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Los bancos centrales piden una política monetaria que evite la deflación

El Banco de Pagos Internacionales (BIS) avisa del peligro de un desplome de los precios

Cristina Galindo

El peligro para la economía mundial sigue estando en el descontrol de los precios, pero no porque suban, sino por el riesgo de que se desplomen. Con esta premisa, el Banco de Pagos Internacionales (BIS), que agrupa a los principales bancos centrales , urge en su informe anual a llevar a cabo importantes "retoques" en la política monetaria para combatir el riesgo de deflación y propone que se eleven o se amplíen los objetivos de inflación. Una caída generalizada de precios tendría consecuencias negativas sobre el crecimiento, el empleo y el sistema financiero, advierte el BIS.

"Debe considerarse seriamente esa posibilidad de deflación",dice el informe anual del Banco de Pagos Internacionales (BIS, en sus siglas en inglés)

que se publica hoy. La política monetaria se ha centrado en los últimos años en la lucha contra una inflación alta, que fue en su día una de las principales causas de la crisis internacional de principios de la década de los noventa. Ahora, también en plena fase de desaceleración, la economía mundial se enfrenta a la amenaza, contraria: el desplome de los precios, sobre todo en Estados Unidos y Alemania.

El BIS critica la utilización de la política monetaria como único método de reactivación económica y cuyas medidas -bajada de tipos de interés y control de inflación- se han demostrado ineficientes.

"A la vista de estas posibilidades, los bancos centrales, junto con las autoridades fiscales y supervisoras, tal vez deseen investigar el conjunto de opciones de política económica disponibles para hacer frente a las fuerzas deflacionarias mucho antes de que aparezcan realmente", señala el organismo, que certifica que "el logro de la estabilidad de precios no ha sido suficiente" para impedir la inestabilidad financiera.

El BIS propone alternativas a las rígidas políticas monetarias. Una primera sería la de que los bancos centrales con un objetivo de inflación -como el Banco Central Europeo (BCE), que lo sitúa ahora en el 2% para la zona euro- se atrevan a subir el listón.

La otra alternativa propuesta es sustituir ese objetivo fijo por una banda de inflación, con límites superiores pero también inferiores. "Con este sistema, si el nivel de precios desciende por debajo de su nivel objetivo, las autoridades monetarias introducirían medidas de flexibilización, al igual que ocurre con el objetivo de inflación" actual, explica el BIS. La diferencia, y "ventaja principal", es que con este cambio se podrían introducir "medidas más agresivas", como impulsar una inflación alta de forma temporal.

El BIS, que en su día ya vaticinó la crisis asiática, no es el único organismo internacional al que le preocupa la deflación. Otros como el BCE, el Fondo Monetario Internacional y la Reserva Federal estadounidense han hecho mención explícita sobre este peligro en los últimos meses, aunque minimizando el peligro de que finalmente ocurra.

La amenaza surgió en EE UU en abril pasado, cuando la inflación cayó tres décimas, el mayor retroceso en año y medio, hasta un índice interanual del 2,2%. El mismo temor recorre Alemania, motor de crecimiento de la zona euro. Los precios cayeron hasta el 0,7% interanual en mayo, aunque se recuperaron al 1% en junio.

Para algunos expertos, la sombra de la deflación es más que una amenaza, una señal de que las principales economías del mundo se encuentran en el atolladero, a pesar de los numerosos recortes del precio del dinero, que están bajo mínimos (un 1% en EE UU, el más bajo en 45 años; y un 2% en la zona euro, el menor desde la II Guerra Mundial). La economía de la eurozona se estancó en el primer trimestre del año y Suiza, Alemania, Holanda y Portugal han entrado en recesión.

El precedente japonés

Los riesgos de deflación no deben exagerarse, puntualiza el BIS. Pero también advierte de que este fenómeno, que puede llegar a ser muy peligroso para la economía, casi nunca es percibido a tiempo, como sucedió en Japón. El impacto de la deflación sería grave si, en un contexto de caída de precios y desaceleración económica pese a los recortes de tipos, los salarios y el nivel de endeudamiento continuaran subiendo, señala el BIS, condiciones que se dan "en muchos países" y que podría afectar al empleo.

Una espiral deflacionista, de producirse, afectaría también al sistema financiero, e incluso "causar quiebras en instituciones financieras y alterar el buen funcionamiento de los mercados".

En el informe, el BIS analiza la evolución de la economía internacional en el último año. Un aspecto positivo, señala, ha sido la capacidad de reacción del sistema financiero, en especial los bancos, aunque advierte de que "han comenzado a aparecer algunas tensiones" que se agudizarán si la recuperación, prevista para el segundo semestre del año, no logra consolidarse y siguen subiendo los niveles de endeudamiento de empresas y familias.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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