¿Quién va a impartir la asignatura?
Aparte de otras muchas consideraciones que se podrían hacer al caso, resulta chocante ver cómo el Ministerio de Educación y Cultura ha improvisado en la reciente regulación de las clases de religión en las escuelas. Se habla de poner la religión en igualdad con las matemáticas o la geografía, pero a nadie se le esconde que la fe no tiene, ni puede tener, el mismo estatus epistemológico que la ciencia, pues entonces dejaría de ser fe.
Sorprende también que se quiera conceder el estatuto de materia de contenido académico y valor científico a una asignatura titulada "Sociedad, cultura y religión" propuesta como alternativa única a la religión confesional. No es que no se pueda versar con rigor sobre tales asuntos, es que en España no disponemos de titulados universitarios realmente especializados en ello. Los actuales profesores de filosofía o de historia no pueden acreditar curricularmente un conocimiento especializado -no meras generalidades- sobre la historia o la sociología de las religiones, como el que se le exige, por ejemplo, a quienes van a impartir física o biología. No vale con habilitar administrativamente a estos profesores. Eso es dar gato por liebre.
Si se quiere imponer una alternativa seria a la clase de religión y no tan sólo cubrir el expediente para dar satisfacción a los círculos eclesiásticos, primero hay que formar con rigor y ciencia a los futuros docentes. Lo contrario es empezar la casa por el tejado.
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