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Reportaje:AMÉRICA LATINA

Dinero congelado en Argentina

Las empresas españolas reducen al mínimo sus inversiones en el país a consecuencia de la falta de actualización de las tarifas

Alejandro Rebossio

Las empresas de servicios públicos de Argentina, entre ellas las de capital español, redujeron a mínimos las inversiones ante la congelación de las tarifas, simultánea a la devaluación del peso en 2002. Recuerdan que antes de la depreciación de esa moneda invertían hasta 20 veces más, pero no especifican cuánto necesitarían desembolsar en la actual economía devaluada y contraída.

Las empresas aducen que la falta de definición de las nuevas tarifas genera un horizonte tan imprevisible que les impide negociar su deuda
A las compañías les cuesta definir cuánto se necesitaría invertir en la Argentina de 2003 para sostener las infraestructuras ya existentes

Si antes de la devaluación del peso, iniciada en enero de 2002, un argentino pretendía que le instalaran una línea telefónica, seguramente su deseo se satisfacía en el mismo día o al siguiente. Después de la depreciación de la moneda, que vino a coronar un largo proceso de crisis, el consumidor debió acostumbrarse a una espera de meses. Eso sí, tampoco se retrocedió hasta los años ochenta, cuando la telefónica estatal tardaba años para conectar a los nuevos clientes.

La rebaja de la calidad de los servicios públicos comenzó por la devaluación, combinada con la congelación de las tarifas, que decidió el anterior presidente argentino, Eduardo Duhalde, ante la grave crisis social del país. Esas dos decisiones no sólo arruinaron el patrimonio de las empresas, cuya deuda en dólares se multiplicó en relación a los ingresos, sino que contrajo su inversión hasta el 5% de la media anual de los años noventa, en que se privatizaron los servicios. Las compañías han exigido a Duhalde y ahora a su sucesor, Néstor Kirchner, un aumento de tarifas para recomponer su ecuación financiera y reanudar la inversión. Algunos sectores, sobre todo el eléctrico, amenazan con un colapso del servicio a medio plazo si continúa postergándose el alza de precios.

A las compañías, no obstante, les cuesta definir exactamente cuánto se necesitaría invertir en la Argentina de 2003 para sostener la moderna infraestructura montada en la década pasada. Sólo se limitan a recordar cuánto desembolsaban antes de la devaluación y lo poco que invierten en la actualidad. El consultor Rafael Ber, de Argentine Research, señala que esta economía suramericana, que se contrajo una quinta parte desde 1998, "no necesita tanta inversión". Argentina es un país que se ha quedado con una infraestructura "sobredimensionada", según Ber. La analista Ana Paula Ares, de Fitch Ratings, observa que las operadoras sólo se ocupan del mantenimiento. "No hay un deterioro de la infraestructura, pero puede haberlo si en los próximos años no se hace nada". Ber advierte de que el peligro se reduce a las insuficientes redes de transmisión eléctrica y agua potable. En este último sector actúa Aguas Argentinas, participada por Aguas de Barcelona (Agbar), que no respondió a la solicitud de información. "En el mercado de telecomunicaciones hay exceso de oferta y en gas y autopistas pueden presentarse algunos problemas puntuales", añade Rafael Ber.

Próximo ajuste

"La inversión de los servicios es baja, pero no son la excepción en la economía argentina", indica el analista Christian Reos, de Allaria Ledesma. De todos modos, supone que sólo en los próximos meses el Gobierno autorizará un ajuste de tarifas.

Telefónica de Argentina desenvainó el año pasado 52,6 millones de dólares, frente a 1.078 millones de 2001, 1.044 millones de 2000 y 1.484 millones de 1999. En aquellos años, las telecomunicaciones estaban en plena desregulación y las empresas se preparaban para la competencia. Un portavoz de Telefónica reconoce que la devaluación del 65% redujo los costes de Argentina, pero aclara que el 75% de los equipos en los que invertía su firma se importaba y, por lo tanto, mantiene su valor anterior. El ejecutivo también admite que un mercado contraído, donde el número de clientes de telefonía fija disminuyó el 7,5% en el último año, precisa menos inversiones. No obstante, se negó a cuantificar la suma que en la actualidad está dejándose de invertir: "No podemos calcularlo porque, como dice el Gobierno, ésta esa una economía de transición".

Metrogas, la distribuidora participada por Repsol YPF, invertía a razón de 47,5 millones por año hasta que en 2002 y 2003 recortó los valores a 12 millones. Una portavoz de la empresa explicó que ese dinero se limita al mantenimiento, dejando para el futuro las tareas de prevención de pérdidas de gas y expansión de la red.

Recortes drásticos

Gas Natural Ban acotó su inversión a cuestiones de seguridad y postergó la ampliación de la red. En lugar de aportar 41 millones como en los buenos años, la filial de Gas Natural soltó 4,5 millones en 2002 y prevé seis millones este año.

Edesur, la distribuidora eléctrica controlada por Endesa, redujo los gastos a niveles "insuficientes para mantener el servicio a medio plazo", según un portavoz. Paga las nóminas, compra energía, ha disminuido a mínimos las inversiones para mantener la red y abona los intereses de su deuda, pero ha debido descuidar la red de alta tensión. Antes invertía 100 millones anuales y ahora sólo 25 millones.

Autopistas del Sol, controlada por Dragados, cumplió con las principales inversiones exigidas por el contrato de concesión y sólo quedaron sin desembolsar 15 millones en 2001 en "obras no prioritarias".

El Grupo Concesionario del Oeste (GCO), controlado por Acesa, asegura que ha continuado con las inversiones destinadas a reparaciones puntuales y refuerzo de calzadas, según lo previsto por su plan de gestión. El año pasado invirtió 2.195 millones de dólares.

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