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Reportaje:

El anillo marrón de Vitoria

La expansión urbanística ha invadido polígonos industriales de la periferia, iniciando conflictos vecinales

Vitoria es un ejemplo de ciudad ecológica. Premiada cada año por su cuidado del medio ambiente, tiene en el Anillo Verde uno de sus mayores atractivos. Esos parques periféricos de la ciudad, con sus millones de metros cuadrados, tienen, sin embargo, unos vecinos menos ecológicos. Una serie de polígonos industriales perviven en los alrededores de la capital alavesa, sobre todo en el arco norte (Ali Gobeo, Arriaga, Larragana, Gamarra y Betoño). Ahora, empiezan a surgir colectivos vecinales que se rebelan contra la contaminación que producen.

Ni siquiera Vitoria está a salvo de un problema muy común en otras ciudades: lo que hace décadas era la periferia industrial, hoy ha sido invadido por zonas residenciales. Es, por tanto, más una cuestión urbanística que ecológica. El conflicto más actual se localiza en Betoño. Allí, en un pueblo absorbido ya por la ciudad, coexisten zonas deportivas, como el Buesa Arena y una ciudad deportiva del Alavés, con una nueva área residencial y varias industrias pesadas. El ordenamiento urbanístico ha permitido que esto ocurra, pero empieza a generar conflictos.

Las primeras quejas surgieron en 1999. Para corroborar sus sospechas, los vecinos pidieron al Ayuntamiento que tomara mediciones atmosféricas. Las ha realizado, y las conclusiones son claras: "La situación no es preocupante, ni peor que en otras zonas de la ciudad", aseguran fuentes municipales.

Pero la junta administrativa de Betoño, compuesta por unos 500 vecinos, no piensa igual. No les ha convencido el estudio y han contratado un informe a Rubén Cerdán, consultor medioambiental, quien constata que el Ayuntamiento no ha seguido los pasos reglamentarios. "La ley exige un año de mediciones y sólo se hizo durante 35 días", sostiene. Cerdán entiende que "se incumple la ley básica" porque debería existir un mínimo de dos kilómetros de distancia entre las viviendas y esas industrias, "y aquí sólo hay 600 metros. Quien diseñó Betoño lo hizo mal".

Pedro Antonio López, presidente de la junta administrativa, dice que con sus quejas no pretenden "ni litigios con el Ayuntamiento ni quitar puestos de trabajo en esas fábricas, pero sí una solución a este problema de salud pública" que sufren, "con humos, olores y ruidos". Al menos, exigen medidas correctoras a las empresas contaminantes.

En algunos casos, la situación es extrema. Uno de los bloques de viviendas más cercanos a la zona industrial ha denunciado esta semana al alcalde y a los concejales de Urbanismo y Medio Ambiente al entender que el Ayuntamiento no ha controlado la contaminación de las empresas. El consistorio admite el problema de los vecinos, algunos de ellos con trastornos respiratorios, y les ha propuesto un realojo, pero no se ha llegado a un acuerdo.

El problema de Betoño no es el único. Cerca de allí, en Zaramaga, la presión vecinal logró el traslado de la acería de Sidenor, con una alta contaminación acústica. En esos terrenos se está construyendo ahora el mayor centro comercial del País Vasco. En el sur, en Adurza, también se ha firmado el traslado de dos empresas en cuyo suelo se levantará una zona residencial.

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