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Barcelona intangible

Como ciudad de los prodigios, Barcelona se ha construido a sí misma y a su imaginario colectivo a golpes de grandes acontecimientos internacionales, aventuras/reto de ser en el mundo para ser/creer ante/en nosotros mismos. Colectividad del imaginario sin embargo la del nosotros de los barceloneses, recurridores al nosotros del mundo para construir el nuestro. Fuera/mundo que nos plantea, sin embargo, el reto de salir al mundo para construir Barcelona en el mundo.

Lo que nos remite a la consideración del sistema internacional y del papel de las ciudades en él, y a la de las posibilidades, implicaciones y opciones de éstas. Un sistema internacional en profunda transformación en el qué, el quiénes y el cómo, entresiglos hacia una nueva era emergente; juego internacional en tableros simultáneos con diferentes distribuciones de poder en lo militar, lo económico y lo social; poder duro pero también blando o suave, de atracción de modelos y experiencias. En el que, junto a lo urbano como eje temático emergente de la agenda internacional, las ciudades se configuran como nuevos actores para nuevos temas y nuevas formas de acción internacional. Un sistema internacional en el que algunas ciudades se configuran como nodos de la sociedad/red global, centros de relaciones internacionales, en diferentes grados e intensidades.

Barcelona centro de relaciones internacionales. Objeto de agendas, ambiciones, voluntad política y sueño colectivo

Si bien la capitalidad de un Estado configura a las ciudades que lo son como centros de relaciones internacionales, éste no es el único factor que configura a una ciudad como centro de relaciones internacionales, ni constituye -como muestran Nueva York, Miami, Ginebra, Francfort y Estrasburgo- condición sine qua non para ello. ¿Cuáles son los factores que hacen de una ciudad no capital un centro de relaciones internacionales? Entre ellos, sin ánimo de exhaustividad, procede señalar tanto los objetivos como los subjetivos. Entre los primeros, su población y capital humano, su estructura económica y social, su situación y comunicaciones e infraestructuras, sus actores y políticas culturales, sus instituciones, sus universidades y condición de sede de organismos internacionales o think tanks. Entre los segundos, la propia idiosincrasia, la ambición y voluntad política, y una estrategia al efecto.

Cuestión que se plantea, en el caso de Barcelona, en una España que ha afrontado exitosamente el reto de conducir, fruto y correlato de la interior, una transición exterior que la ha configurado como una potencia media con especial presencia en Europa, América Latina y el Mediterráneo, sin renunciar a planteamientos y objetivos globales; una España transformada en buena medida al hilo de ésta, cuya posición internacional y acción exterior es fruto de la de todos los actores relevantes del Estado y de la sociedad; una España que es en el mundo desde toda España.

Que se plantea, también, con todas sus implicaciones potenciales para España, para Cataluña y para Barcelona. Para España, la apuesta por un Estado que además de Madrid cuente con Barcelona como gran centro de relaciones internacionales, el convencimiento de que su posición internacional global saldrá necesariamente fortalecida con dicha apuesta, que suma y no resta a la necesariamente hecha por Madrid, aportando al conjunto posibilidades de proyección y relación internacional no conseguibles sólo con ésta. Sin olvidar sus implicaciones no sólo hacia fuera, sino también hacia dentro. Para Cataluña, la asunción, como activo de proyección internacional, de la macrocefalia de Barcelona, de que su proyección internacional y su posición en el mundo pasa necesariamente por la conformación progresiva de Barcelona como centro de relaciones internacionales, de que ésta marca la diferencia cualitativa y decisiva en sus posibilidades de proyección internacional respecto a otras naciones sin Estado. Para Barcelona, municipio y sociedad, la de un proyecto y ambición colectiva y objetivo estratégico más allá de lo municipal, lo tradicionalmente municipal al menos.

Si hacemos un alto en el camino, y miramos hacia atrás y hacia delante, desde la conciencia y concepción como proceso de la conformación de una ciudad como centro de relaciones internacionales, en el caso de Barcelona éste no sólo constituye ambición, sueño o deseo, sino en buena medida realidad.

Al volver la vista atrás, perdida queda en la memoria lejana aquella Barcelona preolímpica de vías de tren junto al mar y grises días industriales: la Barcelona posolímpica se ha convertido en destino turístico preferente, referente mundial de diseño, urbanismo y modernidad. Al tiempo que -fruto del esfuerzo e impulso conjunto del Ayuntamiento, la Generalitat y el Ministerio de Asuntos Exteriores- la reciente creación de Casa Asia y del Instituto Europeo del Mediterráneo, y la transformación del CIDOB suponen un avance sustantivo en la conformación de la capacidad de actoría internacional de Barcelona. Sin olvidar que en el ámbito euromediterráneo Barcelona se asocia al proceso de su nombre; ni que el Fòrum 2004, nuevo impulso transformador con el que Barcelona se reinventa a sí misma, puede ser pensado desde la perspectiva del proceso de configuración progresiva de Barcelona como centro de relaciones internacionales. En el horizonte, las preguntas son armas cargadas de futuro: preguntar y preguntarse, saber plantearlas adecuadamente en forma y fondo, abrir el debate, hacer de la construcción de Barcelona como centro de relaciones internacionales objeto de la agenda, la ambición y la voluntad política y el sueño colectivo, constituye el primer paso inexcusable, condición necesaria aunque no suficiente. Producir ideas y pensamiento para la acción, sin olvidar que pensar Barcelona en clave internacional es ya en sí misma una acción potencialmente decisiva, ni que hacer de sí una ciudad que pregunta puede ser para Barcelona una manera de estar y de ser en el mundo, una ciudad desde donde se piensan y se hacen relaciones internacionales.

Preguntas que sobrepasan el propósito de estas líneas responder, pero sí contribuir a plantear, en el qué, el quiénes y el cómo. En el qué, Barcelona puede realizar su vocación de centro de relaciones internacionales no sólo a través del fortalecimiento de los factores determinantes de su potencialidad como tal, sino también con la doble vocación de constitución en escenario de ejercicio de la actoría internacional del Estado, en el pensamiento y los instrumentos para la acción de otros actores internacionales, además de la propia del Ayuntamiento y la Generalitat. Y de la construcción y proyección del poder suave de su atracción como modelo y referente. En el quiénes, todos: desde la apuesta estratégica del Ayuntamiento, la Generalitat y el Estado al compromiso decidido de la sociedad civil. Y en el cómo, se trata de definir los objetivos y las líneas de acción, estrategias y caminos para avanzar hacia ellos, en un proceso tal vez con el parteaguas de un informe, libro blanco o plan estratégico al tiempo fruto de la reflexión y participación y referente para la acción.

Proceso a acometer a la luz de los conceptos de paradigma e intangible como ideas fuerza. Pues la construcción de Barcelona como centro de relaciones internacionales es la de un intangible sobre la base de la asunción de ésta como paradigma. Intangible, sin embargo, determinante del valor global de la empresa, del de Barcelona en el sistema internacional. Sueño de Luther King a realizar desde la pregunta de Kennedy -no preguntes qué puede hacer Barcelona por ti, sino tú por Barcelona-, con la conciencia de que, si bien las utopías no se han realizado nunca del todo en la Historia, sin embargo la han movido.

Manuel Montobbio es embajador en misión especial para el Fòrum 2004.

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