Francisco Almagro, letrista de Mairena, Machín y Kraus, publica un libro de relatos
Su pequeña máquina de escribir, un modelo Pluma 22 de hace más de tres décadas, es la compañera inseparable de Francisco Almagro (Pegalajar, Jaén, 1911), un "letrista melodista" como él mismo se define. A sus 92 años, y después de toda una vida de fecunda producción poética y musical, Almagro acaba de publicar Río sin orillas, una recopilación de nueve cuentos en prosa y verso inspirados en algunos de los episodios que han marcado su ajetreada trayectoria durante el último siglo.
"La vejez es un estado de ánimo, si te aburres es una mala señal". De esta manera justifica Almagro su sorprendente dinamismo poético, que sólo puede entenderse desde la extraordinaria lucidez que le sigue acompañando. Letrista, músico y poeta autodidacta, Almagro es el artífice del éxito de muchas canciones de Manolo Escobar, Pepe Mairena, Alfredo Kraus, Juan Valderrama o el mismo Antonio Machín.
Nacido y criado en el mundo rural jiennense de principios de siglo XX, pronto se dio cuenta de que el campo no era lo suyo y que su verdadera vocación era la poesía y la música. Antes de partir hacia Madrid, con sólo 18 años ya compuso el himno de su pueblo natal, Pegalajar, pero tuvo que recurrir al director del conservatorio de Córdoba para burlar la negativa de la Sociedad General de Autores. Paradójicamente, poco después entró en esa sociedad de la que hoy es uno de los socios más antiguos y, lógicamente, recibe sus correspondientes emolumentos.
Tras salir airoso de la Guerra Civil, donde fue sargento en el bando republicano, Almagro empezó a trabajar poco después en los almacenes Capitol de la Gran Vía madrileña. Empezó de administrativo y llegó a ser director. Allí coincidió en la plantilla con Pepe Mairena, a quien escribió canciones como Mi ovejita lucera o Mi perrita pequeña.
Almagro puede presumir de haber colaborado con el que fue considerado uno de los compositores españoles más conocidos de mediados del siglo pasado, el maestro Villacañas. A partir de ahí, Almagro empezó a compatibilizar su trabajo con composiciones para Juan Valderrama (sus conocidas bulerías Mi Carmela), Manolo Escobar, Tomás de Antequera o Alfredo Kraus. Luego trabajó para cantaores flamencos como Joselete de Linares o Juanito Campos.
Almagro cuenta también en su palmarés con una anécdota relevante. Un afamado compositor, del que prefiere omitir su nombre, le encargó un bolero para el Festival de Benidorm. Le aceptó la letra, pero no la música, en un gesto de soberbia que todavía recuerda Almagro. Curiosamente, el tema Frontera, interpretado por el grupo Los Sonors, se hizo con el segundo premio en el apartado de letras, pero la música no mereció distinción alguna. Y es que como Almagro dice en uno de sus poemas: "No soy poeta culto / ni tengo preparación / soy uno que su cultura / la lleva en el corazón".
Otro dato que habla de sus dotes musicales es que, durante muchos años, tenía que grabar en su mente la música que componía porque no sabía solfeo y no podía plasmarlo en un papel. "A veces pasaba 15 días sin dormir para retener la música y que no se me olvidara", recuerda. Ahora, junto a su máquina de escribir para componer las letras cuenta con una grabadora que le facilita el trabajo.
Almagro ha recibido numerosos premios por sus letras y composiciones, sobre todo en el mundo del flamenco. Desde el Premio Nacional de Tarantas de Linares, el de Letras Flamencas de Alhaurín de la Torre (Málaga), el de Baracaldo (Vizcaya), el de La Unión (Murcia) y otros galardones de poesía y ensayo.
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