Un ataque suicida mata a 4 soldados alemanes en Kabul
Un taxi bomba causa el incidente más grave contra la fuerza multinacional en Afganistán
Cuatro soldados alemanes murieron ayer en un atentado suicida contra un autobús de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) en la capital afgana, Kabul. El ataque con un coche bomba ocurrió poco antes de las ocho de la mañana y dejó otras 29 personas heridas, siete de ellas en estado grave. El canciller alemán, Gerhard Schröder, habló de un atentado "vil y traicionero", perpetrado por "fuerzas terroristas".
En la primera conversación telefónica entre ambos líderes desde el año pasado, Schröder recibió las condolencias del presidente estadounidense, George W. Bush. Desde febrero, Alemania y Holanda comandan la ISAF, en la que participan 29 países.
Los soldados alemanes habían abandonado el cuartel general de la fuerza internacional e iban camino al aeropuerto para tomar un avión rumbo a sus hogares, definitivamente o para tomarse unas vacaciones. Según informaciones del Ministerio de Defensa en Berlín, el autobús formaba parte de un convoy de cuatro vehículos, ninguno de ellos blindado, en el que intentó colarse lo que, al parecer, era un taxi. Su conductor hizo explosionar el coche -del que sólo quedaron las matrículas- cuando estaba a un lado del autobús, en el que viajaban 33 uniformados.
Lo ocurrido vuelve a confirmar que Afganistán aún dista mucho de ser un país en paz. La seguridad, más bien, se está deteriorando rápidamente. El miércoles, fuerzas estadounidenses mataron a cerca de 40 guerrilleros talibanes en el sur del país. Tras los combates, uno de los comandantes del grupo integrista aseguró que su líder, el mulá Omar, vengaría estas muertes. Sin presentar pruebas, un alto cargo de la policía afgana responsabilizó ayer del ataque contra el autobús a los talibanes y a la red terrorista de Al Qaeda.
La ISAF comenzó a desplegarse a comienzos del año 2002. En la actualidad se compone de cerca de 4.600 soldados, 2.500 de ellos alemanes. La fuerza internacional tiene el mandato de la ONU para garantizar la seguridad en Kabul y ayudar al fortalecimiento de las aún débiles instituciones estatales afganas.
Se trata de una misión muy arriesgada. Los hostigamientos por parte de grupos islamistas y de diversos señores de la guerra afganos están a la orden del día. Además, es evidente la precariedad de los medios de transporte a disposición de la fuerza internacional: en un accidente aéreo, el pasado 26 de mayo, fallecieron 62 militares españoles en Turquía que regresaban de Afganistán. En diciembre pasado, siete soldados alemanes habían perecido cuando, por problemas técnicos, se accidentó su helicóptero.
De ahí que los heridos del atentado contra el autobús tuvieran que ser evacuados ayer con la ayuda de las fuerzas estadounidenses, no integradas en la ISAF. La cooperación de Washington fue dada a conocer por el ministro de Defensa alemán, Peter Struck, que además informó de que Bush y Schröder estuvieron de acuerdo en que la "lucha contra el terrorismo no ha llegado a su fin" y que ésta es una "responsabilidad conjunta" de países como Alemania y EE UU.
En la polémica sobre si se debía atacar a Sadam Husein, Berlín siempre hizo hincapié en que Alemania se ha comprometido a fondo en Afganistán. Para demostrar su compromiso internacional y afianzar la paz en este país, Alemania -junto a Holanda- había tomado el mando de la ISAF en febrero. Schröder recientemente incluso ofreció a Washington ampliar el mandato de la fuerza internacional más allá de los alrededores de Kabul. Pese al atentado de ayer, este plan se mantiene, según aseguró Struck.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.