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La presión fiscal en España ha subido 2,2 puntos desde 1995, más que la media europea

Los impuestos indirectos han ganado peso frente a los directos y las cotizaciones sociales

La presión fiscal en España subió 2,2 puntos entre 1995 y 2001 -hasta situarse en el 35,6% del PIB-, frente a una media de 0,3 puntos en la UE. Los datos publicados ayer por la oficina de estadística europea (Eurostat) muestran que este incremento se encuentra entre los más fuertes de la zona euro, junto con Grecia, Portugal y Austria. El alza se atribuye al proceso de consolidación fiscal vinculado a la integración en el euro y a la expansión económica. El nivel de presión fiscal en España (35,6%) es de los más bajos de la UE (41,1% de media), lo que se explica por la baja tasa de actividad laboral, el fraude fiscal y la reducción de algunos impuestos. Los impuestos indirectos han ganado peso frente a los directos.

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Un informe de la OCDE asegura que la presión fiscal subió en España un 0,4% en 2002

La carga fiscal en el conjunto de las economías europeas no ha parado de crecer durante los últimos seis años a pesar de que el péndulo de las políticas de los gobiernos se está decantando cada vez más hacia el recorte de impuestos. La desaceleración en el crecimiento de la economía, sin embargo, ha permitido hacer ver con un poco más de claridad que hay una tendencia general hacia la estabilización.

En términos globales, la presión fiscal en la UE pasó del 40,8% del PIB en 1995 hasta el 41,8% en 1999, se estabilizó prácticamente un año después y de ahí bajó al 41,1% en 2001. La presión fiscal se calcula mediante la suma de los impuestos directos e indirectos más las cotizaciones sociales en relación al PIB.

A la cola de Europa

La presión fiscal en España (35,6%) es la segunda más baja de la UE, situada entre Irlanda (31,2%) y Portugal (35,9%). Grecia (36,8%) y el Reino Unido (37,5%) también conforman este grupo de cola. Todos los países europeos tienen unos impuestos netamente superiores a la media de las grandes economías de la OCDE (30%), incluidas EE UU (29,6%) y Japón (27,1%). En el grupo con los índices impositivos más altos están Suecia (54,1%), Dinamarca (49,8%), Bélgica y Finlandia (46%).

Hay tres factores que explican que la carga fiscal sea más baja en España que en el resto de Europa: el alto nivel de fraude fiscal, los bajos niveles de actividad laboral y las reducciones del IRPF. Y como explica Eurostat, es precisamente en los países con los impuestos tradicionalmente más bajos donde se observan los mayores incrementos en la carga fiscal. De hecho, ésta subió 2,2 puntos en España desde 1995, aunque se registró una cierta estabilización entre 2000 y 2001. El aumento del peso de los impuestos indirectos fue de 1,2 puntos sobre el total, mientras que los directos bajaron 0,8 puntos y las cotizaciones sociales, 0,3.

En el Reino Unido la subida fue de 2,1 puntos en ese periodo, de 2,3 puntos en Portugal y de 4,2 puntos en Grecia. Irlanda es la excepción, con una bajada de 2,1 puntos.

Por el contrario, en las economías donde la carga impositiva ya es muy alta la tendencia general fue hacia la estabilización o, incluso, a la reducción. Es el caso concreto de Alemania, Finlandia, Luxemburgo y Holanda, donde se redujo. La excepción a la norma son Suecia y Austria, donde se registraron subidas muy fuertes de 5 y 3,2 puntos.

La fase de expansión económica de finales de los noventa impidió que los recortes fiscales se hayan visto "con más claridad", señalan los expertos de Eurostat. "Las empresas han obtenido mayores beneficios y, por tanto, han tenido que pagar más impuestos", añaden. Además, muchos gobiernos han optado por financiar las bajadas de impuestos reduciendo las deducciones en la declaración de la renta.

Otros han transferido parte de la presión fiscal desde los impuestos directos hacia los indirectos. En el caso concreto de España, la parte de los impuestos directos en la carga fiscal total se redujo del 31,3% al 30,5% entre 1995 y 2001, mientras que en los impuestos indirectos se observó un incremento del 32,6% al 33,8% durante el mismo periodo.

Eurostat advierte, por último, de un aumento de la presión fiscal si los Gobiernos europeos no reaccionan ante el fenómeno del envejecimiento de la población.

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