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Reportaje:LA POSGUERRA DE IRAK

Regreso tras 45 años de exilio

El heredero de la familia real propone un referéndum al llegar a Bagdad

Dos nuevos signos de normalización se hicieron patentes ayer en Bagdad. Aparecieron en las calles los primeros guardias urbanos desde el fin del régimen de Sadam Husein y aterrizó en uno de los aeropuertos de la ciudad el pretendiente al trono iraquí, el príncipe Al Sharif ben Ali ben Al Husein, de 47 años, tras pasar casi toda su vida en el exilio. Perteneciente a la rama iraquí de la familia hachemí que reina en Jordania, Al Sharif abandonó Irak cuando contaba dos años de edad tras el golpe de Estado que derrocó a la monarquía el 14 de julio de 1958. Varios centenares de personas, entre los que destacaban viejos militares, clérigos de la jerarquía suní y algunos jefes de las tribus del sur, acudieron ayer a rendirle pleitesía en el cementerio real de Al Malequíe de la capital iraquí. El pretendiente recibió estoicamente los elogios de la multitud al tiempo que se secaba el sudor y las lágrimas, pero no vivió un baño de masas. Sus palabras más aplaudidas fueron cuando dijo: "Irak para los iraquíes".

Al Sharif defendió un Irak constitucional, democrático, multipartidista y que respete a las minorías
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El golpe de Estado de 1958 es considerado por la mayoría de los iraquíes como el verdadero punto de partida de la independencia del país, y no la fecha oficial de 1932, cuando acabó el mandato de la Sociedad de Naciones pero el país siguió bajo tutela británica y con una monarquía instalada por el poder colonial. Algo de esto flotaba ayer en el ambiente pese a los esfuerzos de sus partidarios por darle un carácter histórico a la jornada. Se mataron a sus pies nada más bajarse de un Mercedes negro 10 corderos -y no medio centenar como se hacía cuando Sadam Husein visitaba un pueblo cualquiera-, pero esta antigua tradición árabe contrastaba demasiado con un hombre pálido, aturdido por la bulla y un calor sofocante, que ha vivido casi toda su vida en Líbano y en Londres, dedicado a las inversiones y a la banca.

La pretensión al trono de Al Sharif viene por vía indirecta y es consecuencia de la triste suerte histórica de la monarquía iraquí. Es hijo de la princesa Badia, hermana del príncipe regente Abdel-Ilah durante la minoría de edad del rey Faisal II de Irak. Éste heredó el trono a los tres años al morir su padre, el rey Ghazi, en un accidente de coche y no fue entronizado hasta 1953. Pero poco iba a durar la alegría porque el golpe de 1958 acabó con la monarquía e instauró la república. Aquel lejano 14 de julio supuso también la muerte a manos de los golpistas del rey Faisal II y de numerosos miembros de su familia, que fueron acribillados en los jardines de palacio cuando trataban de huir. Los historiadores no se ponen de acuerdo si el magnicidio fue premeditado o resultado del fragor revolucionario del momento.

Tras rezar unos minutos ante la tumba de sus familiares y sonar unos compases del himno real, Al Sharif leyó un discurso de varios folios en el que defendió un Irak "constitucional, democrático, multipartidista y respetuoso de las minorías" y pidió la convocatoria de un referéndum para que los iraquíes decidan la forma del futuro Estado entre monarquía y república. El pretendiente al trono, que a principios de los años noventa fundó el Movimiento por la Monarquía Constitucional, cuya sede actualmente se encuentra en un antiguo edificio de la Mujabarat, la policía política de Sadam, insistió en que en esta etapa crítica del país era necesario "trabajar por normalizar la vida y olvidar la venganza" y hacer realidad que "todos los iraquíes sean iguales ante la ley". Pero, para ello, añadió, es urgente que se restablezcan los servicios mínimos y la gente vuelva a tener un empleo y un sueldo. "No hay libertad si el pueblo no tiene un nivel de vida digno", concluyó.

Paul Bremer, la máxima autoridad civil de las fuerzas de ocupación de EE UU en Irak, afirmó ayer que su "principal desafío en la actualidad es reactivar la economía iraquí", dado que "el nivel de desempleo en el país antes de la guerra era del 50% y ahora puede ser mayor".

El príncipe Al Sharif saluda a sus partidarios al visitar el cementerio real de Bagdad.
El príncipe Al Sharif saluda a sus partidarios al visitar el cementerio real de Bagdad.EPA

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