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Reportaje:

Diez días más de polillas

El Ayuntamiento de Valencia pide paciencia y evita fumigar la plaga de 'palometes', ya que no suponen peligro para la salud

Ni los resultados de las elecciones autonómicas o municipales, ni las opciones que tiene el Valencia de alcanzar la Champions League después de su reciente empate en Anoeta; ni siquiera los coletazos del octavo puesto de Beth en Eurovisión o la última de Pocholo en Hotel Glam. El tema de conversación estrella en los colegios, los patios de los portales, la cola de la panadería, el quiosco, el supermercado o cualquier otro comercio de Valencia es la plaga de polillas que se ha adueñado de la ciudad desde hace varios días. En las calles arboladas de la ciudad o en aquellas próximas a jardines no es difícil ver agitar los brazos a los vecinos para quitarse de encima las bandadas de estos incómodos insectos. Pero tampoco en las viviendas se está a salvo de la plaga de palometes (una variedad de lo que se conoce como arna en valenciano). Los vecinos de los barrios más afectados por este problema tienen que elegir entre bajar las persianas y pasar calor o arriesgarse a tener un torbellino de mariposas bailando bajo las lámparas de la casa y frente al televisor.

No hay otra solución, según admitía ayer la concejal de Sanidad del Ayuntamiento de Valencia, Beatriz Simón. "No vamos a fumigar", comentaba la responsable municipal: "sólo realizamos tratamientos de este tipo cuando los insectos pueden producir algún problema de salud pública". Simón señaló que, a juicio de los biólogos del Ayuntamiento, estos insectos son absolutamente inofensivos ya que no producen daño alguno a las personas y se alimentan de hojas de árboles y plantas. De hecho, destacó que se trata de una especie de polilla diferente a la que se alimenta de tejido textil, por lo que tampoco será necesario reforzar el arsenal de alcanfor, naftalina o paradicloro que tradicionalmente se emplea para mantener a raya a estos insectos y evitar la sorpresa de comenzar el otoño descubriendo rodales roídos en la ropa de invierno.

Simón recomendó paciencia, ya que de acuerdo con los técnicos municipales, estas pequeñas mariposas de color arenoso no viven más de 10 días. Ante tan breve expectativa de vida comentó que no vale le pena iniciar un tratamiento con plaguicidas. La mejor opción es soportar la molestia una semana más. Señaló también que es relativamente frecuente la aparición de estos insectos en junio y noviembre, aunque este año "debido a las condiciones de temperatura y humedad" la eclosión de ejemplares en edad adulta -una oruga en su etapa previa- ha sido mucho más abundante de lo habitual.

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