La población universitaria valenciana no ha cesado de aumentar desde el curso 1985-86
El peso de la Universitat en el sistema desciende a la mitad tras la creación de nuevos centros
Los recientes datos avanzados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre matrícula universitaria del curso 2002-03 apuntaban un llamativo descenso del alumnado matriculado en la Comunidad Valenciana. Según las estadísticas del INE, ésta experimenta, con diferencia, la mayor variación de matrícula del Estado (donde bajó una media del 1,3%), con un 6,6 % de descenso respecto al curso 2001-02. Tal variación se traduciría en torno a 10.000 estudiantes menos. Una bajada preocupante que, sin embargo, no coincide con los datos pormenorizados por universidad que el propio INE ofrece en su página web. En esta estadística de detalle, la única cifra de matrícula que disminuye es la de la Universitat de València, mientras que la de Alicante sube un poco y las restantes experimentan incrementos que van desde los 300 alumnos de la Jaume I o la Cardenal Herrera a los 900 de la Miguel Hernández. Lo cierto es que si se suman las cifras de las seis universidades valencianas ofrecidas por el mismo INE, el resultado son 144.878 estudiantes, lo que supondría un pequeño aumento respecto al año anterior.
Si se miran los datos recogidos desde 1985 por el Consejo de Universidades, se puede comprobar que el conjunto de matrícula universitaria de la Comunidad Valenciana no ha parado de crecer, con ligeros vaivenes (en 1997 y 1999) hasta el momento actual, a pesar del descenso demográfico. Si en 1985 la matrícula valenciana en Educación Superior era de 72.021 estudiantes, en 2000 era de casi 141.000 y en los dos últimos cursos, según las cifras del INE, se situaría en torno a los 144.000. Más allá de las cifras, que oscilan según las fuentes, distintos expertos consultados califican la situación actual de "estancamiento", más que descenso de la población universitaria. En todo caso, la institución más afectada en este sentido del sistema universitario valenciano es la Universitat de València, que si en 1985 suponía más del 70 % de la población universitaria, en la actualidad no llega al 40 %. Es decir, ha visto reducido su peso en el sistema en la mitad, mientras se han creado tres universidades en la Comunidad Valenciana (Cardenal Herrera, Jaume I y Miguel Hernández). Aun así, en los últimos 18 años la matrícula de la Universitat sólo ha descendido en 4.600 alumnos, según su Vicerrectorado de Estudios.
La Universitat de València reconoce una disminución de la matrícula con respecto al curso precedente, aunque cifra este decenso en unos 1.000 estudiantes, a diferencia de los 1.600 de menos recogidos por el INE. Sin embargo, un descenso de matrícula "no tiene que tener una lectura necesariamente negativa", señala el vicerrector de Estudios Javier Escribá. Eva Alcón, vicerrectora de Ordenación Académica de la Jaume I, donde el aumento ha sido una constante, tampoco cree que una bajada sea algo malo en sí mismo. "Incluso", agrega, "puede ser positivo de cara a la adaptación a la convergencia europea".
Escribá subraya que la matrícula universitaria depende tanto del flujo de estudiantes que entran como de los que salen. "Una universidad debería sentirse orgullosa", asegura, "de licenciar muchos estudiantes y nosotros somos los que más graduamos en relación al número de alumnos de entrada, aunque también captamos muchos". Escribá refuerza esta afirmación destacando que en el curso 2002-03 la matrícula de alumnos de nuevo ingreso en la Universitat ha crecido cerca de un 4 % con respecto al anterior.
En la práctica, "la evolución de la matrícula afecta, fundamentalmente a la financiación de una universidad", advierte Escribá. "Si los recursos de los centros públicos dependen básicamente de la matrícula, objetivamente a un departamento le interesaría que los alumnos siguieran en la universidad el mayor tiempo posible", reflexiona el vicerrector, "y eso es un contrasentido". ¿Qué políticas pueden aplicar las universidades para mantener la matrícula en una situación óptima? Escribá señala la necesidad de estudiar la adaptación a la demanda social ("para eso vamos a crear un Observatorio Ocupacional", justifica), se lamenta de las dificultades para modificar el numerus clausus (límite de acceso a una carrera) y echa de menos una mayor flexibilidad en la implantación de titulaciones.
Si la Universitat de València creció el último curso en entrada de nuevos alumnos, aun descendiendo la matrícula global, las demás han aumentado su cifra de matrícula total en ese periodo, tanto según sus propios datos como la estadística del INE. "Siempre hemos tratado de equilibrar la respuesta a la demanda estudiantil y la del entorno", explica Eva Alcón, vicerrectora de Ordenación Académica de la Jaume I, una universidad que ha pasado de los 5.060 estudiantes del curso 1991-92, en que empezó a funcionar, a los más de 13.000 del actual, con un crecimiento constante salvo en 1999. Alcón reconoce que la adaptación al entorno es más fácil para una universidad pequeña y joven como ésta y piensa que "la demanda, como mínimo, se estabilizará". Para el futuro, la política de la Jaume I, explica, es intensificar la formación del profesorado, su implicación en la innovación educativa y la personalización de las relaciones con el alumnado, en particular con los "noveles".
Las condiciones históricas distintas de la Universidad de Alicante y de la Miguel Hernández hace que enfoquen la reducción demográfica juvenil desde prismas distintos, aunque con un mismo objetivo: la captación de nuevos alumnos. La Universidad de Alicante, con cerca de 30 años de historia, ha alcanzado su techo en el número de alumnos durante este año, cerca de los 33.000 alumnos. El curso 2002/03 ha supuesto la recuperación en los primeros cursos de las once facultades, con un aumento del número de estudiantes respecto a 2001 de 797 nuevos alumnos, según sus propios datos. Desde el curso 99/00 el número de alumnos se ha mantenido estable con un crecimiento global del 4%, aunque no gracias a los estudiantes más jóvenes. La situación de la Miguel Hernández es distinta. Su crecimiento este curso en matrícula en un 9,6% con respecto al anterior, se debe a su situación de crecimiento propia de una universidad en construcción, aunque ya consolidada. Son muchas aún las disciplinas que no han culminado su ciclo de 5 años, y que cada año reciben nuevos alumnos. La Miguel Hernández nació en 1997 con 3.900 alumnos y ha pasado a contabilizar más de 10.000 en el actual. La facultad más voluminosa es la de Medicina, que ya estaba consolidada antes de su segregación de Alicante, con unos 900 alumnos matriculados en Medicina por año. La dispersión en cuatro campus por toda la provincia hace más fácil la captación de nuevos alumnos, al acercarse a sus lugares de origen. Las estrategias para captar estudiantes son similares en ambas universidades y pasan por visitas a centros de secundaria y la participación de vicerrectores en las ferias universitarias y de estudiantes. La de Alicante, da por buena la cifra de 33.000 estudiantes de la actualidad para ofrecer una enseñanza de calidad. La situación de la Miguel Hernández es distinta: La proyección de futuro pasa por aumentar el número de alumnos e implantar nuevos títulos.
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