_
_
_
_
Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

¿Qué fue de todo aquello?

Soledad Gallego-Díaz

Han terminado las elecciones municipales y poco a poco vuelven a salir a la palestra algunos temas que quedaron abiertos antes de la campaña. Si no hay novedades en los próximos días, es muy probable que en España renazca pronto una importante cuenta pendiente: ¿tenía el régimen de Sadam Husein armas de destrucción masiva? ¿Se puede verificar el principal argumento utilizado por el presidente del Gobierno, José María Aznar, para justificar su posición en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y para respaldar la invasión anglo-norteamericana de aquel país?

Por el momento, han pasado 45 días desde el fin de la guerra y ni los norteamericanos ni los británicos han sido capaces de encontrar armas químicas o biológicas. En los dos socios, sobre todo en el Reino Unido, comienza a alimentarse una gran polémica: ¿engañaron los responsables políticos a sus Parlamentos?, ¿convencieron los jefes de Gobierno a los parlamentarios asegurando como cierto algo de lo que no tenían pruebas suficientes? ¿O mintieron directamente para alcanzar su objetivo principal, que era la invasión de Irak?

Los Parlamentos de los países que respaldaron la guerra se preocupan por la falta de verificación del principal argumento que justificó el conflicto

La cuestión no es menor. En muchos países con fuerte tradición democrática, engañar a los representantes de la soberanía popular no es una broma que los políticos puedan gastar impunemente. Para los británicos, por ejemplo, mentir o engañar al Parlamento es un hecho muy grave, que puede ser incluso denunciado ante el speaker de la Cámara. Y eso es lo que están a punto de hacer algunos diputados liberales y laboristas disidentes, furiosos por lo que creen que fue una maniobra de Tony Blair, un político que además basó toda su defensa durante la campaña previa a la guerra en su propia credibilidad y sinceridad.

La mecha que encendió esta semana la polémica han sido las declaraciones del secretario norteamericano de Defensa, Donald Rumsfeld, en el sentido de que "es posible que Irak destruyera ese armamento antes de que comenzara el conflicto". La misma teoría fue difundida poco antes en un extraño artículo publicado por The New York Times que despertó grandes críticas profesionales. El problema para el primer ministro británico es que además negó esa posibilidad ante la Cámara de los Comunes poco antes de que comenzara la guerra. "Es absurdo", dijo, "suponer que Sadam haya destruido ahora 10.000 litros de ántrax, 6.500 municiones químicas y 80 toneladas como mínimo de gas mostaza, gas sarín y otras toxinas".

Estar seguros

En el caso español, la posición de José María Aznar; del vicepresidente Mariano Rajoy, y de la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, es muy parecida. Los tres aseguraron ante el Congreso de los Diputados que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva e incluso acusaron al líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, de grave irresponsabilidad por plantear alguna duda al respecto.

El presidente del Gobierno aseguró también taxativamente en varias entrevistas en distintas cadenas de televisión que esas armas existían. El 13 de febrero, por ejemplo, en Antena 3, dijo: "Yo quiero decir en este momento que el régimen iraquí tiene armas de destrucción masiva". "¿Está usted seguro?", le preguntó el periodista. "Puede usted estar seguro y pueden estar seguras todas las personas que nos ven que les estoy diciendo la verdad: el régimen iraquí tiene armas de destrucción masiva y tiene vínculos con grupos terroristas".

Poco después, el 10 de marzo, en Tele 5, José María Aznar insistió: "¿Por qué tiene un dictador ántrax si no es porque lo quiere utilizar?, ¿por qué tiene un dictador gases venenosos si no es porque los quiere utilizar?".

En sus últimas intervenciones públicas, tanto el presidente del Gobierno como el vicepresidente Rajoy, parecen poner menos énfasis en estas afirmaciones que en el hecho de que la coalición anglo-norteamericana persiguiera derrocar al régimen iraquí. Igualmente han insistido en muchas ocasiones en la crueldad del régimen de Sadam, al que achacan la muerte de 300.000 iraquíes. (Los cálculos sobre los asesinatos del régimen iraquí son mucho más fáciles y están siendo respaldados por las autoridades occidentales mucho más rápidamente que los cálculos sobre el número de muertos y heridos en la primera y segunda guerra del Golfo, que increíblemente son todavía desconocidos oficialmente).

Pero, en cualquier caso, Aznar y su Gobierno saben que la piedra de toque de la fiabilidad de los políticos que respaldaron la guerra de Irak sigue siendo la existencia de un armamento que ahora no pueden pretender ignorar o infravalorar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_