Las bondades de la campaña electoral
En 1999, el señor Aznar (o alguien en su nombre) decidió que los contribuyentes no podríamos seguir desgravando los gastos de alquiler del IRPF. Llegados a la fecha, en su inmensa bondad, nos devuelve esa posibilidad y lo hace presentándola como si del invento de la rueda se tratase. Ésas son medidas, y no las que el recientemente condecorado líder del PP pretende que le midan con un metro.
Si la campaña electoral hubiese durado una semana más, quizá nos hubiese devuelto el derecho a desgravar los gastos de seguro de vida y de salud y farmacia, con lo que su bondad hubiese alcanzado el grado de "infinita".
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