Peñafiel se creía "traicionado" por López Valdivielso
El teniente coronel se mostraba dispuesto a llegar "hasta donde hiciera falta" para que se le restituyera su "honor y dignidad"
El teniente coronel Antonio Peñafiel, de 51 años, separado y sin hijos, consideraba "una injusticia y una traición" su apartamiento de la Comandancia de la Guardia Civil de Albacete, por lo que trató de que se le escuchara en los medios de comunicación. Peñafiel, que creía contar con la confianza del director general del instituto armado, Santiago López Valdivielso, se consideró traicionado por éste cuando lo relevó del cargo el pasado febrero alegando que se encontraba en una situación de "inestabilidad o desequilibrio emocional". El teniente coronel había mostrado a EL PAÍS su intención de llegar "hasta donde hiciera falta" para conseguir que su caso se conociera y, como él decía, se le restituyera "su honor, dignidad y honestidad profesionales".
Peñafiel había contado que López Valdivielso se había opuesto en un primer momento a relevarlo de manera fulminante sin antes abrir una investigación interna, y en todo momento acusaba de su situación al comandante Isidoro Turrión (uno de los dos guardias civiles fallecidos).
Lo primero que hizo Peñafiel, como confirmaron algunos de sus subordinados en Albacete, fue "intentar llevar la racionalidad a la Guardia Civil", según sus propias palabras. También se propuso acabar con los privilegios de los oficiales del puesto de Albacete. Para ello repartió equitativamente los descansos de fin de semana, que hasta su llegada disfrutaban casi en exclusividad los oficiales, así como los complementos de productividad de 1,5 millones de euros que recibía anualmente la Comandancia. Antes de su llegada, los complementos sólo se distribuían entre la veintena de oficiales del puesto. También trató de implantar un sistema de horarios y acabar con la desorganización existente, a su juicio, en la Comandancia albaceteña para que los guardias conocieran con antelación suficiente sus descansos. Precisamente por estas medidas, los guardias de las escalas inferiores le apoyaron.
Peñafiel contaba a todo el que quisiera escucharle que sus problemas empezaron cuando sancionó, el 7 de noviembre pasado, a Turrión, que era su segundo, por no cumplir una orden del general de zona, Juan Carlos Rodríguez Burdalo -conocido como El poeta, ya que ha publicado varios libros de poesía- de pasar revista cada tarde a un puesto del instituto armado en la provincia. El general, durante su etapa como director de la Academia de Guardias Jóvenes de Valdemoro, había tenido fuertes desencuentros con Peñafiel, que era el jefe de estudios del centro.
El mismo día 7, el general abrió una información previa a Peñafiel. Una quincena de oficiales de Albacete declararon contra él. El general elevó el día 16 de ese mes "una propuesta de cese de destino" de Peñafiel, según explicó ayer López Valdivielso. Éste acordó el 26 incoar un expediente gubernativo por "falta grave" a Peñafiel. "El general había informado de actuaciones no normales en un mando de la comandancia" y "los compañeros habían informado de que tenían la sensación de que no estaba normal, de que no estaba bien", explicó el director general del Instituto armado.
Por todo esto, Peñafiel estaba resentido con el director general de la Guardia Civil (al que había conocido mientras estuvo de segundo jefe en Baleares). También guardaba rencor al médico del acuartelamiento de Albacete, Francisco Naharro, padre de Encarnación Naharro, delegada del Gobierno en Castilla-La Mancha, con quien "desayunaba todos los días". Este médico fue el encargado de firmar el informe médico que certificaba la expulsión de Peñafiel ("¡sin haberme visto antes!", contaba).
A juicio del teniente coronel Peñafiel, que en estos momentos se encontraba a la espera de un nuevo destino, el motivo por el que le habían dado de baja de su puesto no era otro que "haber tratado de llevar la racionalidad a la Guardia Civil". Desde la propia Comandancia, varios de los agentes recuerdan que el expediente de Peñafiel es impecable. Su trabajo en la Comandancia de Albacete, según la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), "originó un descenso importante en el número de agentes con problemas psíquicos, hizo bajar el absentismo laboral por enfermedades psicológicas, los índices de delincuencia sufrieron un importante recorte y los hechos esclarecidos aumentaron en un 15%. Es decir, todo comenzaba a funcionar". "Lo han machacado", decía ayer un guardia que estuvo a sus órdenes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.