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Reportaje:

El hospital bajo el síndrome del paciente impaciente

Alicia Granados y Martí Dalmases analizan en Aula EL PAÍS los retos de los hospitales del siglo XXI

Miquel Noguer

Poco queda de aquel hospital al que los enfermos acudían en busca de un remedio milagroso, donde se iba a morir más que a curarse. Sobre las ruinas de este templo del milagro y del oscurantismo más feroz se alzaron otros edificios, esta vez de grisáceo hormigón, con tecnologías a la última y las máximas garantías posibles de curación. Pero estos templos de blanca asepsia también están llamados a profundas transformaciones.

Ahora toca tecnología, sí, pero también eficiencia, información, calidez humana y complicidad con el paciente. Porque ahora ya no cabe el paternalismo. El enfermo llega a la consulta con lo último publicado sobre su enfermedad en Internet. Llega el paciente impaciente. Un paciente que exige claridad, seguridad y rapidez en la resolución de su problemas. Así lo definieron los ponentes de la conferencia El Hospital del Siglo XXI organizada el miércoles por el Área Ciudad del Conocimiento de Barcelona, que dirige Vladimir de Semir, y Aula EL PAÍS.

¿De qué sirven las bases de datos si los hospitales siguen siendo reacios a compartir información?
"La gente quiere curarse, pero además no quiere quedarse calva y no estar triste"

Alicia Granados, consultora sénior de la OMS, impulsora de la Agencia de Evaluación Tecnológica de Cataluña y ex gerente del Instituto Catalán de la Salud, compartió conferencia con Martí Dalmases, especialista en gestión pública y coordinador, desde la Fundación Parc Taulí, de la Red de Hospitales Promotores de Salud de la OMS, hasta llegar a no pocos acuerdos sobre lo que debe ser el hospital del futuro.

De la experiencia de los últimos años queda claro, según Alicia Granados, que la competencia no funciona en el sector sanitario. No regula el sector. Por eso el futuro no será del hospital competitivo, sino del hospital cooperador. Y lo mismo cabe decir de los equipos médicos. Ya no deberá hacerse "tanto énfasis en la titulitis", como en la capacidad de miembros para adaptarse y reciclarse. El hospital del futuro será también -ya lo está empezando a ser- femenino. "El 60% de los alumnos que tengo en la facultad son mujeres, y mujeres sin complejos que van a exigir cambios en la organización hospitalaria para poder compatibilizar su vida privada con su trabajo", dijo Alicia Granados.

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La rigidez organizativa actual es una rémora de pasado. El futuro exigirá flexibilidad en la organización y superar la gestión reactiva del personal que ahora predomina. "El éxito será de los que sepan gestionar el talento, la inteligencia y la cooperación", dijo. Durante muchos años, ha imperado un modelo de mando basado en la arbitrarierad como expresión de poder. Ahora se impone la toma de decisiones basadas en la evidencia científica. Y eso requiere someter la propia gestión a la evaluación de los demás. Todo un cambio cultural.

Además, los hospitales viven ya en un punto de inflexión: de la medicina curativa a la medicina del bienestar. Este reto no va a ser fácil, en una sociedad donde, según Granados, "la gente quiere curarse cuando está enferma, pero además quiere no quedarse calva, no sufrir impotencia e incluso no estar triste". ¿Podrán los hospitales satisfacer las nuevas expectativas? Sí, siempre y cuando pacientes, médicos y el resto del personal sanitario logren superar la relación de dependencia y pasen a una situación de "complicidad", afirmó Dalmases. Y es que el hospital moderno, el que cuidará de los niños que ahora nacen y que aspiran a vivir 100 años, no podrá dejar de informar al paciente ni marginar a éste en la toma de decisiones. "El paciente está y estará cada vez más informado, y sólo el enfermo informado puede cuestionar su situación y participar en las decisiones", explicó Dalmases.

Pero para asumir los nuevos retos, los hospitales deberán superar antes no pocos obstáculos procedentes de las actuales carencias. ¿Puede hablarse de dar el salto al hospital del siglo XXI cuando un paciente tiene que esperar hasta tres años para recibir una prótesis de rodilla? ¿Hay espacio para la tecnología punta cuando al cambiar de especialista hay que repetir hasta la última radiografía? ¿De qué nos sirven las bases de datos cuando los hospitales siguen siendo reacios a compartir su información? Si en 20 años de reformas los gestores no han logrado garantizar una correcta continuidad asistencial entre la asistencia primaria, la especializada y los hospitales, ¿cómo plantear el hospital cooperativo e integrado en la sociedad que propone Granados?

Alicia Granados respondió, entre convencida y divertida, a algunos de estos retos. "El actual sistema hospitalario es difícil de manejar y lo que es seguro es que sólo podremos hacer frente a estos retos si podemos invertir en estructuras, tecnología, personal, conocimiento y capital social al mismo tiempo".

Dalmases añadió otro reto: aumentar la autoestima de los médicos. Los profesionales de la sanidad en su conjunto son uno de los grupos más propensos a sufrir burn out, el síndrome del médico quemado. Y para esto sí que no hay soluciones mágicas: "Hay que hacer ver a los médicos que la sociedad sigue valorándolos, algo que tienden a olvidar". "Es cierto", prosiguió Dalmases, "que el médico no es el brujo o el sacerdote de antaño y que tiene una presión asistencial muy alta, pero sigue siendo una profesión muy bien valorada por todos".

Y es que en el hospital del siglo XXI, el médico tal vez tenga que cambiar de mentalidad y dejar de ser el centro de la organización para que ésta gire en torno al paciente y sus necesidades, pero su función seguirá siendo sumamente importante para la sociedad.

Médicos que rozan el notable

¿Aguantará el médico del futuro que alguien le examine continuamente y además le ponga nota? Ésta es una de las preguntas que lanzó el especialista en gestión pública Martí Dalmases. Los tribunales de evaluación continua, que ya funcionan en muchas multinacionales, van a llegar también a los grandes hospitales. Las reformas en curso pretenden instaurar un sistema de promoción profesional que incluye una evaluación periódica del resultado. "Para un médico de 50 o 55 años esto puede suponer un auténtico impacto emocional", dijo Dalmases. Pero no debería ser así. Al menos si se toma como referencia la nota que los catalanes ponen en las encuestas a sus médicos: un 6,7. Un bien alto, casi un notale. Además, y según una encuesta del Instituto de Estudios de la Salud, un 30% de la población considera que los médicos son "más importantes" que el resto de ciudadanos. Pero el médico del futuro deberá cambiar sus hábitos. Trabajar más en equipo y compartir conocimientos. Ya ahora, las encuestas indican que los ciudadanos tienen más confianza en los médicos que trabajan en un equipo.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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