_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

'Marmitako' para la depresión

Por mucho que uno intente ser optimista, no hay manera. Cada día surge una nueva noticia, una nueva declaración estridente, otra ocurrencia por parte de algún responsable político con la intención de hacer un poco más de ruido, de elevar el diapasón del enfrentamiento, costumbre que parece haberse convertido en un rentable instrumento para ganar o mantener cuotas de poder. Por supuesto, nadie es responsable de lo que pasa. Siempre son los otros los que tienen la culpa. Ellos, los unos y los otros, sólo se defienden de los ataques o los desafíos ajenos. Ninguno quiere que las cosas sigan así, pero el caso es que siguen así. La política vasca parece haber adquirido una vida propia, una dinámica autónoma respecto de las voluntades de las personas que tienen responsabilidad sobre ella. Nadie mide las consecuencias de sus actos, porque éstos parece que son inevitables. Todo es susceptible de empeorar de un día para otro, pero eso parece no importar. A fin de cuentas, con pequeñas variaciones, la gente vota siempre más o menos parecido, por lo que las alubias están aseguradas para una buena parte de los políticos. De vez en cuando, cuando golpea la violencia asesina, todos ponen cara compungida y llaman a la unidad, eso sí, en torno a las posiciones de cada cual. A nadie se le pasa por la cabeza algo tan simple como que la unidad requiere diálogo y un cierto acercamiento de posiciones de todas las partes implicadas.

Ante un panorama como éste, la mayoría de mis amigos están deprimidos. Yo también, y tal vez lo esté usted, querido lector. Por ello, me permito recomendarle un remedio casero que me explicaron el otro día en una reunión de pesimistas, y que puede leerse en la página web de un ingenioso grupo de psiquiatras vizcainos (www.txoriherri.com). Además de otro gran número de propuestas inteligentes, en dicha web puede verse una propuesta sugerente -además de sabrosa- para combatir la depresión: el marmitako. La cosa tiene su miga. Resulta que los ácidos grasos Omega 3 constituyen un eficaz elemento para prevenir la depresión. Eso es lo que explica, al parecer, que las personas que normalmente consumen pescado -generalmente rico en dicho ácido- tengan un menor riesgo de sufrir depresiones que el resto de los mortales. Pues bien, lo interesante del asunto es que, según nos cuentan, el bonito es una excelente fuente de los susodichos ácidos grasos Omega 3. Por si esto fuera poco, resulta que la patata contiene carbohidratos que mejoran la transmisión serotoninérgica, lo cual debe ser fantástico, aunque uno, que es lego en la materia, no pueda explicarles porqué. Total, que la combinación de estos dos elementos -bonito y patata-, bien condimentados como sin duda usted, querido lector, sabe hacer, nos proporciona un marmitako que, además del correspondiente placer gustativo, genera en nuestro organismo una mayor defensa contra la depresión que nos amenaza por doquier. De esa manera podemos combatir mejor el euskopesimismo, otro interesante concepto analizado en la misma web, y que se define como la impresión cierta de que en el País Vasco (o en Euskadi, o Euskal Herria, como se prefiera), las cosas siempre pueden ir a peor.

El asunto presenta, sin embargo, una pega: ¿Tendremos bonito este verano? Un buen amigo que se dedica a esto de la pesca también se muestra euskopesimista a este respecto. Según parece, lo de la anchoa va bastante mal. Primero salieron a pescar, luego volvieron a puerto, y hace unos días se han hecho de nuevo a la mar, aunque las capturas son más bien escasas. La sombra del Prestige parece proyectarse sobre nuestros caladeros y, no habiendo anchoa -me dicen-, es posible que tampoco haya bonito. ¿Podríamos hacer entonces el marmitako a base de bonito traído de fuera? ¿Tendrá la misma capacidad de suministrarnos los mencionados ácidos grasos Omega 3? En todo caso, querido lector, yo lo intentaría, aunque no parece posible que, hoy por hoy, el tradicional plato de nuestros arrantzales llegue a ser costeado por la Seguridad Social. Todo no puede ser.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_