Ir al contenido
_
_
_
_
Entrevista:FRANCISCO MONTAGUD | Ex piloto de caza republicano con grado de teniente coronel

"Debería estar ya en el infierno"

Miquel Alberola

Pregunta. ¿Qué come para tener 90 años y tan buen aspecto?

Respuesta. Nada en especial: pocas grasas, pocas frituras... Siempre he pesado alrededor de 70 kilos. Pero son muchos años. A veces pienso que debería estar ya en el infierno.

P. ¿Hizo cosas malas para ir al infierno?

R. No. Me he encontrado en momentos, sin buscarlos, en los que había que hacer algo. Nunca busqué ser piloto de aviación. Yo sólo quería ser mecánico y electricista, pero las circunstancias de la guerra me llevaron por caminos que nunca imaginé.

P. ¿Por qué se convirtió en piloto?

R. Por el servicio militar, que empecé en 1934. Me tocó aviación en Barcelona. Yo era soldado, pero en 1936, cuando vino el jaleo, pidieron voluntarios para pilotos y me presenté. Saqué el título de piloto civil, pero para ser piloto militar había que ir a Los Alcázares (Murcia). Fui e hice los cursos requeridos. Entonces me convertí en sargento piloto militar, y tras las 56 horas de vuelo con un Nipor en Alicante me destinaron a la escuadrilla de Azuqueca (Guadalajara), pero se trataba de una escuadrilla de rusos.

P. ¿Rusos?

R. Sí, pero no lo sabía nadie. Y empecé a volar con ellos para batallar en el frente. Al mes se incorporaron otros tres españoles, que tampoco sabían adónde iban y con los que me unió una gran amistad: Aguirre, Zaraguza y Hernández. Un día nos ordenaron ir a Bilbao, pero no teníamos bastante combustible y tuvimos que aterrizar en Bayona (Francia), donde los franceses, con la no intervención, nos confiscaron los aviones. Pasamos varios días hasta que el cónsul nos mandó a París. Nos dijo que fuésemos los últimos en bajar del tren y que nos recibiría alguien como si fuera de la familia. Y así ocurrió.

P. ¿Qué nueva misión les mandaron?

R. Traer cuatro aviones a España. Pero al final no fue posible. Recibimos otra orden de la embajada para volver a Los Alcázares a reentrenamiento. Se estaban montando dos escuadrillas más en España. Y ahí nos separamos los cuatro. A mí me mandaron a Barcelona, a la tercera escuadrilla de chatos, en la que pasé la guerra combatiendo por toda España con el grado de teniente.

P. ¿Qué hizo cuando llegó el final de la guerra?

R. Llevar cinco aviones de Figueres (Girona) a Carcasona (Francia). Allí pasamos unos días hasta que nos condujeron al campo de concentración de Gurs, donde pasé tres años. Y vino la otra guerra. Los alemanes venían al campo a buscar gente para trabajar.

P. ¿Cómo les trataban?

R. No me puedo quejar. Pagaban mejor que los franceses. Todo el mundo en Francia trabajaba para los alemanes. Yo trabajaba de electricista y mecánico. Me llevaron a la base submarina de Cherbourg, en Normandía. Me rompí un brazo y aproveché para fugarme a París, donde conocí a mi mujer. Pero allí no me gustaba el trabajo y regresé a Cherbourg. Entonces llegaron los americanos: pam, pam, pam... Les hirondelles sont parties..., decía la radio todas las noches.

P. La liberación.

R. Bueno, fui a buscar a un amigo y me cogieron los americanos. Me metieron en un camión y me embarcaron como prisionero a Inglaterra. Suerte que encontré a un sargento americano que hablaba español y me devolvieron a Cherbourg. Y me quedé a vivir y trabajar de mecánico y electricista. No podía regresar. Tenía pena de muerte por "ruso", pero al final vine como turista y casi no pude volver a Francia. Me sometieron a muchos interrogatorios. Por cierto, ¿no nos encerrarán ahora por la entrevista?

EN DOS TRAZOS

Francisco Montagud (Tavernes Blanques, 1913) quería ser sólo mecánico y electricista, pero se vio inmerso en una cadena de acontecimientos que le llevaron a pilotar aviones en una escuadrilla rusa, a hacer misiones especiales en Francia, a trabajar para los alemanes, incluso a ser prisionero por unos días de los americanos en el desembarco de Normandía. Terminó la guerra con grado de teniente, y con sus conocimientos de los motores diesel y la electricidad ha vivido en Francia hasta la llegada de la democracia a España, donde el Gobierno le reconoció el grado de teniente coronel.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_