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LA POSGUERRA DE IRAK | Las armas de destrucción masiva

Las denuncias acosan a Blair

El primer ministro británico, Tony Blair, bajó de un Jaguar verde, habló con sus asesores y se sentó ante la prensa. Hizo un resumen de las opiniones en la reunión del G-8 y mencionó que había acuerdo para hacer respetar la no proliferación de armas de destrucción masiva y su posible uso por el terrorismo internacional.

A la prensa le interesaba otro tema: ¿por qué no han aparecido las armas químicas, biológicas y nucleares que, según Blair y el presidente norteamericano, George W. Bush, justificaban la guerra perentoria contra Irak? ¿Es verdad que el Gobierno de Blair ha manipulado los informes del servicio de inteligencia del MI-6 para apoyar a la Administración de Bush?

Blair sudaba y bebía agua de la famosa marca que sale de los manantiales de Evian. "El 100% de lo que hemos dicho se ha apoyado en pruebas de nuestro servicio de inteligencia, que es uno de los más solventes del mundo. Sabemos que Sadam utilizó las armas químicas contra su propio pueblo. Ahora hay que tener un poco de paciencia. Tenemos especialistas que están visitando los lugares donde estaban localizadas las fábricas iraquíes de armas biológicas y químicas, y cuando tengamos las pruebas, las presentaremos", dijo Blair.

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El hecho es que uno de los informes que Blair proporcionó a Bush en septiembre de 2002 -citado en febrero pasado por el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, ante la ONU- ha sido desenmascarado como un fraude, un vulgar plagio. El informe pretendía mostrar que Sadam había engañado a los inspectores y sostenía que el régimen iraquí podía desencadenar un ataque con armas químicas en 45 minutos.

Tras gran insistencia, cuando un periodista preguntó si el tema no planteaba un problema de confianza, Blair dijo: "Ya he contestado a esto". Y se marchó.

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