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El escándalo por un caso de pederastia lleva a los socialistas portugueses a su peor crisis

El PS denuncia la politización del sistema judicial tras la detención de su 'número dos'

"Es la hora más triste de la democracia portuguesa". En un artículo publicado en la revista Visão el pasado 29 de mayo, el columnista António Mega Ferreira resumía así el sentimiento que reina en Portugal desde hace tres semanas, cuando el número dos del Partido Socialista (PS) y ex ministro de Trabajo, Paulo Pedroso, de 38 años, fue detenido preventivamente acusado de pederastia. La dirección socialista -que afronta la peor crisis en sus 30 años de historia- ha insistido en la inocencia de Pedroso y ha puesto en duda la actuación de una "justicia politizada".

"Existe un montaje organizado con pruebas falsas con el objetivo de destruir al PS", aseguró Eduardo Ferro Rodrigues, secretario general socialista, en una rueda de prensa tras la detención de Pedroso, el pasado 21 de mayo. El líder del partido reveló que, 10 días atrás, había tenido conocimiento de que su nombre y el de Pedroso estaban en la lista de implicados en el caso Casa

Pia, una red de pederastas que abusó de niños de una institución benéfica de Lisboa durante 30 años con el conocimiento de los directores, políticos, policía y magistrados.

El escándalo fue destapado el pasado noviembre por el semanario Expresso y ya ha llevado a la cárcel, donde aguardan juicio, a un popular presentador de televisión, un antiguo director de los colegios Casa Pia y un ex embajador. Hasta ahora, hay nueve imputados, pero la investigación continúa. Ferro aseguró que "fuentes fiables" le informaron de que su teléfono y el de otros dirigentes socialistas habían estado bajo escucha policial.

Un día después de esta declaración, el líder socialista intentó, a través de un comunicado, moderar su discurso y convencer a los portugueses de su "total confianza" en la justicia. Pero otros destacados miembros del partido no se han cohibido a la hora de hacer denuncias. Artur Santos Silva, ex ministro de Educación, puso nombres al supuesto complot contra el PS y acusó a Paulo Portas, actual ministro de Defensa, en un artículo publicado en el diario independiente Público. Portas, que es también el líder del Partido Popular, que gobierna en coalición con el liberal Partido Social Demócrata (PSD), fue implicado en un caso de malversación de fondos de una universidad. Santos cree que Portas está creando una cortina de humo y se está vengando de Ferro por haber pedido su dimisión.

Por su parte, João Soares, ex alcalde de Lisboa e hijo del ex presidente de la República Mário Soares, insinuó durante una reunión de la dirección del PS, el 22 de mayo, que la justicia actúa bajo el mando de su sucesor en la alcaldía, el socialdemócrata Santana Lopes, y del ministro de Defensa. También António Costa, líder parlamentario socialista, ha declarado que la justicia está siendo manipulada por los "verdaderos pederastas, gente con poder, que logró ocultar el caso Casa Pia durante 30 años".

Analistas, catedráticos y la sociedad civil en general han iniciado un debate público sobre el estado de las instituciones, justo cuando, tras 30 años de democracia, los portugueses creían haber alcanzado la madurez política. Denuncian en espacios televisivos y en columnas de prensa la promiscua relación entre justicia, poder político y periodistas, y cuestionan la existencia del secreto de justicia cuando detalles de la investigación son publicados a diario y los sospechosos son avisados con 10 días de antelación por "fuentes fiables". Dudan también de los métodos de la investigación, cuando cualquier persona -aun sin ser sospechosa- puede estar bajo escucha, y de un sistema judicial con el mayor número de detenidos en régimen preventivo de Europa, muchos de los cuales terminan siendo exculpados.

Ferro asumió el liderazgo del PS en diciembre de 2001, tras la dimisión del entonces primer ministro, António Guterres. Como ministro de Trabajo de los gobiernos socialistas, alcanzó gran popularidad, pero como líder de la oposición se le considera poco carismático.

Pero la angustia socialista va más lejos. El PS aún no había superado la crisis interna que dejó la caída, en medio de su mandato, del Gobierno de Guterres, cuyas consecuencias económicas fueron nefastas para el país. Si Ferro no sale bien librado, será muy difícil para el PS encontrar a otro líder con algún carisma, dispuesto a sacrificar sus ambiciones políticas en medio de la tormenta que sufre el partido.

Paulo Pedroso, <i>número dos</i> del Partido Socialista portugués.
Paulo Pedroso, número dos del Partido Socialista portugués.AFP

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