Una extraña normalidad
La tranquilidad marcó la jornada electoral también en los feudos de Batasuna
A falta de papeletas de la izquierda abertzale, posibilidad de incidentes en las calles. Ésa era la intuición generalizada que reinaba ayer en Euskadi a las nueve de la mañana, hora de apertura de los colegios electorales. Sobre todo, en los feudos de Batasuna, que ahora pasan a la fuerza, en contra de "la voluntad popular", a manos de otras siglas. "Estos no se van a quedar callados, algo harán", apuntaba en voz baja una vecina de Mondragón.
Pero ella, como muchos, erró en sus predicciones, porque si hubo algo que marcó la jornada en ese municipio, gobernado durante 14 años por el abertzale Xabier Zubizarreta -primero bajo las siglas de Herri Batasuna y después bajo las de Euskal Herritarrok-, fue la tranquilidad; "una extraña normalidad", como advertía un ciudadano en la escuela Ferial, donde depositan su voto los vecinos del centro del municipio. A las puertas de este colegio electoral, selladas en anteriores comicios con silicona, un trabajador de ECO-Consulting paraba a los votantes para completar sus primeros sondeos frente a dos grandes pancartas de No a la guerra. A las 11.45 había hecho, no sin dificultades, 26 encuestas. "La gente se toma en serio esto de que el voto es secreto. Cuesta arrancar una respuesta". ¿Le importa decirme a quién ha votado? "A quién va a ser, a quien me da de comer". ¿El PNV-EA? "Sí, claro". 17 personas de las 26 habían dado su apoyo a la coalición nacionalista, 5 a Aralar, 1 a Izquierda Unida y 3 habían optado por la desobediencia civil, el voto a Herri Anitza, la plataforma anulada de la izquierda abertzale.
La llamada a las urnas del portavoz de la ilegalizada Batasuna, Arnaldo Otegi, no estaba cayendo en saco roto. "Simplemente vengo para que quede claro que se está vulnerando mi derecho a votar". Lo decía un simpatizante de la izquierda abertzale, que traía consigo las papeletas de casa. Como él, muchos ciudadanos. Porque si hubo algo llamativo en la comarca del Alto Deba -además de que los municipios estaban empapelados de pancartas reclamando el voto para las plataformas ilegalizadas o denunciando "el estado de excepción que vive Euskal Herria"-, fue que las cabinas apenas se utilizaron. "Casi todo el mundo trae ya preparadas las papeletas", explicaba la vocal de una mesa electoral instalada en la escuela Krutzeberri de Aretxabaleta, municipio gobernado hasta ahora por EH y que no puede presentarse con otra candidatura. Eran las 12.30 y ya habían depositado su voto en las urnas 227 de las 710 personas que podían hacerlo. "Tenemos avalanchas de gente cuando acaban las misas".
En Aretxabaleta, como en Bergara o Mondragón -cuna del cooperativismo- la jornada electoral no se vivió con tanta intensidad como en otras ocasiones. "Hay demasiados ciudadanos que no se juegan nada", explicaba un votante del PNV. Un simpatizante de la izquierda abertzale lo confirmaba: "A mí lo único que me preocupa es que gane la Real en Málaga".
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