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Reportaje:

Enamorado de las letras

Francisco Cumpián es uno de los pocos impresores tipográficos que aún edita poesía en España

Cientos de portadas con fotografías, colores llamativos y dibujos se graban en la retina de cualquiera que se pasee estos días por el Parque de Málaga. La Feria del Libro ha llenado casi medio centenar de expositores con las últimas novedades editoriales. Y entre tanta operación de mercado destaca un libro. Se titula Una generación deportiva. Es discreto, sencillo y elegante. Se trata de una recopilación de poemas relacionados con el deporte y escritos por autores de la generación del 27 como Concha Méndez, Rafael Alberti, Jorge Guillén, Gerardo Diego o Miguel Hernández. Es el número uno de una nueva colección del Centro Cultural del 27, La sombra del barco, y ha sido editado por el único impresor tipográfico que aún compone libros en Málaga, Francisco Cumpián.

Tras los cristales de la antigua librería El árbol de Poe, se encuentra el taller de Paco Cumpián. Una máquina tipográfica, una guillotina y sibaletes (cajones dónde se guardan las letras de plomo), ocupan la habitación contigua al patio. Parecen elementos de decoración heredados pero son sus herramientas de trabajo. Paco ha seguido la tradición de los grandes impresores malagueños Manuel Altolaguirre y Emilio Prados y continúa, desde hace 25 años, editando a mano libros de poesía.

"La culpa de que yo me dedique a esto la tiene Altolaguirre, porque después de leer su vida y tener la oportunidad de que algunos bibliófilos me enseñaran de primera mano obras suyas me quedé completamente enamorado de la impresión tipográfica", comenta. "Ya de pequeño iba con Cafarena y el poeta Fernando Merlo a visitar la imprenta Dardo". Hace casi tres décadas Paco se compró una máquina de segunda mano que comenzó a utilizar en Madrid. Diez años después, se trasladó de nuevo a Málaga. Tras el cierre de la imprenta Dardo, que editaba, entre otras cosas, la revista Caracola, Paco se quedó como único continuador de esta tradición.

"El tipo de letra que más utilizo en la bodoni. Es la más nueva que tengo y la que más me gusta", explica. "Voy componiendo letra a letra los versos del poema hasta que el componedor me da de sí. Luego lo paso al bastidor. Cuando el texto está completo, lo cierro. Es como un puzzle que tiene que quedar fijo y sujeto", comenta el impresor a la vez que realiza estas laboriosas operaciones. "Una vez que está terminado se pasa a esta máquina para hacer la primera prueba y corregir las erratas. Cuando está todo listo se imprimen las copias".

Aunque ninguno de sus libros es igual, los recoge en una colección llamada Ediciones Imperdonables. Ahora también ha comenzado, junto a Jesús Aguado, una serie bajo el nombre El bocado de Bárbara. Paco no suele imprimir más de 300 ejemplares porque afirma que se aburre si repite muchas veces el mismo proceso. Le gusta el ritmo del trabajo y sobre todo el diseño de la página, la calidez de la letra, la edición del libro y la elección del papel y los materiales.

Para él lo más difícil es encontrar tipos de letras. "Las letras, que son de una aleación de plomo, se van gastando y hay que reponerlas. La última vez busqué por todos lados y en Internet encontré una empresa de Barcelona que volvía a fabricarlas. Allí pude comprar una familia". Imagina que el tiempo que le queda de vida a la tipografía es el que le queda a las letras, "hasta que se gasten y no fabriquen más". Por ahora, este trabajo se convierte en arte en las manos de Paco, y de Maribel, que encuaderna minuciosamente cada ejemplar.

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El libro, protagonista durante 10 días

La 33 Feria del Libro de Málaga se clausura hoy, tras diez intensos días. "El público ha llenado el Paseo del Parque, sobre todo las tardes y fines de semana. Además, en esta edición, hemos notado que han empezado a comprar desde el principio", comenta María del Carmen Moreno, presidenta de la Asociación de Libreros. Los organizadores de la Feria estiman que el volumen de ventas ha crecido en torno a un 30% respecto a 2002, año en que se recaudaron 300.000 euros.

"Las novedades, como el bibliobús, los cuentacuentos y los recitales infantiles ha sido un éxito", asegura la presidenta de los Libreros. Además, talleres como el de encuadernación no han podido absorber toda la demanda. "La verdad es que merece la pena el esfuerzo de los profesionales porque el público lo sabe reconocer y se siente satisfecho de su feria", añade Moreno. Esta tarde, a las 20.00, se celebrará la última cita literaria de la feria. Miguel Torres López de Uralde presentará su libro "Pantalones cortos", editado por la editorial malagueña Arguval.

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