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Aznar y Zapatero recomponen el consenso sobre el futuro de Europa

El líder del PSOE marca diferencias con el presidente en inmigración y seguridad

El proyecto de Constitución elaborado por la Convención europea, que ambos alaban, y el informe sobre política de seguridad presentado por el Alto Representante, Javier Solana, en el Consejo Europeo de Salónica, que ambos comparten también, centraron ayer un nuevo clima de diálogo sobre estos temas entre el presidente del Gobierno, José María Aznar, y el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, tras meses de guerra parlamentaria en torno a Irak.

Aunque el consenso básico esté trufado de diferencias, el hecho es que Izquierda Unida se quedó sola en la trinchera.

Aznar se felicitó por "el valioso documento elaborado por la Convención", aunque sugirió que intentará restablecer el peso que dio a España en el Consejo el Tratado de Niza y reiteró que someterá la futura Constitución a referéndum, coincidiendo con las elecciones al Parlamento Europeo de 2004, si está lista. Zapatero calificó el proyecto de la Convención de "muy importante", aseguró que, gracias a ese borrador, "Europa estará más cerca de los ciudadanos y será más democrática", y ofreció al Gobierno el "pleno apoyo" del PSOE en la batalla por el Consejo.

El presidente del Gobierno dijo que está de acuerdo "con las líneas generales y con muchas de las líneas particulares" del informe de Solana, cuyas recomendaciones encuentra "muy razonables". El líder del PSOE afirmó que "comparte" las orientaciones de ese documento, que "marca una estrategia conjunta para el debate".

A partir de ahí, Zapatero señaló una diferencia básica de interpretación, ya que lo que para Aznar son perspectivas de "acciones preventivas" frente al terrorismo internacional y la proliferación de armas de destrucción masiva, para él significa, ante todo, una primacía de la acción política. Subrayó el líder socialista que el documento de Solana, que será debatido por los Quince el próximo diciembre en Roma, habla ciertamente de los problemas que destaca Aznar, pero también de multilateralismo, de la acción diplomática, no militar, del imperio de la Carta de Naciones Unidas y de la importancia que tiene para la seguridad mundial la lucha contra el hambre que amenaza a 45 millones de hombres del planeta.

"Esto es lo más importante del documento para nosotros", dijo Zapatero, que concluyó: "El camino

[de la seguridad mundial] no son las Azores, sino un eje articulado de diálogo entre Washington, Nueva York y Bruselas". No hizo más referencias directas a la polémica sobre Irak, de modo que el líder de IU, Gaspar Llamazares, fue el único que trató de llevar a Aznar hasta la discusión, que los populares rechazan, de dónde están las supuestas armas de destrucción masiva de Sadam Husein.

El presidente del Gobierno se limitó a negar que hubiera mentido al Parlamento durante la guerra sobre este tema. También aseguró que si él está de acuerdo con las líneas trazadas por Solana es porque son las que él defendía antes de que el Alto Representante las escribiera y afirmó que Zapatero no puede exhibir la misma "coherencia". Queda por ver si el socialista aprovechará el debate sobre el estado de la nación, el 1 de julio, para desenterrar el hacha de guerra.

Integración de inmigrantes

Otros temas de la Convención y del Consejo de Salónica dieron oportunidad al líder del PSOE para criticar la acción del Gobierno, empezando por la inmigración, que en opinión de Zapatero merece unas conclusiones europeas "más equilibradas y razonables" que las que Aznar promovió hace un año en Sevilla. Destacó que la cumbre de Salónica ha supuesto "el reconocimiento de la importancia de la integración" de los inmigrantes legales y que, contradiciendo el discurso de Aznar, no menciona ninguna relación entre inmigración y delincuencia.

"Le emplazamos a que, en coherencia con el espíritu de esas conclusiones, busque el consenso

sobre inmigración, porque llevamos ya tres reformas, tres leyes, tres ministros y tres fracasos", dijo Zapatero. Aznar replicó que la aportación española a la política europea de inmigración es tan evidente que no puede entender que sea cuestionada.

El líder socialista pidió también al Gobierno que considere que "el texto de la Convención exige redefinir el papel de las comunidades autónomas en la formación de la voluntad del Estado y reformar el Senado" para convertirlo en la cámara de las autonomías.

El portavoz de CiU, Xavier Trias, dijo que su partido no comparte que el proyecto de Constitución "defina a la Unión Europea como una unión de ciudadanos y ciudadanas y como una unión de Estados" y lamentó que "todos los esfuerzos de nuestros representantes" populares y socialistas en la Convención "se hayan dirigido a evitar que aparecieran las referencias al papel de los pueblos, de las naciones sin Estado y de las regiones". "Cataluña", afirmó, "era un bastión importante de Europa muchos siglos antes de la existencia de España y del Estado español".

El peneuvista Iñaki Anasagasti, refiriéndose a la actitud del Gobierno en la Convención en relación con este mismo tema, dijo: "Nosotros queremos quitar fronteras. Ustedes, hacerlas inamovibles, eternas". Aznar replicó que lo que la Convención ha sancionado es que "ni en su marco ni en ninguno de sus Estados caben aventuras secesionistas".

Un punto en el que coincidieron Zapatero y Llamazares fue en criticar el empeño del presidente del Gobierno porque el preámbulo de la Constitución mencione las raíces cristianas de la cultura europea, pese al carácter estrictamente laico de la Constitución española. Aznar reiteró lo que dijo en Salónica sobre este tema: que no quiere una Constitución confesional, y que la mención que promueve no es una cuestión religiosa, sino meramente histórica.

José María Aznar charla con el ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, ayer en el Congreso.
José María Aznar charla con el ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, ayer en el Congreso.GORKA LEJARCEGI

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