponga orden en su casa y luego venga a hablar de regeneración" "Yo creo que ataca usted al Gobierno para que no le ataquen a usted demasiado en su partido".

Son afirmaciones que cuestionan la legitimidad política de la figura principal de la oposición para exigirle cuentas al Gobierno y a su presidente. Antes que respuestas hubo acusaciones dirigidas al adversario. Algo así como ¿quién es usted para pedirme a mí explicaciones?

El presidente del Gobierno, José María Aznar, en el Congreso. 

/ MIGUEL GENER
El presidente del Gobierno, José María Aznar, en el Congreso. / MIGUEL GENER

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