El trasplante de células madre del limbo repara la córnea en caso de lesión
La córnea es un tejido curioso. Un tejido sin vasos sanguíneos y completamente transparente para permitir la visión. La capa más superficial de la córnea está en continua regeneración -cada siete días se renueva por completo,
para que siga siempre transparente, por eso una pequeña herida cuando un cuerpo extraño se mete en el ojo se cura en unos días-. Esta renovación continua se debe a que posee células madre, células que están dividiéndose continuamente.
Las células madre no están en la córnea, sino en el limbo, una fina circunferencia entre la córnea y la conjuntiva. Allí las células se dividen, se especializan en el epitelio corneal (transparente) y migran hacia la córnea. José Carlos Pastor, director del Instituto de Oftalmobiología Aplicada de la Universidad de Valladolid, afirma que no hay marcadores para identificar estas células madre: "Se sabe que están, pero no se ha conseguido un marcador para identificarlas".
La histología se conoce, pero ahora hay que encontrarle una aplicación clínica. Cuando alguien sufre una quemadura o una herida y pierde el limbo, las células de la conjuntiva (el tejido que rodea al limbo) colonizan la córnea y se pierde la visión. La córnea se ha vuelto opaca porque las células de la conjuntiva tienen vasos sanguíneos, no forman un tejido transparente. El trasplante de células madre del limbo puede servir para regenerar el epitelio corneal y devolver la visión en estos casos. Ignacio Jiménez Alfaro, oftalmólogo de la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, explica que "las causas más frecuentes de la pérdida del limbo son las quemaduras térmicas y químicas, algunas enfermedades autoinmunes, algunas infecciones y a veces hasta las lentillas".
Cuando la pérdida de células limbares se produce en un solo ojo, lo ideal es trasplantar las células del ojo sano. Así no hay rechazo inmunológico. "Es la situación ideal, pero muchas veces no es posible hacer el trasplante del otro ojo. Es muy raro que una quemadura afecte sólo a un ojo y aunque sea así no siempre puedes arriesgarte a dañar el ojo que le queda sano al paciente", explica Óscar Gris, del Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona, que realiza unos 15 trasplantes de limbo al año. Cuando el daño es en los dos ojos se hace el trasplante de un donante, generalmente un familiar cercano, que es menos antigénico.
El fundamento de la operación es sencillo. El cirujano extrae una o dos secciones del limbo del ojo sano (de un cuarto de circunferencia de cada uno) y aísla las células madre. Entonces, en el ojo dañado, retira el tejido que recubre la córnea y sutura los pequeños segmentos en la zona en la que debería estar el limbo. La operación dura unas tres horas y media, se realiza con anestesia local y el paciente abandona el quirófano por su propio pie. El ojo del que se extraen las células limbares recupera el limbo completo en unos días.
Juan Durán de la Colina, de la Universidad del País Vasco, explica que a menudo se trasplanta membrana amniótica junto al limbo
: "La membrana amniótica aporta factores de crecimiento que estimulan la división de las células madre y facilitan la recuperación de la córnea". Además tiene propiedades antiinflamatorias, lo que favorece la recuperación tras la operación.
Cuando la pérdida del limbo no es total, y quedan algunas células intactas, los expertos intentan recuperar la córnea sólo con membrana amniótica, que no produce rechazo y estimula el crecimiento de las células madre existentes.
Gris señala que ha tenido recuperaciones espectaculares con el trasplante de limbo: "Hay pacientes que vienen con toda la córnea sustituida por tejido de la conjuntiva, por lo que han perdido la visión de un ojo, y la han recuperado tras la operación". Sin embargo esa recuperación de la visión no siempre es posible, depende del tipo de quemadura o de enfermedad. "La quemadura por ácido es más superficial que si es una quemadura por una base, por lo que se puede recuperar mejor", explica Gris.
Además de las quemaduras, otras enfermedades congénitas pueden dañar el limbo. Una es la aniridia, un defecto en el cromosoma 11, que hace que la persona nazca sin iris y que con los años pierda el limbo. A menudo termina ocasionando una córnea opaca, explica la presidenta de la Asociación de Aniridia, Rosa Sánchez de Vega. Jiménez Alfaro señala que a veces el daño en el limbo se debe a las lentes, "cuando hay una mala adaptación del ojo a las lentes y hay una respuesta anómala".
Para asegurarse de que la lesión en la córnea se debe a la falta de células del limbo se aplican unos discos de impresión sobre el ojo. Las células de la córnea se adhieren a estos discos. Si en la córnea aparecen células de la conjuntiva, está claro que hay una insuficiencia límbica.
Un avance empírico
El trasplante de células limbares se realizó por primera vez en EE UU a mediados de la década de 1980, cuando no se sabía bien qué eran las células madre. José Carlos Pastor, director del Instituto Universitario de Oftalmobiología Aplicada de la Universidad de Valladolid (IOBA), señala: "Los cirujanos avanzamos muchas veces de forma empírica". El IOBA realizó su primer trasplante de limbo en 1993.
Ahora que se sabe que las células madre regeneran la córnea, dónde están y que se pueden trasplantar, los científicos intentan cultivarlas. Óscar Gris, del Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona, explica que el siguiente paso es conseguir que las células proliferen en el laboratorio. "Así necesitaríamos extraer menos limbo del donante. Si ahora precisamos dos discos de 90 grados de circunferencia, intentamos conseguir un cultivo de miles de células a partir de un milímetro cuadrado de limbo". La idea es cultivarlas sobre membrana amniótica y luego recubrir todo el ojo con el cultivo de células madre. Se acelera la regeneración de la córnea. Según Gris, "una de las dificultades es que primero hay que aislar las células madre (sin coger células de la conjuntiva) y después conseguir que se adhieran a la membrana amniótica".
Pastor explica que el IOBA intenta cultivarlas sobre un polímero sintético. "Sería mejor que la membrana amniótica, porque a ésta hay que hacerle muchos controles para asegurarse que no está infectada. El uso de un polímero facilitaría el trasplante".
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